Por Carlos Tello de Meneses “Todas estas tradiciones fueron empezadas para protegernos” dice Steve Wilkins, director de la escuela, mientras le da una lección sobre Halloween a uno de sus más problemáticos alumnos. Ahí el director plantea algunas de las reglas tácitas pero bien conocidas, e irreductibles, de la festividad. “No apagues tu Jack-o'-lantern antes de la media noche”, “ usa tu disfraz”, “siempre revisa tus dulces”, “distribuye golosinas”. Las cuatro reglas que rigen esta fiesta, y película, que son fieramente vigiladas y protegidas por la figura del pequeño Sam. El horror junto a la comedia y la acción son los géneros cinematográficos más primitivos. Más que cualquier otra cosa estas películas buscan generar principalmente un tipo de reacción emocional. La acción busca la emoción, la comedia la risa y el horror el miedo. De estos tres es el horror quien mina con mayor frecuencia las vetas folclóricas y mitológicas del ser humano. Después de todo muchos de los viejos miedos de la humanidad siguen presentes en nuestros genes, dispuestos a ser agitados por nuestras historias. Es una necesidad narrativa y existencial. Y uno de esos elementos folclóricos que utiliza con más frecuencia el horror es el de la tradición. Las tradiciones han sido, desde su instauración, mecanismos de supervivencia. Conjuntos de reglas y costumbres aceptadas por una sociedad como parte de su cultura. Ritos pasados por generaciones anteriores cuyo objetivo original era asegurar la supervivencia de la población. Halloween (la tradición central de esta película) es en particular una de las más fascinantes tradiciones culturales americanas, descendiente de varias tradiciones principal entre ellas la del festival celta de Samhain, que celebraba el fin de la cosecha y la noche en que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos era más tenue. Durante este festival se ofrecían sacrificios humanos, considerados un honor, para proteger a la tribu de la hambruna y asegurar una buena cosecha para el próximo año. También, para protegerse de los espíritus y demonios que rondaban la tierra durante la noche, la gente se disfrazaba para pasar desapercibidos entre ellos. Saltemos al siglo XXI y muchas de estas tradiciones han sido rebajadas, convertidas en bromas y diversión para conformar el festival de Halloween. ¿Pero qué pasaría si de repente esas viejas reglas retomaran su importancia de vida o muerte? Esa es la pregunta principal detrás de Trick 'r Treat. Detrás de todas las historias de esta antología de horror está el mismo conflicto: cómo se relacionan los personajes con esas viejas tradiciones y reglas. Personajes como Rhonda y Steve que no sólo siguen las reglas de la fiesta sino que también conocen a fondo sus oscuros orígenes entran en conflicto directo con otros personajes para los cuales Halloween es sólo una noche de fiesta y diversión. Las tradiciones de Halloween no son las únicas que están en juego durante esta noche, reglas más viejas, y estampas del género, que involucran temas como la inocencia, la sexualidad y el paso generacional de estas mismas reglas complementan y fortalecen las historias de esta película. Las reglas son simples y si las transgredes: mueres. Ya sea a manos del pequeño Sam(hein) o del destino.
Por Gustavo Ambrosio ¿Qué es un monstruo? Ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie. Esta definición de la RAE nos deja muy abierto el concepto del “monstruo”, aunque es claro que si por la calle se le pregunta a la gente ¿qué es para ellos un monstruo? Lo primero en llegar a sus mentes será un hombre lobo, un fantasma resucitado, un zombie, una criatura del pantano, un payaso diabólico o un vampiro…Pocas veces las personas señalarán a un hombre con corbata o de maletín, o se señalarán así mismos. El cine y la literatura utilizan figuras retóricas para crear siluetas mentales que ayuden al espectador a hacer conexiones, analogías que pueden reforzar ideas del terror que se esconde detrás de la sociedad más avanzada o los hombres de familia más amorosos. Las figuras retóricas pueden construir personajes simbólicos que toman una “sana” distancia de un tema que tratado tal cual puede alejar a la audiencia por lo incómodo del mismo. Así, ¿cuál es la similitud temática entre cintas como Michael de Markuz Schleinzer, Clown de Jon Watts y las adaptaciones fílmicas de Déjame entrar? Exacto, adivinaron, la pedofilia. Aunque las cuatro obras fílmicas tratan un mismo tema, el tono y la forma se alejan y se repelen. La cinta de Schleinzer está enmarcada en el realismo de corte Hanekeano más atroz y causa un pánico y una incomodidad digna de cualquier cinta de terror pero a la que pocos acogerían entusiastas con palomitas y refresco en una sala de cine. Es mucho más interesante la forma en que presenta el tema una película como Clown. La trama va sobre un padre de familia que se coloca un disfraz de payaso para celebrar el cumpleaños de su hijo, sin embargo, el disfraz está maldito y lo convierte en un payaso-demonio que devora niños. No nos detendremos en los giros facilones de la película de Watts, sino en la frescura de su tratamiento. Un hombre que descubre un intenso “apetito” por los niños y huye para proteger a su familia y a otros niños, pero el impulso es demasiado grande y va devorando criaturas una por una. Incluso las exige como sacrificio. Pierde la noción y a cada nueva víctima su ansia crece más y más. Esta alegoría de una pederastia disfrazada de payaso resulta interesante, ya que a diferencia de Eso, el deseo por los niños es más físico y carnal que metafísico y fantasmal. El deseo sexual es oculto por el deseo alimenticio. La forma en que se convierte en un “apestado” social y una cosa inherente a su piel que ya nunca se puede quitar. Por otro lado, el padre de Clown se asemeja al personaje del “cuidador” de Eli en la historia de Déjame entrar, más al del libro que al de las películas, ¿en qué sentido? El personaje de Déjame entrar vive atormentado por su deseo por los niños, los huye, y aunque se ve tentado trata de evitarlos, los anhela pero se aleja, su hambre se potencia hasta que se convierte en un monstruo mucho más monstruoso de lo que es, donde el límite de la mente humana, el sentido común se borra, y sólo queda el instinto, el apetito. El logro de Clown es que logra disfrazar un monstruo de un monstruo aparentemente más terrorífico, incluso más que el enclenque y servil personaje del “cuidador” de Déjame entrar que pierde mucho peso en las películas. Un payaso maldito que devora niños puede presentarse a las audiencias claramente sin que haya un grito de taboo de por medio, la magia del cine de horror es que puede utilizar símbolos que apelen a un miedo mucho más profundo. Todos podemos disfrutar y asustarnos de estos monstruos en pantalla y salir del cine con la aparente tranquilidad de que la ficción, ficción es. Pero sólo hay que dar un vistazo a películas como Michael y recordaremos que los monstruos casi siempre tienen más pinta de humanos que de demonios. Y el escalofrío recorre el cuerpo.
Por José Luis Ayala Ramírez El Resplandor de Stanley Kubrick es un filme muy especial, no sólo dentro de la filmografía de su director y en el género de terror, sino en la cinematografía en general. Pocos filmes pueden ser etiquetados con la palabra "locura", y esta épica de terror lo tiene este título muy merecidamente, no solo por el tema de la esquizofrenia que aborda, sino porque toda en ella parece trastornado, todo es tan poco común, y así fue el rodaje también, y también la escritura del guion, Kubrick llevo su perfeccionismo hasta los límites para hacer de su onceavo filme una experiencia aterradora en todo sentido. Basada en la novela de Stephen King, aunque ésta adaptación posee más elementos kubrickianos que los de su propio creador literario, algo normal tomando en cuenta que el propio novelista de terror nunca estuvo satisfecho con el resultado final debido a las libertades que Kubrick (junto a la co guionista Diane Johnson) se tomó a la hora de realizar la adaptación, sentenciando que el director de Naranja mecánica no entendía la esencia del género del terror. Sin embargo eso no detuvo al neoyorkino y dejó impreso su sello en cada una de las secuencias. El filme es uno de los mejores ejemplos de cómo al guion de cine lo distinguen las acciones no los diálogos (el mítico “Here´s Johnny” fue improvisado por Jack Nicholson), todo el horror, la esquizofrenia, la locura que desborda la historia se encuentra inmerso en las imágenes, primeramente desarrolladas en la escaleta para luego ser expuestas en pantalla con un trabajo visual y sonoro digno del mejores director escénico de todos los tiempos. Kubrick trabaja la esquizofrenia en cada rincón del filme, en cada sub trama, por ejemplo en el personaje de Jack Torrance aunque deja un poco del lado su alcoholismo, sí retrata la presión que tiene un propio escritor ante el bloqueo creativo, ante la búsqueda de ideas, la nula capacidad para que estas fluyan, y con sólo un par de acciones tan simples como ver a un escritor sentado ante su máquina de escribir sin utilizarla o verlo después jugando con una pelota de tenis lo expone perfectamente. Aunque el desarrollo de la trama sugiere que es el Hotel Overlook el que termina por desatar la locura de Jack, los inicios de esta transformación se dan en estas secuencias tan simples y cotidianas. Aunque tampoco sería de extrañar esta posibilidad, recordando que a lo largo de su filmografía los personajes de Kubrick son una especie de "altar ego" de su propia personalidad, así lo era Alex en Naranja mecánica o Barry Lyndon que mostraba la búsqueda de perfeccionismo que tanto caracterizaba el director, y probablemente Jack sea esa parte que refleja la locura de un cineasta enfermizo, que recordemos, sin ir más lejos, que terminó por maltratar psicológicamente a Shelley Duvall en varias de las escenas con tal de conseguir los resultados que buscaba. Una de las virtudes de la película es lograr causar miedo y tensión sin usar los clásicos efectismos de oscuridad y sorpresa que caracterizan tanto al género hoy en día, nuevamente esto se lo consigue con exposición de esquizofrenia apoyado por acciones comunes, un ejemplo magnifico son las escenas donde podemos ver a Danny paseando con su triciclo por el interior del Hotel, momentos tan sencillos como angustiosos, el trastorno puede sentirse por los pasillos y la falta de coherencia, algo adrede por parte de Kubrick es que las dimensiones de los interiores del inmueble son físicamente imposibles, ideado de esa forma para una nueva impresión de demencia. Otro momento terrorífico es la secuencia dentro de la habitación 237, de nuevo sin ningún diálogo o artificio que interfiera, es locura pura. Todos los elementos que forman El Resplandor; el Hotel, las gemelas, la mujer de la habitación 237, REDRUM, el libreto repetitivo, la fiesta, el amigo imaginario, son solo pequeñas partes que buscan exponer la esquizofrenia, hasta que por fin esta llega a materializarse rumbo al final del filme en forma de un laberinto, el cual puede ser definido como simbolismo de la locura de Jack, un sitio donde una vez dentro es casi imposible salir y de no hacerlo uno queda atrapado para siempre, en este caso su demencia se apodera de él y su mente queda dentro del Hotel Overlook, ahora el pertenece ahí como se interpreta en el zoom final hacia esa fotografía de una fiesta de 1921. Kubrick ejecuta su concepto de locura y lo proyecta en imágenes, y esa definición es El Resplandor, un deceso hacia las partes más enfermas de la mente y del propio cine, un cine que este director se encargo de evolucionar en todas sus partes y el género de terror no fue la excepción, aunque esto no sea del agrado de Stephen King.
Por Karen Barrera Hoy en día son pocos los monstruos de la pantalla grande que realmente podrían asustarnos. Muñecas diabólicas, personas poseídas, almas en pena, psicópatas con sierras y armas ostentosas que asesinan sin ton ni son para lidiar con sus pasados traumáticos; para los cuales basta con tan sólo echar una buena carrera o traer al sacerdote o espiritista más fregón para que acabe con ellos, pero ¿qué pasa cuando el terrible monstruo proviene de uno mismo?, ¿para dónde correr?, ¿a quién acudir? Han pasado seis años desde que Amelia dio a luz a Samuel y vio morir a su marido, desde entonces pasa los días tratando de educar a su hijo y superar la muerte de Oskar, lo cual se vuelve cada vez más complicado cuando Samuel insiste en la presencia de un monstruo que amenaza con matarlos y este parece cobrar vida a través de un cuento, El Mister Babadook. Es entonces cuando Amelia comienza a darse cuenta de que el miedo de Samuel es más real y siniestro que una simple pesadilla. Puede estar en una palabra, puede estar en una mirada, todos hemos conocido a Babadook, nos hemos encontrado con esa parte oscura que suponíamos no conocer, que inclusive, en el momento en que desaparece, hacemos de cuenta que nunca existió, lo olvidamos, intentamos hacernos creer que no es verdadero, que nunca lo fue. Esto es Mister Babadook, el miedo autentico, que no es fantasía y que a todos nos ha acechado alguna vez, quitándonos el sueño y la paz, una sombra constante de tormento creado por nuestra propia historia, nuestro pasado, nuestro presente, lo que alguna vez fuimos o, peor aún, lo que somos ahora. Jennifer Kent, logra, de una manera fascinante, llenar de terror la sala de cine, con su Babadook, sin enseñar de más, sin ser obvia ni caer en lo predecible, introduciendo el miedo en el espectador con cada composición de la cinta, el arte, el sonido, las actuaciones (por demás alucinantes), y, por su puesto, el guión; que te hace temer de todo, de Samuel, de Amelia, de ti mismo. Amelia, la aparentemente más abnegada de las madres que sólo se preocupa por el bienestar de su hijo, muestra, durante el transcurso de la historia, un cariño inusual respecto a Samuel, una crisis emocional que se esmera por negar, pero que la consume por dentro hasta poseerla por completo, hasta hacer relucir sus peores deseos. Es ahí cuando comienza el auténtico horror, cuando se quita el disfraz y adentro puedes ver aquello que es real y te niegas a mirar, ¿de quién realmente es la fantasía?, porque pareciera que la única ciega ahí es Amelia, y no la podemos culpar, ¿quién francamente se le desea enfrentar? ¿Quieren algo verdaderamente de terror?, cuéntenme qué tal se llevan con su Babadook.
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October 2020
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