Por Karen Barrera Dos personalidades completamente diferentes se ven obligadas a pasar juntos un par de días a pesar de que se detestan y darían lo que fuera por estar en otro lado, ¿el resultado?, caen completamente enamorados haciéndole creer al espectador que cualquier diferencia puede ser superada gracias al amor. Comedia romántica estructurada por todas las de la ley como tal, y con el final feliz esperado de que ambas parejas protagonistas, las de las hermanas Higareda, terminen juntos, felices y además enamorados mágicamente tras pasar un tiempo, casi obligados, juntos. A + B = C. La misma fórmula, la que no falla, la que no tiene pierde y garantiza que las parejitas, que apenas están saliendo y acceden a la película escogida por el otro sin chistar, irán a ver. Tradicionalista o cliché, el que mejor les parezca que describe al exitazo Cásese quien pueda, porque a pesar de todos sus pesares fue un taquillazo que la mayoría de los mexicanos fue a ver así sea de calidad dos estrellitas o cinco. Por Erick Guadarrama Hablando de actores que se también fungen como guionistas, es difícil no pensar en quien se ha destacado como todólogo en el mundo cinematográfico. Hablamos de Woody Allen, quien es reconocido por ser un neoyorquino excéntrico, fanático de la comedia y la pieza, principalmente. Por quienes no son fanáticos de sus películas; y quienes sí pueden afirmarlo. Para ver al actor-guionista el mejor momento es su temprana Play It Again, Sam o Sueños de un Seductor en las traducciones al español. Pues es el texto que más evoluciones ha tenido en su quehacer como cineasta. El argumento ve la luz primero en los escenarios de Broadway a finales de los años sesentas, para después aparecer en cine a principios de los setentas. Lo más relevante es que el mismo Allen se siente inmaduro para dirigir la versión fílmica, y le pide a Herbert Ross que sea quien tome ese puesto. Pero, ¿qué hace relevante a este texto de otro de Woody Allen? La misión de plantearnos una poética personal desde aquí a adelante. El texto teatral ya se plantea el juego entre el melodrama y la comedia. Allan Felix (Woody Allen) es un cinéfilo que vive una etapa de patetismo tras su divorcio y ha encontrado refugio en las películas de Humphrey Bogart. Un matrimonio de amigos suyos, Linda y Dick (Diane Keaton y Tony Roberts), lo incitan a buscar el amor verdadero, a contrapelo un alter ego suyo se manifiesta en la imagen de Bogart (Jerry Lacy) quien le aconseja sobre como interactuar con las mujeres; un gurú del ligue. Por Arisbeth Márquez Lena Dunham es guionista, actriz y directora. En el 2010 dirigió su primer largometraje de nombre “Tiny Furniture”. Luego de su éxito en festivales de Estados Unidos como SXSW (South by Southwest) y de ganar el premio al mejor primer guión en los Independent Spirit Awards, el aclamado productor Judd Appatow (Ligeramente Embarazada, Virgen a los 40), le ofreció realizar una serie en la que ella sería la showrunner y encargada de casi toda la dirección. Lena llamó a sus amigos escritores, casi todas mujeres y la mayoría oriundas de Nueva York, donde ella creció. Después de unos meses de trabajo, el resultado fue Girls, serie que lleva ya cinco temporadas en HBO. Lena puede ser odiada o amada, tal como los protagonistas que ella crea, ya sea la desesperante, egoísta y parlanchina Hannah (Girls) o la callada, inadaptada e incómoda Aura (Tiny Furniture); ambas son pedazos de la misma actriz y escritora. Por Daniela Moyes Los actores trabajan con personajes. Si no hay un buen personaje, va a ser complicado que un actor se sienta conectado con él y, por tanto, que lo interprete bien. Que actores escriban el guión de una película es un tanto extraño, pero representa una garantía (si saben hacerlo), no de una gran historia, sino de grandes personajes. Ahora bien, que no uno, sino dos buenos actores se sienten a escribir el guión de una película…es doble garantía. La expresividad y el ingenio del título en inglés de la película Good Will Hunting (Gus Van Sant, 1997), son difícilmente traducibles al español. Desde ese momento es una gran película. El guión, escrito por Matt Damon y Ben Affleck, hace gala de un genio magnífico que a pocos escritores se les ve en la actualidad. Es común que en el cine se apueste más por la historia que por los personajes; sin embargo, se ha olvidado que el espectador con lo que más puede llegar a identificarse no es con lo que le pasa a un personaje, sino con el personaje mismo. Por supuesto, lo acontecido al personaje puede generar empatía, pero es un agregado, es un “plus” que hará al espectador poder conectar de manera definitiva con él y hacerlo escuchar lo que tiene qué decir. Por Gustavo Ambrosio No son pocos ni pequeños los nombres de directores de cine que tachan de meros “modelos” el trabajo de los actores en el cine. Robert Bresson y Alfred Hitchcock sustentan bien esta idea al poner el montaje y la imagen como principal motor de la expresión fílmica. Emma Thompson, una actriz británica, afamada y poderosa en el escenario teatral y televisivo es una de las intérpretes que ha demostrado que, muchas veces, el poder de la escritura, la película filmada en papel puede hacer palidecer a muchas otras producciones basadas en la imagen, incluso rescatar o trascender hacia otras formas de expresión a la literatura y el teatro. Si dejamos de lado sus adaptaciones comerciales de Nani Mc Peeh, Thompson escribió dos de las adaptaciones cinematográficas más sólidas de los últimos años; se trata de la obra de Margaret Edson, y ganadora del Pulitzer, WIT, filme sobre una profesora de literatura que padece cáncer, el cual también protagonizó gracias a la labor de HBO; y quizá, la más famosa, y por la cual ganó el Oscar de guión y además revivió el poder emotivo de las historias de Jane Austen: Sentido y sensibilidad. Trémulo o la fantasía Por Gustavo Ambrosio La fantasía, sobre todo en términos eróticos, es una ficción que sale del deseo más pulsante del ser humano. Una ficción deseable, que invita a gozar y que sitúa en un universo ideal sucesos y situaciones. Las llamadas “fantasías” toman lugar muchas veces en el cine, bajo otros modelos, símbolos o formas. Sin embargo, si algo se puede decir de Trémulo de Roberto Fiesco es justo eso, es una fantasía. La historia homoerótica que presenta Fiesco es un juego de los deseos de la llamada comunidad gay y esa figura tan de moda de buscar entre los negocios cotidianos y las calles del centro, o entre los uniformes y figuras marciales. Pieles cobrizas, cabellos cortos, miradas adustas, brazos fuertes, espaldas que muestran el trabajo, música popular, dedos de ejercicio. La historia de un romance de unas horas, un encuentro inolvidable e irrepetible entre dos muchachos, un ayudante de barbería y un soldado que está a punto de desfilar un 16 de septiembre. Todo esto contado con un preciso manejo del lenguaje cinematográfico. |
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October 2020
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