Por Karen Barrera Hoy en día, las películas animadas infantiles se han convertido en el medio perfecto para enviar un mensaje a un público que abarca a todas las edades, aunque algunas, irónicamente, parezcan estar hechas directamente para adultos. Esto sucede, sobre todo, cuando hablamos de una película de Pixar. Estas representaciones animadas y llenas de colores no sólo entretienen al público infantil sino que son capaces de tocar las fibras más sensibles del joven y del adulto, los cuales no pueden evitar identificarse con los diálogos, las acciones y las situaciones que viven los personajes. Esto es precisamente lo que ocurre con Wall-E, película en la cual, el personaje principal es un viejo robot que se ha convertido en el único habitante de la tierra y de quien su única compañía es una pequeña cucaracha que ahora es su mascota. Este pequeño robot hace su trabajo: limpia y forma edificios con montones de basura de los cuales, es imposible deshacerse. Así transcurren los días para Wall-e: descubre de entre los desperdicios las cosas verdaderamente valiosas que tenían los humanos y sueña cada noche con vivir en un mundo lleno de colores, música y baile, como si de una película hollywoodense se tratara. Sin embargo, sueña, sobre todo, con compartir todo eso con alguien, con el contacto con ese par suyo, con poder tomarle de la mano. Es entonces cuando llega Eva, una robot moderna que va en busca de vida vegetal que demuestre que la tierra vuelve a ser habitable. Finalmente, la bella robot se convierte en el complemento perfecto de Wall-e.
Con este encuentro surge la magia de Pixar y nos enfrentamos a dos mundos: el que ha sido destruido por el ser humano por su infrenable acción de desechar y la nueva nave del espacio donde el contacto se da únicamente a través de medios digitales, eliminando así todo tipo de interacción humana. Este nuevo mundo está poblado de seres con sobrepeso por su nula actividad física y por la “fantasía” de que se puede hacer todo sin el menor esfuerzo ¡gracias a la magia de la tecnología! Es así como Wall-e rompe esquemas: un robot que sueña con tener una vida diferente, llega a este mundo moderno a enseñarles lo que es vivir, compartir, disfrutar. Él y Eva ayudan a poblar de nuevo la tierra y nos envían un mensaje desde el futuro: dejar de ser desechables y cuidar lo que se tiene, no sólo desde la perspectiva ecologista sino también desde el punto de vista de las relaciones humanas, de nuestra salud física y mental. Pixar logró de nuevo una obra increíble, llena de magia. Con la trama, la música, el arte y la animación, Wall-E hace guiños a la historia de la humanidad y hace una crítica social que, más que generar culpa, lanza un mensaje de alerta: el mismo mensaje que impactó en 2008 y que ahora, siete años después, sigue conmocionando. Así como ésta, hay muchas historias que nos salvan la vida y hay otras que, incluso, podrían salvar el mundo.
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October 2020
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