Por Gustavo Ambrosio La primera vez que vi Rojo amanecer tenía como nueve años. La vi en la televisión, a altas horas de la noche, con mis papás al lado. No entendía realmente qué pasaba en aquel departamento, con aquella familia, ¿por qué se escondían? ¿por qué los mataban? Pero me quedó claro una cosa, aquello parecía real, era real, me diría mi padre después. Pasó. Años después, que la volví a ver, en otro contexto, sabía lo de la matanza de Tlatelolco y me imaginaba que, en cada departamento de ese lugar, había pasado algo similar a lo mostrado en la película. Cada palabra que leía sobre el 68 me remontaba a aquella película enclaustrada dirigida por Jorge Fons. Y es que la ficción te lleva a la realidad y viceversa. Pocos escritores de cine pueden lograr que un suceso político o social se desprenda del halo (aunque no totalmente) militante o ideológico para convertirse en un drama, en este caso, una tragedia y que sea una historia entrañable que toque a varios. Esto lo hace el señor Xavier Robles, quien escribió esta y otras películas como Las Poquianchis, Bajo metralla o Los motivos de Luz. Hace un año tuve la oportunidad de conocerlo, gracias a mi amiga directora y dramaturga Martha Rodríguez Mega, quien me ayudó a contactarlo para mi tesis de licenciatura de la carrera de Periodismo. Un hombre amable, lúcido, con ideas claras y con un objetivo específico sobre su labor en el cine: crear conciencia social, dramatizando la terrible realidad del país. El cine de denuncia de Robles se ha caracterizado por una cosa muy peculiar, la mayor parte tiene una investigación documental fincada en la labor periodística. Nunca olvidaré esa frase que me dijo en la entrevista “la obra para cine tiene un tío muy cariñoso que le ayuda a desarrollarse que es el periodismo”. Periodismo y guión. Dos formas de escritura actualmente desdeñados por la literatura convencional, aún cuando muchas veces alcancen cuotas iguales o mayores de expresión artística. Pero Robles no desdeña ninguna de las dos y las usa para sacarle jugo a sus historias. El drama de la vida diaria. El terrible impacto de la información transformada en carácter del personaje o trama de la situación. Pasa en Las Poquianchis, guión que partió de una investigación que él realizó sobre el caso y que le interesó a Felipe Cazals para hacerlo cine. Pasa con Los motivos de Luz, donde una nota roja se transforma en una tragedia griega. Donde la denuncia social, la lupa sociológica sirve de soporte para una Medea que vive entre paracaidistas en una zona marginal de México. Xavier Robles es un guionista comprometido con causas en las que cree y he ahí la honestidad del cine que escribe y la fuerza con la que lo hace. Utiliza la dramaturgia para cine como un arma de enseñanza, de reflexión y de crítica, más no de ideología o de pornomiseria. El cine escrito por Robles conoce a la gente de la que habla, no pretende hacer una denuncia social ramplona y a medida porque está “de moda” hablar de violencia, corrupción, pobreza, narcos o indígenas o del mal gobierno. Sus guiones no son un baño de pueblo, son para el pueblo. El ganador del premio Ariel en varias ocasiones, es uno de los grandes escritores de cine mexicano vivos y que entiende la denuncia social más allá del panfleto o el amarillismo violento. Entiende el cine como un medio donde la realidad puede convertirse en ficción para transformarse a sí misma.
Por Karen Barrera Perfect blue de Satoshi Kon es, sin lugar a dudas, La Película de los thrillers psicológicos, ya que a través de Mima, ex cantante de pop, Satoshi nos hace recorrer los truculentos caminos de la pérdida de identidad, del ser y no ser, más que como una cuestión filosófica Shakespeariana, como un duelo de vida o muerte. Todo inicia cuando nuestra protagonista Mima, integrante del grupo Cham, decide dejar de lado el mundo de la música para actuar. Con apenas un pequeño papel dentro de una serie televisiva, Mima ve acrecentar sus dudas y temores ante este cambio junto con las amenazas de fans inconformes con perder a la querida niña cantante pues su imagen ante el público sufre una transformación radical. De la chica dulce a la atrevida Mima, lo cual genera una avalancha de fanáticos obsesivos y letales que enfurecen contra su ídolo. Con este filme, exhibido en 1998, vemos nacer en pantalla y animación la figura del stalker y con el internet como un medio nuevo disponible para todos. Retrata el origen de este mundo virtual y sus alcances, a través del cual los fans de Mima la persiguen frenéticamente hasta el punto de confundirla a ella misma sobre sus deseos y acciones. De lo que es real y lo que no. Si eres de los que aún cree que el animé es cosa de niños, sin duda debes echarle un ojo a trabajo del guionista, Sadayuki Murai, quien junto con el director Kon, juega siniestramente con las emociones del espectador a través de los diálogos, acciones y situaciones de cada personaje, quienes están inmersos en un mundo donde en realidad nadie sabe lo que sucede. Tan fascinante es este juego del lenguaje cinematográfico que emplea Satoshi Kon, que Aronofsky compra los derechos y le hace un par de homenajes en dos de sus películas: Requiem for a dream (Requiem por un sueño) y Black swan (El cisne negro), aunque esta última es prácticamente el remake espiritual de la cinta y que muestra con cada toma el conflicto interno que viven las protagonistas. Es impactante como una película animada logra crear un ambiente de estrés total a través de un tema aparentemente inocente como lo es la madurez y dejar atrás nuestra infancia. El shock emocional que todos sentimos al descubrir que dejamos de ser niños y la lucha que desata el deseo de querer volver y a la vez no a la tierra de Nunca jamás. Se plasma éste síndrome de Peter Pan aterrador que invade la pantalla no sólo con uno, sino con varios de sus personajes. El espectador se vuelve presa de este juego siniestro de confusión y pánico mental, en el cual él mismo no puede distinguir entre lo que es falso y no, está extraviado, angustiado, igual que Mima, somos Mima. Nos manipula, nos envuelve en su angustia llevando al límite nuestra razón hasta el punto de perderla, nada es verdadero, todo es ilusión, producto de la mente de Mima, quizás ella misma no exista, o sólo es quizás que todos enloquecemos un poco al ver Perfect blue.
Por José Luis Ayala Ramírez Con apenas cuatro películas dirigidas y una serie de televisión, el japonés Satoshi Kon se convirtió en una de las grandes mentes del anime, director de un universo único y que dio prioridad a temas relacionados con la mente humana, tales como los sueños, que son el punto de partida para uno de sus largometrajes más alabados: Paprika. "La luz necesita a la oscuridad, el sueño a la realidad, la vida a la muerte" es una de las frases míticas del guión. Nos quedamos con el extracto del sueño que necesita a la realidad, o quizá sea la realidad la que necesite al sueño. Las personas necesitamos del sueño, necesitamos alejarnos del mundo físico para poder vivir e imaginar. La película es una odisea hacia el mundo de los sueños, el poder de la mente para crearlos y lo que estos pueden significar. Kon expone sus ideas a través de conceptos y metáforas que se van desencadenando en una historia que combina acción, surrealismo, fantasía e incluso algo de terror a nivel psicológico, mientras la realidad y el sueño se van combinando hasta no poder distinguirlos, y precisamente este es uno de los principales aciertos de Paprika, la sensación de estar en ese mundo onírico y perder de vista lo que es real. No es cine explicativo, es cine de sensaciones. También se rinde homenaje al cine como sueño, y es que no cabe duda que las películas son eso, sueños dentro de la mente humana que podemos visualizar en una pantalla, así es como Kon los entiende. En una de las escenas, podemos ver a uno de los protagonistas en una sala de cine mientras observa los sueños como si se tratara de una película, también en otro momento del filme vemos un elevador de subconsciente donde cada piso representa un nivel, en este caso un género cinematográfico diferente, un nivel de imaginación alterno. Nuevamente el homenaje constante hace presencia en la secuencia final, cuando uno de los personajes ya en la realidad (¿o no?) va a ver un filme recomendado por Paprika, su doctora de sueños. Hay que destacar la influencia del sueño en el cine y del cine del sueño en el cine. Con ello es inevitable poner de manifiesto la relación entre Paprika e Inception de Christopher Nolan. Resultan muy evidente que varias ideas que tomó el cineasta inglés para su filme fueron expuestas primero por el cineasta japonés en su filme animado. La más evidente sería la idea de poder navegar en el sueño de otras personas, incluso la posibilidad de crear sueños compartidos, en ambas historias utilizados para un mismo propósito, ver a todos los personajes posibles en acción dentro del mundo onírico. Luego está el tema del elevador, usado en el anime como niveles de subconsciente, mientras que en la hollywoodense se tratan de recuerdos almacenados por el propio soñador. Ambos filmes curiosamente toman como pretexto una trama de acción (atracos en este caso) para explorar la psique humana, de hecho los dos contienen un personaje principal con cierta inconsistencia en su mente, mientras la doctora Chiba/ Paprika sufre de un desorden de personalidad, en Inception Cobb (Leonardo DiCaprio) sufre de remordimiento por sus recuerdos, los cuales busca alterar. Quizá la novedad de la película de Nolan sea el concepto de la "idea" para cambiar el comportamiento de cualquier persona, como un virus que se apodera de la mente. Hay que decir a pesar de sus similitudes se trata de dos películas muy distintas, no soóo en su forma, sino en el fondo, una explora los sueños para crear sensaciones, la otra los usa para crear montaje cinematográfico. A Satoshi Kon no le gusta explicar nada, a Nolan sí. La desbordante imaginación que despliega Paprika es una de las características que hace al anime algo tan especial, ya es una técnica con la cual la fantasía y personajes "no reales" adquieren vida de la forma más natural posible, en una película live action seguramente las imágenes que aparecen en Paprika se verían ridículas, en una película de animación digital se vería artificioso, pero el dibujo, los trazos, la belleza que refleja la técnica del anime hace que todo pueda suceder en este género cinematográfico, incluso que un desfile donde aparecen ranas, muñecas, la Estatua de la Libertad y Winnie Pooh se vea extrañamente creativo y fantasioso. Con el anime todo es posible, así como en los sueños, como en el cine, la imaginación no tiene límites.
Por Gustavo Ambrosio En la actualidad ¿cómo es el mecanismo socioeconómico que permite avanzar eso que llamamos mundo? Primero, hay un deseo de poseer un objeto, lo satisfaces, lo tomas e incluso consigues de más. Luego caes en bancarrota y los bancos o empresas te cobran la deuda de consumo desmedido. Acto seguido debes buscar un empleo en esos mismos bancos o empresas para poder salir del atolladero, y para ello debes fundirte en un sistema que parece una lucha darwiniana por sobrevivir. El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki nos presenta un mundo de fantasía donde cada dibujo, cada personaje y cosa presenta una especie de fábula sobre un mundo corporativo y que pasa del espíritu en busca de la satisfacción y el dinero. Así, Chihiro y sus padres viajan a un nuevo hogar cuando deciden parar en un lugar misterioso, ahí los padres encontrarán no sólo jinzos sino un manjar repleto que no dudan en devorar. Sin embargo, al ingerir la comida se convierten en unos cerdos y el mundo comienza a transformarse. He aquí, el primer paso del capitalismo. El consumismo y su resultado. Siguen los pasos. Chihiro busca a sus padres que han sido llevados a un corral, para ello cuenta con ayuda de un joven misterioso y posteriormente entra a un “hotel” inmenso donde cientos de dioses acuden a obtener relajación y placer. Paso siguiente, Chihiro debe conseguir empleo en ese engrane aceitado para liberar a sus padres de la bruja Yubaba, una perfecta representación de una ejecutiva, e inmediatamente después su nombre, aquello que la hace única y singular, le es arrebatado. “Chihiro, que lindo nombre, es tuyo, cuídalo”, con esta frase se rompe la uniformidad obrera y sobrevive el individuo en medio del trabajo duro y pocas veces apreciado. La magia del lugar también metaforiza el terrible daño a la ecología y cómo las empresas pueden ayudar a salvar el mundo. Ejemplo cuando el Dios contaminado es ayudado por Chihiro a limpiarse. También un mensaje sobre la codicia, la corrupción y el reptarismo funcional representado por el SIN ROSTRO. Mientras que el mar y el tren son ese lugar que lleva más allá, que nos traslada a un lugar que no retornas, un mundo que sigue un solo camino. El filme ganador del Oso de Oro de Berlín y el Oscar de animación en 2002, es una poderosa historia comparable al mundo irónico y arrevesado de Alicia en el país de las maravillas, pero que en su aparente “incoherencia” tiene un sistema bien acomodado que lo aleja de las normas casi espontáneas de la historia de Lewis Carroll. Chihiro es un retrato social desde el punto de vista laboral y cómo esa maquinaria de “placer” que llamamos industria y que busca hacernos “la vida más fácil” , a su vez, nos convierte en cerdos listos para el matadero para ser consumidos por los Dioses, los seres de “arriba”. Un sistema que absorbe tu nombre, te despoja de cualquier individualidad y hace crecer el individualismo. Ante ello, la niña heroína por excelencia del estudio Ghibil , nos enseña que lo que debe quedar siempre, en ese mundo mágico actual dominado por el capital, es el saber que tu objetivo es amar a tu familia, a tus amigos y a aquellos que lo necesitan. Chihiro somos todos, todos tenemos un nombre, debemos cuidarlo, es nuestro.
Por Carlos Tello de Meneses Deténgase si no ha visto esta película antes. Un forastero sin nombre, que resulta ser un gran guerrero, se ve envuelto en una disputa entre dos bandos rivales, que a pesar de que trata de seguir su camino sin intervenir, algo que ama lo detiene y lo obliga a inmiscuirse y arriesgar su vida. Yojimbo, For a Fistful of Dollars, Rango, The Road Warrior, Last Man Standing son sólo algunos ejemplos de este personaje, el guerrero sin nombre ni hogar que deambula entre pueblos. La espada del forastero del director Masahiro Ando y el guionista Fumihito Takayama toma a este personaje para contar una historia simple, pero potente, de redención y amistad. Un Jidaigeki animado que cómo muchos de los clásicos del género de maestros como Kurosawa, Kobayashi, Inagaki y Gosha hace varias preguntas sobre la naturaleza y contradicciones del guerrero en su sociedad. En el caso de La espada del forastero las pregunta central es: ¿Qué significa la lealtad? y ¿a cambio de qué? Desde que vemos por primera vez a Nanashi (sin nombre en japonés) se nos presenta como el clásico ronin cansado de la guerra, con una espada amarrada a su funda y un desinterés por todo lo que no sea comer, dormir y caminar de pueblo en pueblo. Sin embargo, la espada envainada del protagonista no es un rechazo a la violencia o a su disposición de matar. Su espada está envainada porque ha perdido la fe en el servicio. Ya no sabe si hay algo por lo que valga la pena pelear y morir. A través de los bandos antagonistas se nos muestra lo inútil y vacío que puede ser el servicio a nombre de la política y del poder. Las vidas de los hombres y mujeres que pelearon en ambos bandos fueron desperdiciadas. Incluso el gran guerrero rubio, cuya único motor interno era encontrar un rival digno, descubre en sus últimos momentos lo inconsecuente que puede ser el servir a la espada misma. Nanashi descubre que el único servicio digno y real es aquél que ofrecemos a los que amamos. Por eso la relación entre Nanashi y el huérfano Kotaro es el centro emocional, temático y dramático de la película. A través de su relación Nanashi logra sublimar la culpa que lo ha estado atormentando por años. Para él el servicio fiel en nombre del shogún ha sido sólo fuente de dolor y culpa. No es coincidencia que el momento más emocionante y poderoso de la película es cuando Nanashi finalmente desenvaina su espada, esta vez para proteger algo que cualquiera puede comprender: aquello que amamos. “El único servicio digno y real, el único por el que vale la pena pelear y morir, es aquél que ofrecemos a los que amamos”
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October 2020
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