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Cine: reseñas, testimonios y memorias

La tragicomedia espacial

11/23/2015

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Por Carlos Tello de Meneses
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La moneda está en el aire: la supervivencia del ser humano está en un punto de inflexión y las decisiones que tomemos como especie determinarán si regresaremos a la tierra o si trascenderemos los confines de nuestro propio mundo para empezar la conquista del espacio. Este dilema en particular es central en tres películas recientes que lo tratan a diferentes niveles y profundidad: Gravity de Alfonso Cuarón, Interstellar de Christopher Nolan y The Martian de Riddley Scott.


Los elementos compartidos entre las tres películas son fascinantes: la temporalidad en que fueron estrenadas (lanzadas en años consecutivos, alrededor de las mismas fechas), su tratamiento de temas similares (aunque poseen diferencias sustanciales) y el mismo género dramático: la tragicomedia u “obra de trayecto”. Las tres películas tienen protagonistas relativamente simples y, aunque el tono de los filmes varía, hay una constante: la supervivencia del ser humano ante la antagónica naturaleza del espacio.

La vida humana es una absoluta contradicción para el universo entero: 99.9% de él es un lugar inhóspito para la vida (ésta es, de hecho, una de las frases que abren Gravity). La vida no está rodeada de muerte sino de un vacío casi inocente pero brutal. No es un accidente que el sistema de planetas donde la humanidad encuentra su futuro en Interstellar gire alrededor de “Gargantúa”, un hoyo negro. La constante amenaza de destrucción y la inevitable entropía del universo son una advertencia para que la humanidad nunca eche raíces en un sólo lugar ya que su supervivencia depende del movimiento.

Esta idea es de particular importancia en las tres películas. Los personajes en Gravity, Interstellar y the Martian tienen que moverse de un lugar a otro para poder continuar con vida y el universo no tarda en recordarles esta necesidad de movimiento en cuanto se sienten demasiado cómodos. Esa transición entre estados es una característica primordial de la obra de trayecto: una naturaleza episódica en la narrativa que impulsa a los protagonistas del estado A al estado B, todo esto en pos de un objetivo claro. Ese objetivo en estas tres películas es muy transparente: la supervivencia. En Gravity y the Martian la supervivencia del individuo y en Interestellar, la de la especie.

Gravity es la más primaria -temáticamente hablando- de las tres películas, debido a que la supervivencia que está en juego es exclusivamente la de sus protagonistas. En ésta, no hay ninguna misión trascendental ni de particular importancia para la supervivencia de la humanidad (la misión es sólo modernizar el Telescopio Espacial Hubble). La Dra. Ryan Stone es inexperta, proclive a la desesperación y, en muchos sentidos, se siente como un ser humano cualquiera en ese contexto tan abrumador. ¿Cómo entra entonces la película en esta comparación con las otras dos?

Sólo el tiempo dirá qué tan real es esta tesis, y ya sea que nos depare la trascendencia estelar o la extinción, hay algo de cierto en todo esto: la afrontaremos juntos.



​Estas tres películas pueden ser vistas entonces como una representación de la evolución interestelar humana. La más elemental de ellas, Gravity, sirve como un primer eslabón de esta cadena. Centrada en los aspectos más primitivos del ser humano, la película baila alrededor de constantes (y a veces demasiado obvias) imágenes relacionadas al nacimiento: el génesis embriónico, el génesis de la vida en la tierra (la panspermia), etc. Por eso tiene perfecto sentido que la película termine con una “impregnación” visual de la Tierra, con el ser humano regresando a sus orígenes sin estar aún preparado para el viaje estelar.

En The Martian la humanidad está más preparada para este salto y ésta es la película enlace entre Gravity e Interstellar. Aquí, la supervivencia de Mark Watney es central, sin embargo, también es claro que hay algo más en juego. Para Mark, el riesgo del viaje es parte de un sacrificio consciente por la humanidad. En esta película ya se empiezan a dibujar aspectos que trascienden al individuo tales como la colonización y la búsqueda del conocimiento, además de que ahora, el arma más importante del protagonista ya no es el instinto sino la ciencia, con la cual, Mark se convierte en el primer colonizador fuera de la Tierra.

Finalmente, Interstellar es el cierre. Un salto cuántico centrado en el éxodo de la humanidad. Stephen Hawking dijo una vez que la humanidad debe colonizar el espacio en los próximos 200 años o enfrentarse a la extinción segura: todo en el Universo tiene una fecha de caducidad. La vida en la Tierra morirá, nuestro Sol y sistema solar también, incluso el Universo. ¿Dónde quedará la humanidad en este panorama desolador? Interstellar se plantea varias de estas preguntas. Desde el poema de Dylan Thomas leído por el personaje de Michael Caine: “Do not go gently into that good night”, hasta en la terca perseverancia de Cooper y Murph por encontrar una respuesta.

Interstellar involucra además, un viaje paralelo de naturaleza espiritual y, aunque hay elementos de espiritualidad en las tres películas, sólo en Gravity e Interstellar son palpables. En la primera es algo más místico y personal, una oda a la fuerza del espíritu individual ante la adversidad mientras que en la última, se trasciende al uno y se enfoca en la conexión entre dos, entre miles, entre millones. Interstellar está basada en la idea de que la humanidad, como especie, está conectada más allá de razas, de ideas o, incluso, de la vida biológica. Interstellar defiende que el amor es una fuerza cuántica que trasciende al tiempo y al espacio.

Sólo el tiempo dirá qué tan real es esta tesis, y ya sea que nos depare la trascendencia estelar o la extinción, hay algo de cierto en todo esto: la afrontaremos juntos.

Nota: Hablar de géneros dramáticos más allá de la tragedia, la comedia y el melodrama es problemático ya que no hay un consenso universal sobre qué constituye cada uno de los otros géneros. Entre estos, uno de los más nebulosos es el de la tragicomedia que en este artículo será también llamada “obra de trayecto” y cuya definición en este artículo está más cercana a la escuela de género de Luisa Josefina Hernández. 
​



Carlos Tello de Meneses (Estado de México, 1989)
Es guionista, maestro y artista marcial. Fundador del Mamastrofismo. Crea universos fantásticos  y diseña batallas y peleas compulsivamente. Actualmente estudia el Curso de Guión Cinematográfico en el CCC.
@GurthrogSolrac

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