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Voz en off

Cine: reseñas, testimonios y memorias

Emma Thompson: dar sentido a la sensibilidad

5/24/2016

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Por Gustavo Ambrosio
Picture

No son pocos ni pequeños los nombres de directores de cine que tachan de meros “modelos” el trabajo de los actores en el cine. Robert Bresson y Alfred Hitchcock sustentan bien esta idea al poner el montaje y la imagen como principal motor de la expresión fílmica.

Emma Thompson, una actriz británica, afamada y poderosa en el escenario teatral y televisivo es una de las intérpretes que ha demostrado que, muchas veces, el poder de la escritura, la película filmada en papel puede hacer palidecer a muchas otras producciones basadas en la imagen, incluso rescatar o trascender hacia otras formas de expresión a la literatura y el teatro.

Si dejamos de lado sus adaptaciones comerciales de Nani Mc Peeh, Thompson escribió dos de las adaptaciones cinematográficas más sólidas de los últimos años;  se trata de la obra de Margaret Edson, y ganadora del Pulitzer, WIT, filme sobre una profesora de literatura que padece cáncer, el cual también protagonizó gracias a la labor de HBO; y quizá, la más famosa, y por la cual ganó el Oscar de guión y además revivió el poder emotivo de las historias de Jane Austen: Sentido y sensibilidad.

La historia de dos hermanas, una demasiado sensata y la otra demasiado emocional, que se enamoran de dos hombres ricachones. Una telenovela para algunos, pero que Thompson logra reproducir y adaptar una dualidad de cómo reaccionamos al amor y el cortejo de pareja.  Un retrato humano, de época sí, pero que trasciende los vestuarios y decorados de la Inglaterra antigua.

¿Quién no ha tenido que renunciar a amar a otro sólo por temor a no ser correspondido o a lo que la sociedad pueda decir? ¿Quién no ha sufrido por haberse entregado sin una pizca de precaución a quien cree el amor de su vida?

Thompson loga quitarle esa aura de clásico literario plano al libro de Austen y lo convierte en una película con una estructura dividida en dos que cuenta con varios clímax y personajes corales que acompañan a la dualidad de hermanas hasta el final, y que, transforma el final, dejando una sensación de amarga dulzura debido a lo terrenal de las decisiones de los personajes y que sepultan el cariz excesivamente romántico de otras historias como Orgullo y prejuicio.

Ayudada por el talento tras las cámaras de Ang Lee y un excelente reparto, encabezado por ella y Kate Winslet, la actriz inglesa no sólo cierra la boca a aquellos que lanzan un dedo acusador al cine hecho con actores, para actores o por actores. El “teatro bastardo”.

Y hablando de “teatro filmado”, en 2001, la palabra, la muerte, Arvö Part y John Donne se conjugaron en una película para televisión que ya mencionamos, Wit (categoría que a muchos les causa escozor mencionar)¿Cómo lograr que una obra, casi en primera persona, con rompimiento de la cuarta pared y encima, sobre poesía metafísica se convirtiera en un éxito?

Si preguntáramos a Tarkovski o a Eisenstein o al mismo Malick cómo lograr tal propósito para cine, la respuesta sería la imagen, pero la señora Thompson apostó por lo que da origen al teatro y la poesía, la palabra, la palabra expresada.

La poesía metafísica discurre en cada uno de los encuadres de WIT apoyados de los excelentes diálogos de Margaret Edson y la estructura fílmica que ha tejido Emma para que no se convierta en un viaje visualmente aburrido.

Emma sabe que el alma de la obra se encuentra en la expresión actoral y consigue a Mike Nichols para ello. Ambos construyen el guión de una de las obras maestras de los “telefilmes” y que se apoya en el diálogo y en el trabajo de sus actores. Teatro bastardo que ensombrece la búsqueda más humana a través de las imágenes.

Quizá Emma Thompson nunca hubiera aceptado trabajar con Hitchcock o Bresson por el mismo planteamiento de su sistema de hacer cine. Para nada. Una actriz es una actriz. Y la expresión puede darse en un mismo arte de distintas formas. Y es por ello que ha adaptado obras donde lo que vale es la interpretación y no el encuadre. Darle sentido a la expresión del actor a través del celuloide o las cámaras digitales. Porque hasta un rostro, la forma de abordar una escena y el diálogo dicho con cierto matiz, es para el actor, y en este caso, guionista, más impactante que un poderoso juego de lentes y sombras, y eso ha logrado la señora Thompson.
​



Gustavo A. Ambrosio Bonilla (Pachuca, 1992)
Periodista en Grupo Milenio. Crítico de cine en Corre Cámara. Fue reportero de espectáculos en Filmeweb y Hey. Antes que cineasta, cinéfilo. Estudia guión en el CCC. Su película favorita es Las Horas de Stephen Daldry. Su cortometraje ¡Están curados! fue seleccionado para participar en el séptimo Rally Universitario GIFF 2015.

@guskubrick
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