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Cine: reseñas, testimonios y memorias

Duelo de personalidades

12/22/2015

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Por José Luis Ayala Ramírez
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Experimentado de los teatros de Broadway, a sus 30 años Sidney Lumet decidió incursionar en el mundo del cine por primera vez adaptando la obra teatral de Reginald Rose, Doce hombres en pugna, un relato sobre un grupo de hombres que son llamados como jurado de un caso donde se deberá determinar la culpabilidad o no de un chico acusado de asesinar a su padre.

Con este simple argumento, esta ópera prima desarrolló uno de los mejores estudios psicológicos de personajes que se hayan hecho tanto para el cine como para el teatro, ya que el guión no solamente se dedica a darle un peso importante a cada protagonista, sino que literalmente los desnuda a cada uno de los 12 para exponernos sus motivaciones, sus creencias, sus defectos de lo que son como personas, y lo hace con suma sutileza mediante acciones y diálogos que se van desencadenando a lo largo este filme, que no es sino un excelente retrato de las relaciones humanas.

Es realmente muy meritorio lo que hacen en conjunto tanto Sidney Lumet como director como Reginald Rose como guionista, y es que a pesar de que no conocemos nada de la vida de estos hombres, crean para el espectador un lazo personal o hasta una extraña empatía con al menos uno de ellos, ya que prácticamente todas las personalidades comunes del ser humano se encuentran dentro del cuarto del jurado, lo racional, lo irracional, el pensamiento introvertido y el sentimiento extrovertido, mientras unos se dejan guiar por sus emociones otros utilizan más el pensamiento y la intuición para llegar a una respuesta.

El primer  jurado es el que está ahí por orden del tribunal. Lo mandaron para que la pugna se llevara a cabo de manera ordenada y limpia, y lo intenta de cierta manera sin embargo la desesperación de no poder controlarlo puede jugar un papel importante en él.

Nuestro segundo hombre es el más joven de todos y por tanto el de menos experiencia, no está seguro de por qué el acusado es culpable. Aquí es muy importante el desarrollo que tiene, pasa de ser tímido e introvertido a imponerse incluso a los más maduros del jurado.

Enorme interpretación de Lee J. Cobb como el jurado número tres, un hombre que posee también un desarrollo importante. Comienza dando sus motivos pero poco a poco una ventana familiar aparece dentro de él lo que lo ciega a escuchar los hechos, su intención es firmemente llevar al acusado a la silla eléctrica, siendo la dureza su principal característica.

El cuarto jurado es,  junto al ocho,  el más inteligente de todos, busca la perfección en el caso, es un hombre serio y que busca resolver las cosas de manera inteligente sin involucrarse emocionalmente. Si bien está convencido de la culpabilidad del chico está atento a los motivos de los demás.

El quinto personaje  viene de un barrio pobre igual que el acusado por lo tanto es el que mayor identificación tiene con él, sin embargo tampoco está seguro de su inocencia, poseerá una importante rivalidad con el jurado número 10 que se explicará más adelante.

El jurado 6 representa al hombre común, clase obrera trabajadora, pero justo ante todo, no tolera a las personas irrespetuosas y que se quieren pasar de listos. Es respetuoso y busca más que nada llevar las cosas en orden, en este caso es un buen apoyo para el jurado número 1.

El jurado número siete es muy común hoy en día en tiempos del convencionalismo, aquí tenemos a un hombre que simplemente no le importa el caso, el número 7 tiene boletos para un partido de béisbol por lo que desea irse pronto, no le importa levantar la mano para declarar culpable al chico y tampoco le interesa cambiarse de bando cuando la balanza se pone a favor a este.

Quizás tenemos a la mejor interpretación de Henry Fonda como el jurado 8 es un hombre justo, honesto, valiente, inteligente, no le importa defender solo al acusado, busca motivos y razones a cada una de sus dudas, es muy sabio y destapa cosas que en el propio caso no habían sido vistas. El abogado de las almas caritativas lo que puede llegar a ganarle muchos enemigos, el más importante el jurado número 3 con quien tiene una importante riña durante la pugna.

El noveno jurado es un personaje maravilloso, el más viejo de todos y por tanto el más sabio, el que ve cosas que nadie más ve, sus aportaciones son muy importantes, cada vez que abre la boca es para decir algo de suma importancia. Es el mayor cómplice del número 8, el único que decide apoyarlo cuando parecía que todo estaba en su contra.

Nadie interpreta mejor el prejuicio que Ed Begley como el número 10, un hombre prejuicioso contra las personas que vienen de los barrios pobres, no entiende razón y solo piensa que el acusado es culpable por crecer donde lo hizo, algo que el jurado número 5 toma de forma personal durante varios momentos.

El jurado 11 es hombre cuya mayor virtud es escuchar y ser muy respetuoso de igual manera, no tiene un bando como tal y busca que se haga justicia ante todo, posee una riña importante con el número 7 por la falta de interés de este.

El último jurado es el más vulnerable de todos, es un publicista y por lo mismo se trata de un blanco fácil para los bandos, busca quedar bien con la mayoría para buscar su propia conveniencia fuera del juicio.

Doce desconocidos en un cuarto para determinar la culpabilidad de una persona dan acto a una sobre exposición de la personalidad, las relaciones y enfrentamientos que esta puede ocasionar al encontrarse con una que sea totalmente adversa.

Doce hombres en pugna es así un retrato de la condición humana y el enfrentamiento de personalidades, una película que supone un autentico descubrimiento para el espectador, incluso para reencontrarse con uno mismo. Sin duda una de las mejores adaptaciones teatrales para el cine que se hayan realizado.

Experimentado de los teatros de Broadway, a sus 30 años Sidney Lumet decidió incursionar en el mundo del cine por primera vez adaptando la obra teatral de Reginald Rose, Doce hombres en pugna, un relato sobre un grupo de hombres que son llamados como jurado de un caso donde se deberá determinar la culpabilidad o no de un chico acusado de asesinar a su padre.

Con este simple argumento, esta ópera prima desarrolló uno de los mejores estudios psicológicos de personajes que se hayan hecho tanto para el cine como para el teatro, ya que el guión no solamente se dedica a darle un peso importante a cada protagonista, sino que literalmente los desnuda a cada uno de los 12 para exponernos sus motivaciones, sus creencias, sus defectos de lo que son como personas, y lo hace con suma sutileza mediante acciones y diálogos que se van desencadenando a lo largo este filme, que no es sino un excelente retrato de las relaciones humanas.

Es realmente muy meritorio lo que hacen en conjunto tanto Sidney Lumet como director como Reginald Rose como guionista, y es que a pesar de que no conocemos nada de la vida de estos hombres, crean para el espectador un lazo personal o hasta una extraña empatía con al menos uno de ellos, ya que prácticamente todas las personalidades comunes del ser humano se encuentran dentro del cuarto del jurado, lo racional, lo irracional, el pensamiento introvertido y el sentimiento extrovertido, mientras unos se dejan guiar por sus emociones otros utilizan más el pensamiento y la intuición para llegar a una respuesta.

El primer  jurado es el que está ahí por orden del tribunal. Lo mandaron para que la pugna se llevara a cabo de manera ordenada y limpia, y lo intenta de cierta manera sin embargo la desesperación de no poder controlarlo puede jugar un papel importante en él.

Nuestro segundo hombre es el más joven de todos y por tanto el de menos experiencia, no está seguro de por qué el acusado es culpable. Aquí es muy importante el desarrollo que tiene, pasa de ser tímido e introvertido a imponerse incluso a los más maduros del jurado.

Enorme interpretación de Lee J. Cobb como el jurado número tres, un hombre que posee también un desarrollo importante. Comienza dando sus motivos pero poco a poco una ventana familiar aparece dentro de él lo que lo ciega a escuchar los hechos, su intención es firmemente llevar al acusado a la silla eléctrica, siendo la dureza su principal característica.

El cuarto jurado es,  junto al ocho,  el más inteligente de todos, busca la perfección en el caso, es un hombre serio y que busca resolver las cosas de manera inteligente sin involucrarse emocionalmente. Si bien está convencido de la culpabilidad del chico está atento a los motivos de los demás.

El quinto personaje  viene de un barrio pobre igual que el acusado por lo tanto es el que mayor identificación tiene con él, sin embargo tampoco está seguro de su inocencia, poseerá una importante rivalidad con el jurado número 10 que se explicará más adelante.

El jurado 6 representa al hombre común, clase obrera trabajadora, pero justo ante todo, no tolera a las personas irrespetuosas y que se quieren pasar de listos. Es respetuoso y busca más que nada llevar las cosas en orden, en este caso es un buen apoyo para el jurado número 1.

El jurado número siete es muy común hoy en día en tiempos del convencionalismo, aquí tenemos a un hombre que simplemente no le importa el caso, el número 7 tiene boletos para un partido de béisbol por lo que desea irse pronto, no le importa levantar la mano para declarar culpable al chico y tampoco le interesa cambiarse de bando cuando la balanza se pone a favor a este.

Quizás tenemos a la mejor interpretación de Henry Fonda como el jurado 8 es un hombre justo, honesto, valiente, inteligente, no le importa defender solo al acusado, busca motivos y razones a cada una de sus dudas, es muy sabio y destapa cosas que en el propio caso no habían sido vistas. El abogado de las almas caritativas lo que puede llegar a ganarle muchos enemigos, el más importante el jurado número 3 con quien tiene una importante riña durante la pugna.

El noveno jurado es un personaje maravilloso, el más viejo de todos y por tanto el más sabio, el que ve cosas que nadie más ve, sus aportaciones son muy importantes, cada vez que abre la boca es para decir algo de suma importancia. Es el mayor cómplice del número 8, el único que decide apoyarlo cuando parecía que todo estaba en su contra.

Nadie interpreta mejor el prejuicio que Ed Begley como el número 10, un hombre prejuicioso contra las personas que vienen de los barrios pobres, no entiende razón y solo piensa que el acusado es culpable por crecer donde lo hizo, algo que el jurado número 5 toma de forma personal durante varios momentos.

El jurado 11 es hombre cuya mayor virtud es escuchar y ser muy respetuoso de igual manera, no tiene un bando como tal y busca que se haga justicia ante todo, posee una riña importante con el número 7 por la falta de interés de este.

El último jurado es el más vulnerable de todos, es un publicista y por lo mismo se trata de un blanco fácil para los bandos, busca quedar bien con la mayoría para buscar su propia conveniencia fuera del juicio.

Doce desconocidos en un cuarto para determinar la culpabilidad de una persona dan acto a una sobre exposición de la personalidad, las relaciones y enfrentamientos que esta puede ocasionar al encontrarse con una que sea totalmente adversa.

Doce hombres en pugna es así un retrato de la condición humana y el enfrentamiento de personalidades, una película que supone un autentico descubrimiento para el espectador, incluso para reencontrarse con uno mismo. Sin duda una de las mejores adaptaciones teatrales para el cine que se hayan realizado.
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José Luis Ayala Ramírez (Ciudad de México, 1988)  
Licenciado en Comunicación, co fundador y columnista de la sección de Cine en la Revista Alegato, además escribe para la página web Konexión y la revista hidalguense bimestral Id.mx. Su película favorita es Million Dollar Baby, admira el guión de Testigo de cargo de Billy Wilder y sus musas actorales son Bette Davis y Meryl Streep.

@ayala1788

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