Por Rafael Martínez García En 2002, un par de años antes de ganarse a la crítica y al público con su estupenda ópera prima Temporada de Patos, Fernando Eimbcke escribió y dirigió el cortometraje La suerte de la fea… a la bonita no le importa, el cual fue financiado por CONACULTA-IMCINE tras resultar ganador en la primera edición del Concurso Nacional de Proyectos de Cortometraje. Me topé con esta película por primera vez hace varios años dentro de la colección de cortos mexicanos en DVD "Cortometraje, más que un instante" y desde entonces quedé sorprendido por su sencillez y efectividad. En lo personal, siempre he disfrutado mucho ver en pantalla el trabajo de un director que se está divirtiendo con su oficio. Formado en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, en aquéllos días en los que hacer cine en nuestro país era complicadísimo, Eimbcke le dio espacio en su obra a la comedia, algo que aún hoy sigue pareciendo un sacrilegio para buena parte de los que hacen cine en México. La suerte de la fea… es una comedia tan simple en su superficie y tan clara en su núcleo temático, que podría parecer poco relevante, pero no lo es en ningún sentido. Nos presenta a Susy, una mujer que, como muchas otras, es víctima de los inalcanzables cánones de belleza establecidos por la televisión, la publicidad y la moda. Ha hecho ya su mayor esfuerzo, dietas extremas, ejercicios complicados y demás, pero no ha podido acercarse siquiera al peso ideal (¿para ella o para el canon?). Decepcionada, quiere volver a los placeres de la chica promedio y comerse un bote de helado completo, pero un hada madrina se aparece frente a ella, Pamela (en clara referencia a Pamela Anderson y su personaje de Guardianes de la bahía), y le ofrece cumplirle tres deseos. A partir de esta pequeña anécdota, Eimbcke desarrolla una comedia de enredos muy sustentada en el diálogo, con actuaciones hilarantes, que corre con un ritmo envidiable (cada momentito es disfrutable) y se convierte en toda una clase de narrativa breve. Al concluir el relato, nuestra querida Susy habrá aprendido a valorarse a sí misma y a las demás personas a partir de su belleza interior... o no. Y como si estas virtudes de guión no fueran suficientes, encontramos todo envuelto en una forma muy elegante. Sobresaliente puesta en cámara, diseño de arte, edición y sonido. Una verdadera joya. Pero lo mejor de todo, al final, es el recuerdo de haber visto en algún momento a un público reaccionar con tanto entusiasmo a este cortometraje. Ese es, sin duda, el medidor más claro de la calidad de un trabajo de este tipo.
|
Archivo
October 2020
Categorías |