Por Rafael Martínez García El mundo es lo que nos han dicho de él. Lo que nos han contado nuestros padres, nuestros amigos, las personas de los lugares que visitamos, los libros que leemos, la televisión que vemos y los espacios de internet en los que nos perdemos por horas. Aunque pensamos conocer el mundo, la verdad es que no, que a nadie nunca le será posible conocerlo realmente. El mundo es lo mucho o poco que sabemos y conocemos de él, y nada más. En el mejor de los casos, cada quién conoce su propio mundo y, por tanto, “el mundo” son al final muchos mundos. En ese sentido, nuestra situación no es tan diferente a la de Jack, el niño protagonista de Room (La habitación). Para él, el mundo es esa habitación en la que vive con su madre y lo que le han dicho sobre ella. Después de esas cuatro paredes, tan cercanas una de la otra, no hay nada más. La habitación, después el espacio exterior y luego los planetas de la televisión. Jack cree que su madre y él son los únicos seres vivos, las únicas personas reales y con rostro que existen. El tercer personaje que a veces se aparece por ahí para llevarles comida o ropa, no es para él más que una idea, no sabe si se trata de otro humano porque no lo ha visto a la cara (su madre no se lo permite). Por Erick Baena Crespo No es tarea fácil retratar un proceso en el cine. Y Spotlight, la película dirigida por Tom McCarthy, quien coescribió el guión con Josh Singer, tiene ese mérito: mostrar el proceso (y el progreso) de una investigación periodística -que puede llegar a ser caótica, repleta de datos y explicaciones- sin aburrir al expectador. La película, que compite en seis categorías de los premios Oscar, incluyendo mejor película y mejor guión original, está plagada de estrellas: Mark Ruffalo (Michael Rezendes), Michael Keaton (Walter "Robby" Robinson), Rachel McAdams (Sacha Pfeiffer), Brian d'Arcy (Matt Carroll), John Slattery (Ben Bradlee Jr), Liev Schreiber (Marty Baron), Stanley Tucci (Mitchell Garabedian), entre otros. No obstante, ninguno de ellos es el personaje principal, sino que todos gravitan alrededor de la investigación, que es lo central de la trama. Ls cinta, basada en hechos reales, se centra en el trabajo que llevó a cabo un grupo de reporteros del periódico The Boston Globe sobre los casos de pederastia clerical en dicha ciudad. Por Carlos Tello de Meneses Aunque muchos podrían no estar de acuerdo conmigo, la escena más conmovedora de Inside Out (la más reciente obra maestra de los estudios Pixar) no es la muerte y sacrificio del amigo imaginario Bing Bong sino la confesión de tristeza de Riley. Cualquiera que alguna vez haya batallado con sentimientos de depresión puede dar fe de esto. Admitir ante los demás que uno se siente triste es de las cosas más difíciles que se pueden hacer en una sociedad donde la tristeza misma ha sido estigmatizada. Desde los años 80s la sociedad moderna se ha encaminado hacia la deificación de la actitud positiva. “Créelo y sucederá”, “Ignora a los críticos”, “Sé tú mismo no importa qué”. Frases de este tipo han pasado de ser pegatinas en automóviles a mantras que dominan el pensamiento y actitud de una persona. No hay nada de malo con tener un actitud positiva en si mismo pero un derivado común de esto es la demonización de aquellos sentimientos percibidos como negativos. “Si te sientes triste, es tu culpa porque no estás pensando positivamente” “Cuando Dios cierra una puerta, él abre una ventana” son el tipo de cosas que alguien le diría a cualquier persona que admita su tristeza o depresión pero estas en lugar de hacer sentir mejor a una persona sólo logran mostrar el nivel de incomprensión sobre esta emoción. Fuera de que las emociones son experimentadas por las personas en formas diferentes, las funciones estas son universales. En especial el de la tristeza. Por Gustavo Ambrosio Seamos sinceros, son pocas las películas norteamericanas que desnudan por completo el llamado “sueño americano”, por más críticas, burlonas o “contestatarias”, siempre existirá el dejo moral de que siempre habrá un estadunidense bueno, sobre todo en la cúpula del poder. Este año, atípico por cierto, hubo dos películas con guiones sólidos y con una fuerza destructiva capaz de dejar la codicia, la hipocresía, la banalidad y la estupidez de la cultura del “éxito” de occidente al descubierto; una sin duda es En primera plana (Spotlight) de Thomas Mc Carthy y la segunda por supuesto La gran apuesta (The big short) de Adam Mc Kay. En La gran apuesta podemos ver un ejercicio coral de personajes que nos muestran quiénes se beneficiaron del derrumbe de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos allá por 2008, quienes se dieron cuenta, quienes la provocaron y quienes se taparon los oídos y permitieron que la avalancha arrasara al mundo hasta nuestros días. |
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October 2020
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