Por Gustavo Ambrosio En la actualidad ¿cómo es el mecanismo socioeconómico que permite avanzar eso que llamamos mundo? Primero, hay un deseo de poseer un objeto, lo satisfaces, lo tomas e incluso consigues de más. Luego caes en bancarrota y los bancos o empresas te cobran la deuda de consumo desmedido. Acto seguido debes buscar un empleo en esos mismos bancos o empresas para poder salir del atolladero, y para ello debes fundirte en un sistema que parece una lucha darwiniana por sobrevivir. El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki nos presenta un mundo de fantasía donde cada dibujo, cada personaje y cosa presenta una especie de fábula sobre un mundo corporativo y que pasa del espíritu en busca de la satisfacción y el dinero. Así, Chihiro y sus padres viajan a un nuevo hogar cuando deciden parar en un lugar misterioso, ahí los padres encontrarán no sólo jinzos sino un manjar repleto que no dudan en devorar. Sin embargo, al ingerir la comida se convierten en unos cerdos y el mundo comienza a transformarse. He aquí, el primer paso del capitalismo. El consumismo y su resultado. Siguen los pasos. Chihiro busca a sus padres que han sido llevados a un corral, para ello cuenta con ayuda de un joven misterioso y posteriormente entra a un “hotel” inmenso donde cientos de dioses acuden a obtener relajación y placer. Paso siguiente, Chihiro debe conseguir empleo en ese engrane aceitado para liberar a sus padres de la bruja Yubaba, una perfecta representación de una ejecutiva, e inmediatamente después su nombre, aquello que la hace única y singular, le es arrebatado. “Chihiro, que lindo nombre, es tuyo, cuídalo”, con esta frase se rompe la uniformidad obrera y sobrevive el individuo en medio del trabajo duro y pocas veces apreciado. La magia del lugar también metaforiza el terrible daño a la ecología y cómo las empresas pueden ayudar a salvar el mundo. Ejemplo cuando el Dios contaminado es ayudado por Chihiro a limpiarse. También un mensaje sobre la codicia, la corrupción y el reptarismo funcional representado por el SIN ROSTRO. Mientras que el mar y el tren son ese lugar que lleva más allá, que nos traslada a un lugar que no retornas, un mundo que sigue un solo camino. El filme ganador del Oso de Oro de Berlín y el Oscar de animación en 2002, es una poderosa historia comparable al mundo irónico y arrevesado de Alicia en el país de las maravillas, pero que en su aparente “incoherencia” tiene un sistema bien acomodado que lo aleja de las normas casi espontáneas de la historia de Lewis Carroll. Chihiro es un retrato social desde el punto de vista laboral y cómo esa maquinaria de “placer” que llamamos industria y que busca hacernos “la vida más fácil” , a su vez, nos convierte en cerdos listos para el matadero para ser consumidos por los Dioses, los seres de “arriba”. Un sistema que absorbe tu nombre, te despoja de cualquier individualidad y hace crecer el individualismo. Ante ello, la niña heroína por excelencia del estudio Ghibil , nos enseña que lo que debe quedar siempre, en ese mundo mágico actual dominado por el capital, es el saber que tu objetivo es amar a tu familia, a tus amigos y a aquellos que lo necesitan. Chihiro somos todos, todos tenemos un nombre, debemos cuidarlo, es nuestro.
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October 2020
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