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Entrevistas, crónicas y reportajes de largo aliento ​

La TV mexicana: renovarse o morir, esa es la cuestión

7/28/2015

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Por Carlos Tello de Meneses*

El internet, la oferta bajo demanda y la fragmentación de las audiencias está modificando los contenidos de la televisión. Se habla que en los E.U se vive una época dorada en la industria de la producción de series. ¿Y de este lado de la frontera? ¿Hay señales de cambio?
A continuación un grupo de protagonistas de la televisión, entre creadores, productores y críticos, reflexiona sobre la realidad de la TV mexicana.

Imagen
Ilustración: Gustavo Virgilio

INTRODUCCIÓN
La batalla cuesta arriba

Nadie te va a juzgar por no ver televisión mexicana. De hecho nadie te va a juzgar por tener cero fe en ella. Es una reputación que se ha ganado desde su comienzo. Esa es la triste verdad. ¿Otra triste verdad? Parece que no hay nada que hacer para cambiar eso.

Pero lo está haciendo o, por lo menos, lo está intentando. Hoy en día numerosos guionistas y creadores, tanto experimentados como jóvenes promesas, están haciendo un esfuerzo consciente, constante y costoso para infundirle vida a la televisión mexicana. Es cierto que no es una batalla nueva. Muchos han intentado hacer dicha renovación en el pasado, pero hay algo substancialmente diferente esta vez: el panorama.

¿Cuál es el panorama de la televisión mexicana? Es difícil decirlo con certeza, pero esta diferencia está en el aire. Se siente y se ve en cosas tan simples como los nuevos medios de distribución de contenido. Netflix, Crunchyroll, ClaroVideo, Hulu ya son sólo algunas de las palabras que han entrado al léxico mexicano.

"¿Y qué?", dirían algunos. Sólo hace falta recordar el experimento con series hecho por ambas cadenas hace unos años, especialmente por Televisa y su "fracaso" con la barra de series. Es cierto. Cómo ya dije, es una batalla cuesta arriba. No sólo por la resistencia al cambio de las televisoras y productores, sino también por la audiencia misma. Por un lado, la vieja guardia. Siempre dócil, siempre fiel. Exigiendo más de lo mismo y dispuesta a ver lo que se les ponga enfrente no importa su calidad y cuyas críticas se resumen en un simple "¡Qué chafa!", que no castigan con el botón de apagado, sino con un lastimero y resignado suspiro. Por otro lado, las autoproclamadas “audiencias críticas”, que han etiquetado todo lo que sale de la “caja idiota” como "sólo una porquería más".

Entonces los creadores se enfrentan a productoras indispuestas a crear algo diferente para un público que no los verá. "¿Así cómo?", diría mi abuela. Y es cierto: así no se puede. Y no se podrá porque ver las cosas de esa manera, Creadores vs Productoras vs Público es parte del problema. He mencionado muchas veces que el escritor es el Autor de la Televisión. Aún así, justo como en el Cine, la Televisión es un arte colaborativo, en donde las productoras y el público son parte de la ecuación.

¿Hay esperanza? No lo sé realmente. Pero hay indicios de que sí. Aquello que dio pie a la Época de Oro de la Televisión Americana fue una mezcla de varios elementos, el primordial: comprender que una serie de Televisión no es sólo un espacio entre comerciales. Se percataron que la TV, la ficción dramática, podía elevarse a la categoría de arte y encontrar un público dispuesto a ser desafiado y satisfecho al mismo tiempo. Y ahora en México el internet, la oferta bajo demanda y la fragmentación de las audiencias han creado un espacio para este tipo de mentalidad. Ojalá así sea…

Lo que les preguntamos:

1. ¿Cuál es el panorama actual, en cuanto a contenido, de la televisión mexicana?

2. ¿A qué atribuyes que en México se produzca poco contenido original?

3. Y, en ese sentido, ¿qué opinas de que la publicidad determine el contenido? ¿crees que hay otras formas de financiamiento, de producción poco exploradas?

4. ¿Qué papel tiene la audiencia en la realidad mexicana?

5. ¿Qué se necesita para una Época de Oro de la Televisión Mexicana (similar a lo que está pasando en EU)?

6. Las grandes televisoras siguen produciendo refritos, ¿a qué atribuyes que no haya nuevas propuestas de contenido en México?

7. Con todas las nuevas ventanas de exhibición que se han abierto en los últimos años -Netflix, Clarovideo, Crackle, entre otras- , ¿hacia dónde se dirigen (o deberían dirigirse) los contenidos en nuestro País?



ÁLVARO CUEVA
Álvaro Cueva es crítico de televisión. Egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ha publicado alrededor de 4 mil artículos en más de 30 publicaciones desde 1987.
Se le puede escuchar en varias estaciones de radio como MVS Radio y Radio Fórmula, se le puede leer en diferentes periódicos como Milenio Diario en el Distrito Federal y Público en Guadalajara, y se le puede consultar en diversas revistas como Telemundo y Cine Premier. Además se le puede ver en diferentes canales de televisión como Proyecto 40 , Milenio Televisión, y en sistemas de paga como Dish.

1. Tenemos una situación peculiar. Somos grandes consumidores de contenido, pero no grandes creadores de contenido. La gente que puede crear contenidos originales, aquí en México, no lo hace. Esto crea un hueco en el mercado del entretenimiento.

2. En los últimos años las casas productoras han dejado de crear contenidos, han cambiado las direcciones de consumo… En lugar de enfocarse al entretenimiento, se enfocan al dinero, a las finanzas y buscan favorecer eso. Y las televisoras son los como bancos: cuidan el dinero antes que la ficción. Ellos están reduciendo sus costos, sus historias originales, porque están ahorrando dinero, siguen ganando igual con repetirse; es decir, el dinero sigue fluyendo. Sí, los youtubers tienen mucho éxito y las nuevas generaciones están pegadas al internet, y a las nuevas plataformas, pero eso no le está quitando público a las televisoras. El consumo se diversificó, eso es todo: ahora se consume de todo en todos lados.

3. No sé si formas de financiamiento, pero, al final, lo que yo veo es que los creadores se van a tener que globalizar y salir al mercado para poder ganar algo.

4. A mí como crítico de televisión, me dan ganas de morirme cuando, en redes sociales, uno trata de advertir a las audiencias sobre la calidad ciertos productos, como Laura en América y las malas telenovelas, y la gente defiende esas cosas. Es una pena creer que como somos un país “jodido” debemos ver programación de “jodidos”.

Auguro que en un futuro existirán plataformas independientes más grandes, a donde la gente que quiere crear va hacer cosas, pero no en las televisoras. Incluso hasta las telenovelas originales se van a ir extinguiendo.  Crecerán las producciones baratas mexicanas.



5. En México, se tienen que crear más plataformas para ver contenidos propios, originales.  Auguro que en un futuro existirán plataformas independientes más grandes, a donde la gente que quiere crear va hacer cosas, pero no en las televisoras. Incluso hasta las telenovelas originales se van a ir extinguiendo. Crecerán las producciones baratas mexicanas.

6. No le entran a hacer nuevas producciones porque el dinero sigue fluyendo y mientras por eso no pasa nada. Además de ser una zona de confort tienen consumidores pasivos que no le cambian o le apagan al televisor.

7. No creo que cambie nada con la llegada de Netflix o Claro Video, porque son plataformas más de distribución que de producción. Son pocas de esas plataformas las que se lanzan a producir, como Netflix, que apenas va crear una, una serie con Sariñana, cuando tendría por lo menos que ya tener en puerta unas 50 series con todo el talento joven que hay en México. 


HILARIO PEÑA
Nació en Mazatlán, Sinaloa en 1979. Abandonó sus estudios universitarios para dedicarse a la literatura. Trabajó como supervisor en una maquiladora en Tijuana, ciudad en la que vive actualmente. Ha escrito seis libros publicados por la editorial Penguin Random House, entre los que destacan la novela policiaca Juan Tres Dieciséis y el western Chinola Kid. Es también coautor del libro Camelia la Texana, historia que Netflix y Telemundo USA han transmitido en forma de teleserie.

1. Las telenovelas y el futbol siguen gozando de mucha popularidad entre los televidentes.

2. La falta de originalidad no es un problema exclusivo de México. Ni siquiera lo veo como un problema. Por ejemplo, series de televisión norteamericanas, celebradas por la crítica, como Breaking Bad o True Detective, no me parece que sean de lo más originales. Ésta última abreva de los pulps de principios del siglo pasado y de la literatura de horror. Incluso se ha acusado de plagio a su creador. Mientras que Breaking Bad actualiza el arquetipo del Godínez-Que-Se-Convierte-En-Superhombre, presente ya en historias como Joe vs. The Volcano (1990), Innerspace (1987), Office Space (1999), Wanted (2008) y Fight Club (1999). Otro ejemplo más: mi teleserie favorita gringa, después de Kung Fu, es Bosch, que cuenta con todos los clichés y lugares comunes del género policiaco (el detective rebelde y solitario, que resuelve casos bebiendo mucho y escuchando jazz), y no tengo ningún problema con ello. 

 3. Es su trabajo lograrlo. Si lo consiguen, es porque están haciendo bien su trabajo. Y claro que hay otras formas de conseguir recursos, por ejemplo: prácticas como el crowdfunding.

4. Algunos televidentes en esa realidad mexicana se comportan como si estuvieran dentro de una telenovela, otros, como si estuvieran en una película escrita por Charlie Kaufman, y, otros más, se sienten en los videos de Video Rola. Ninguno es mejor que otro.


Al igual que pasa con el futbol, la telenovela estilo Televisa es un producto muy estable, rentable y que cuenta con una fórmula que funciona, por lo que no tiene por qué cambiar.



5. Insisto, no tiene nada de malo el plagio. Lo hace todo el mundo. Especialmente los que presumen su originalidad a los cuatro vientos. El chiste es saber plagiar, con ingenio. Escarbarle, aunque sea un poquito. Ahora mismo, muchos están queriendo escribir el siguiente True Detective, o Breaking Bad, lo cual no creo que sea posible.

Pongo otro ejemplo: en 1974, en Queens, Nueva York, se formó un conjunto musical llamado The Ramones. Por más de treinta años otras agrupaciones intentaron emular su estilo, ¿por qué no lo lograron? ¿Por qué sonaron siempre como copias chafas? Porque no abrevaron de la fuente original, aquello que hacía el sonido Ramones: la música de los Beach Boys, las Ronettes, las Shangri-las, etc. Por eso digo que, si se va a plagiar, al menos hay que hacerlo con estilo, diversificando las fuentes. No irse sobre lo que está a la mano.  

 6. Al igual que pasa con el futbol, la telenovela estilo Televisa es un producto muy estable, rentable y que cuenta con una fórmula que funciona, por lo que no tiene por qué cambiar.

 7. No sé a dónde debería dirigirse, pero más o menos sé por dónde va. Los melodramas que se transmiten por televisión abierta, del mediodía a la tarde, seguirán sin cambiar: la fea se hará bonita y la pobre se hará rica. Eso funciona. Algunas teleseries para cablevisión o internet seguirán dependiendo de lo que se produce en los Estados Unidos. Siempre, dos o tres pasos atrás. En cambio, el neorrealismo, ese dependerá de la noticia de moda. Por ejemplo, si está de moda la noticia de un miembro del crimen organizado que diluye a sus víctimas en ácido, eso quiere decir que habrá muchas series mexicanas con ese elemento en sus historias.  

SILVIA PASTERNAC
En 1994 escribió, junto con Ignacio Ortiz, Sin Remitente, dirigida por Carlos Carrera (selección oficial del Festival de Venecia). Trabajó en varios proyectos de televisión, entre ellos varios capítulos de Capadocia, serie de HBO, y fue creadora y jefa de escritores de Pacientes, para Once TV (2012). Escribió el guión de largometraje De la infancia (2010, premio al Mejor Guión en el Festival de Montreal). En la actualidad está terminando una novela, escribiendo un guión de animación, Los ocho y la vaca, y un guión de ficción basado en una historia real, llamado Yolanda. Desde junio de 2007 es Coordinadora del Curso General de Guión en el Centro de Capacitación Cinematográfica.

1. La televisión mexicana es, como todos sabemos, mayormente territorio yermo. La tradición de pasar la aspiradora por los cerebros está en acción desde hace ya mucho tiempo y es efectiva y casi infalible.

La prueba no es la ausencia de historias interesantes, inteligentes y desafiantes, sino mucho más simplemente la ausencia de un noticiario decente. Ni uno.

Ni un programa donde los habitantes del país podamos simplemente enterarnos de las noticias sin tener que tragar la supuesta ideología de algún ignoto comentarista que no tiene dominio de su propio idioma, confunde millones con miles y a veces ni siquiera atina a leer de corrido el tele-prompter.

Sin embargo, con la supuesta apertura de los espacios digitales, los poquitos nuevos canales que surgirán necesitarán contenidos, y quizás se pueda por fin innovar.

Tengo que hacer mención muy consciente de los canales “culturales”, el 11 y el 22, que con todo generan algunos programas interesantes, pocos de ficción, más de opinión y de divulgación.

Por otro lado, canales muy poco vistos tienen programación interesante (el canal del Congreso programa ciclos de películas y algunos programas de discusión dignos y con muy poco presupuesto).

Canales como Sony, AXN, Fox, HBO y se han interesado y se interesan hoy por producir series en México, aunque hasta ahora ha sido mayoritariamente lo que se conoce con el nombre de “Teleseries”, especies de telenovelas cortas (de 40 a 70 capítulos, por ejemplo) con contenidos diversos.

(Un breve paréntesis sobre este formato: existe la convicción de que el público mexicano –e hispanohablante en general- no está acostumbrado a esperar una semana entera para ver el siguiente capítulo, y eso impulsó a crear historias largas, pero no tan largas, para pasarlas todos los días de la semana, o de lunes a jueves. Esta convicción parece haberse modificado en los últimos tiempos, muy recientemente, y al parecer se empezarán a producir series de 10 a 13 capítulos con temáticas originales y creadores nacionales.)

Y ya desde hace algún tiempo está entrando en juego el internet, que quizás poco a poco se convierta en la opción más inteligente y monetariamente viable para divulgar programas de todo tipo con calidad y dignidad.

2. Han sido muuuuchos años de acostumbrar activa y concienzudamente al público a ver siempre lo mismo. Sé de cierto que en Televisa y Televisión Azteca hay destellos de impulsos por innovar, pero llegado el momento, no es fácil vencer el temor de fracasar, perder público y perder anunciantes.

Es la cruz de la televisión abierta en México, pero también en Estados Unidos y en todos lados, aunque cada país tiene su televisión pública inteligente, que genera y compra programación interesante.

3. Sé que hay otras formas de financiamiento, e insisto específicamente en la producción de webseries, pero no es lo único. HBO, Starz, Netflix y otras instancias no se apoyan en la publicidad, sino en la suscripción, y en ese esquema se han producido series para los países de habla hispana. Sin embargo, y sin demeritar lo que sí se ha hecho, no se ha llegado ni cerca de la inventiva y originalidad de las series producidas por esas mismas instancias, en Estados Unidos.

La razón para que la calidad de lo que vemos en nuestra televisión hoy sea en general malísima no es la publicidad ni los intereses económicos o políticos por sí solos.

No quiero decir que esto no sea trágicamente determinante, pero los anunciantes estaban presentes (y sus intereses), por ejemplo, en cada corte a comercial cuando se exhibió The Shield, o Breaking Bad, o Battlestar Galactica por dar sólo tres ejemplos bien conocidos. No hay una relación única, unívoca, entre “anunciantes” y “programas malos”. Cada hito en la historia de la televisión ha dependido de la audacia de personas aisladas en situación de arriesgarse, de coyunturas concretas (políticas, económicas, sociológicas, psicológicas), de cruces de casualidades con el deseo siempre existente de “álguienes” (individualmente un “alguien” más otro “alguien” más otro “alguien”… Yo lo expresaría como “el encuentro del hambre con las ganas de comer”).

Aunque probablemente me repita más adelante, creo que difícil, casi imposible como es lograr escribir y luego ver algo bueno en televisión, por el momento lo que se necesita es generar ideas que desemboquen en historias y en personajes que provengan de la creatividad, el sentido humano y el interés por lo que nos rodea o lo que podría rodearnos.

Después viene la lucha por horadar el mundo televisivo existente, con o sin cortes a comercial (de preferencia sin, por supuesto).


Se necesitan escritores, muchos y muy distintos, con ideas y posturas diversas ante la realidad y ante la imaginación. Escritores que respeten su idioma, su cultura, su país, sus creencias y a sus congéneres, que los respeten tanto como para poder desafiarlos, criticarlos, subvertirlos y mancharlos sin miedo. Se necesitan escritores con sentido del humor, capacidad de autocrítica, lengua (y pluma) viperina y… No sé cómo decirlo de otro modo: con huevos.



4. La audiencia nuestra es pasiva porque así ha sido criada. La preocupación por el rating es legítima para las televisoras, pero lo que existe hoy roza el ridículo. Yo sospecho que se pueden generar necesidades nuevas, que a fin de cuentas es el motor natural de las sociedades ultraconsumistas en las que estamos insertos.

No quiero parecer cínica, pero se puede crear un nuevo deseo de ver “otras cosas”, como nos han generado desde pequeños deseos de poseer cosas.

Por el momento, lo que no hay es intenciones de cambiar al público aplatanado por uno exigente.

La televisión en México ha “educado” sistemáticamente al público para arranarse y presenciar (y luego reproducir) el lugar común, la frase hecha, lo que los franceses llaman “la langue de bois” (la lengua de madera), el sentimiento previsible y la ausencia de análisis.

Es imperativo generar inteligencia y sorpresa, y en mi opinión es posible (otra vez, es difícil pero posible), pero depende de los riesgos que estemos dispuestos a correr: las historias psicológica e intelectualmente complejas no tienen por qué ser “elitistas”, pero sí suelen exigir del escritor, del productor, del director y de los actores un poco de ejercicio de sinapsis, y del espectador también…

5. Se necesitan escritores, muchos y muy distintos, con ideas y posturas diversas ante la realidad y ante la imaginación. Escritores que respeten su idioma, su cultura, su país, sus creencias y a sus congéneres, que los respeten tanto como para poder desafiarlos, criticarlos, subvertirlos y mancharlos sin miedo. Se necesitan escritores con sentido del humor, capacidad de autocrítica, lengua (y pluma) viperina y… No sé cómo decirlo de otro modo: con huevos.

A lo mejor se necesita también muchos trabajos de cajero, mesero, pinche de cocina y office-boy, como para que esos escritores puedan comer mientras consiguen trabajo en la tele.

Se necesitan también buenos directores, fotógrafos, actores y actrices, productores inteligentes y todo eso, pero sobre todo, de verdad, muchos escritores muy distintos entre sí, y que tengan algo para contar.

(Por cierto, lo  mismo se necesita para hacer buen cine.)

6. Es más fácil usar algo que ya funcionó en el pasado que inventar algo nuevo.

De todos modos, en mi experiencia, en nuestra televisión hay dos tipos de refritos: las anticuadas telenovelas y programas del pasado, a veces remotísimo, y las series o teleseries de otros países, a menudo inteligentes y con algún toque novedoso, que se compran y se “mexicanizan”. No todo es igual de horrible, aunque sí se ve en panorámica un horizonte bastante deprimente.

La respuesta es, pues: es más seguro seguir haciendo lo mismo una y otra vez. 

A riesgo de ser tachada de elitista o mamona, insisto en que el público nuestro es pasivo, tragará una y otra vez su platillo conocido sin chistar. “A lo mejor”, supongo yo que piensa Televisa, por ejemplo, “si les cocinamos otra cosa no se lo comen.” El colmo de esa “filosofía” es “Muchacha italiana viene a casarse”, una telenovela argentina de los 60, que tenía todo el sentido del mundo en un país de migrantes, reescrita para la televisión mexicana hace como 40 años, y reescrita hoy, tan vieja, descolorida y descolocada que da pena ajena.

Hay excepciones, que no por escasas deben ser ignoradas. Once TV, por ejemplo, lleva ya años haciendo series originales (unas más “originales” que otras, pero todas escritas en México, a partir de ideas propias, y producidas aquí). Argos y Corazón, y otras productoras independientes trabajan constantemente en nuevas ideas, tanto para la televisión abierta como para los canales de cable “Latino”, y existen varias series y telenovelas escritas por mexicanos para canales diferentes.

De todos modos, lo que solemos ver en nuestros canales me recuerda un comercial de “Swancito” que pasaban cuando yo era chica: “Sale pan con lo mismo”.

7. En mi experiencia, estos nuevos espacios de exhibición necesitan nuevos contenidos en español, pero el que conozco, que es Netflix, no produce estrictamente. Cuando le interesa un proyecto, firma un contrato de compromiso de compra, digamos, y el proyecto debe ser producido por un productor privado con sus medios.

Yo insisto, por complicado que sea hacer televisión en México, lo primero, lo importante, es quitarse la morriña, atreverse a contar algo que a uno le importe y que sea bueno, y ése es el paso necesario por el momento.

RAFAEL URIÓSTEGUI
Inició su carrera, como Gerente de Producción, en las telenovelas de Carlos Montemayor. Como productor asoaciado realizó un sin fin de telenovelas en los años noventas, entre ellas Cadenas de amargura (1991) Valeria y Maximiliano (1992) e  Imperio de Cristal (1994). En 2004 se integró como productor ejecutivo en Argos Comunicación, quien produjo una serie de telenovelas para Telemundo. En 2009 comienza a trabajar en TV Azteca, en donde se ha encargado de producciones como En 2009 comienza a trabajar en Azteca, donde sus primeras producciones en la empresa fueron Mujer comprada (2009), Prohibido amar (2013) y La Promesa (2015).

1. Yo creo que primero hay que, como empresa y productor, hay que definir que quiere hacer uno. Ahorita la televisión, como no pasaba en muchos años, hay más competencia, hay más opciones. Sin embargo, creo que en Latinoamerica, especialmente en México, lo que seguirá reinando son las telenovelas. ¿Por qué? Porque es el medio y el producto por excelencia de la televisión abierta, tanto aquí como en muchos países. Y, desgraciadamente, nuestros índices de pobreza son muy altos. 

Se habla mucho de internet y de las nuevas plataformas, pero realmente qué porcentaje de la población tiene acceso a esos contenidos. Con 50 o 60 millones de pobres, ellos no tienen los medios para disfrutar de esas plataformas. ¿Qué buscan los anunciantes? El impacto directo a las masas. La telenovela es un género que seguirá existiendo por mucho tiempo. Ahora, ¿qué pienso de las telenovelas y qué tipo de novelas? Las novelas que hace televisa que son las más clásicas. A pesar de que creo que Televisa se ha renovado y sus contenidos, cada vez, están mejor escritor también están buscanso más calidad en el producto. El formato de la novela está cambiando. Ahora le llaman teleseries, que están entre 60, 70 capítulos, lo cual te permite hacer pues novelas más cortas y con más calidad. Hay empresas como Telemundo que le apuesta más a la calidad porque su competencia está en los E.U.  Para entrar a ese país debes de tener más calidad y mejores contenidos. Televisa tiene su mercado y Azteca nos hace falta apostar por nuevos contenidos para crecer un poco más. 

2. Yo creo que no hay nada nuevo bajo el sol. Ya está todo escrito y dicho. Los refritos. Las novelas originales son cada vez más complicadas porque las empresas no se arriesgan tan fácilmente a realizar un producto original. Y eso de debe a la batalla por el rating, que es voraz, que es complicada. Si creo que Televisa acierta mucho en sus refritos, pero se les da la vuelta. No es la misma historia. Aunque sí creo que deberíamos apostarle a cosas nuevas. Un refrito se tiene que modernizar, actualizar. Hay que reescribirlas. Lo único que se recicla es la anécdota.


Cada vez nos hace falta más conocer al público que nos está viendo. La audiencia se ha segmentado más. Las nuevas plataformas nos han alejado de este público que sí tiene acceso a estos medios. Sin embargo, creo que un buen producto puede atraer a esas audiencias que se han alejado de la TV abierta.



3. En la TV, se habla mucho de productos hechos a la medida del cliente. Yo pienso que tú debes de proponer tu idea y concepto del programa, novela o lo que sea. Y la gente lo rechazará o no. Cuando algo está hecho muy a la medida de un cliente se siente artificioso. Yo creo que hay que proponer nuevas ideas y nuevos productos. Es cierto: casa día es más complicado y el público se segmenta más. Los anunciantes buscan productos de éxito. Nadie sabe si una novela va a tener éxito o no, pero en verdad no sabes. Es más complicado. 

4. Cada vez nos hace falta más conocer al público que nos está viendo. La audiencia se ha segmentado más. Las nuevas plataformas nos han alejado de este público que sí tiene acceso a estos medios. Sin embargo, creo que un buen producto puede atraer a esas audiencias que se han alejado de la TV abierta. Hay más opciones para la gente que tiene acceso a las nuevas tecnologías. Yo, la verdad, medición de audiencia lo hago en la calle. Cuando se habla de tu telenovela, ahí se nota el verdadero rating. La gente lo comenta. Los que dicen que no ven novelas, las ven. Cuando hay un éxito, eso no se puede ocultar. 

5. Hace falta quizá apostar más. Pero lo que sí quisiera apuntar es que la audiencia americana y la audiencia mexicana son diametralmente opuestas. Tienen distinta educación audiovisual. Ellos están acostumbrados a sus series y capítulos semanales; nosotros a la telenovela diaria, a los programas unitarios. Trabajé 5 años en Telemundo. Y la primera vez que me hicieron llegar los número del rating me quería ir para atrás: eran bajísimos los niveles de audiencia, aunque, lo que yo no estaba considerando, es que ellos compiten contra muchos canales de televisión. Recuerdo que me tocó competir con dos temporadas de American Idol; ese día, que era los martes, no había rating. Por eso, las telenovelas en México y Latinoamérica no dejaran de hacerse durante muchos años. Eso espero.

6. Más que una crisis de contenidos, creo que hay una crisis en el País y los anunciantes lo primero que cortan es la publicidad. Azteca no va a dejar de producir. Vamos a apostar por las miniseries. En nuestro caso si ha mermado los recursos de la empresa, pues no es lo mismo el monstruo de Televisa, que tiene muchas ventanas, que TV Azteca. No obstante, seguiremos produciendo. 

7. Todas las televisoras tienen que apostar a los nuevos formatos, al internet. Todo eso va a crecer, pero va a tardar en todo México y Latinoamérica. A mí me encantaría hacer una serie para Netflix o para Claro Video, pero tenemos que tener muy claro cuál es nuestro mercado. Los que estamos en las televisoras tenemos que atender a nuestra gente, a pesar de que ya no llegamos a la misma gente de hace 5 años. Creo firmemente que hay que pensar en las nuevas generaciones, los chavos de 20 años para abajo. Ellos sí están pegados a las redes sociales y al internet. La TV abierta tiene mucho que dar.

DAVID RUIZ
Egresado de la Universidad Iberoamericana y con estudios en guionismo a nivel internacional, ha trabajado para las principales televisoras de México como Director de Contenidos, Análisis Literario y Script Doctor. Tiene 20 años de experiencia como buscador de talentos del guión, creador de equipos de escritores y desarrollador de contenidos para cine y televisión. Actualmente tiene el cargo de Scout & Adquisitions en la empresa de contenidos Blue Print, en la cual germina historias que se venden en diferentes países como formatos. 

1. La televisión mexicana no tuvo competencia durante décadas. En los últimos años, el acceso a contenido OTT con nuevas ventanas de exhibición y la segmentación cada vez más específica en el mercado del entretenimiento, obliga a las principales televisoras a ampliar su espectro de contenido, ya sea en plataformas digitales o en su programación lineal.

Por ejemplo, siempre habrá un público para la telenovela clásica, pero con las nuevas ventanas uno puede elegir el contenido a ver dependiendo del tono, el actor favorito, el director y/o productor, etc. De esta manera, si soy fanático de los melodramas rosas infantiles con un tono de farsa, lo encuentro fácilmente en plataformas alternativas a la señal abierta de TV y la veo cuando me da la gana. Me convierto en programador de mi propio entretenimiento.

2. Es una cuestión meramente económica. Es mucho más barato transmitir una “lata” de algún programa que haya sido exitoso en el extranjero. Al producir un formato “probado” en otro país, también se reducen los riesgos, ya que la historia, los guiones, los perfiles de personajes y hasta el número de locaciones ya existen. Producir un formato original toma mucho más tiempo y dinero. El único problema con transmitir enlatados o producir “refritos” es que dejamos de lado el gigantesco negocio de vender mi formato en los mercados internacionales, ya que los derechos de transmisión y/o adaptación, obviamente no me pertenecen.

3. El contenido no siempre está regido por la venta del espacio publicitario. Si un programa es exitoso, obtiene un alto rating, lo que significa que muchas personas lo ven; de ahí que las empresas se quieran anunciar en el espacio que ocupa dicho programa dentro de la parrilla de programación. Los programas producidos ex profeso para un anunciante son relativamente pocos y es una estrategia que se utilizaba más en las décadas de los cincuenta y los sesenta. Por ejemplo, en Estados Unidos, las famosas “Soap Operas” consiguieron su nombre al ser financiadas por marcas de jabón para la ropa. Obviamente iban dirigidas principalmente a un público femenino, que es el que consume típicamente el producto audiovisual y también el producto de limpieza. Actualmente, una producción dirigida al público femenino tiene una variedad infinita de posibles anunciantes.

En cuanto a las formas de posible financiamiento para nuevas producciones, considero que lo mejor es crear alianzas estratégicas con otras productoras y negociar la transmisión y venta de derechos por territorio, ventana y tiempo. De tal manera se reduce el riesgo y se mantienen los derechos de explotación.

Arriesgarse. Producir contenidos que se hayan trabajado muchísimo sobre el escritorio y respetarlos. Muchos productores mexicanos están acostumbrados a grabar X cantidad de horas en un día, sin importar la calidad y sin respetar (incluso, hasta sin conocer) las historias.



4. La audiencia en México es gigantesca y consume entretenimiento constantemente. Creo que siempre habrá un público que en la televisión abierta vea “la telenovela de las 8” o “el noticiero de las 10”; pero la televisión por cable (o satelital) y los contenidos digitales están cambiando los hábitos de consumo del televidente. Cuando yo era niño, solamente podía ver “caricaturas” los fines de semana por el canal 5. Mi hijo ahora tiene acceso a 10 canales que transmiten las 24 horas entretenimiento dirigido específicamente al nicho poblacional al que pertenece. Además de estas opciones, el puede acceder a plataformas como Netflix y Youtube y programar su propio entretenimiento. 

5. Arriesgarse. Producir contenidos que se hayan trabajado muchísimo sobre el escritorio y respetarlos. Muchos productores mexicanos están acostumbrados a grabar X cantidad de horas en un día, sin importar la calidad y sin respetar (incluso, hasta sin conocer) las historias. Son excelentes administradores de fierros y material humano, pero no tienen la menor idea de lo que hace una historia única, entrañable, extraordinaria. En Estados Unidos existen las figuras del “Showrunner” y del “Script Doctor”, mientras que en México son prácticamente desconocidas. Todo buen proyecto comienza y termina con el contenido; es la materia prima.

6. Las grandes televisoras saben perfectamente qué tipo de contenido le gusta a la mayoría del público mexicano. El fútbol y las telenovelas fueron, durante mucho tiempo, reyes indiscutibles del rating; pero las audiencias y los hábitos de consumo están cambiando. Durante décadas, era impensable, por no decir irresponsable, arriesgarse a producir programas de distintos géneros. La “fiebre” de los “Reality Shows” tuvo su auge y decadencia; pero las telenovelas y el fútbol se mantienen estables. Hoy en día, gran parte de los consumidores tienen un amplio abanico de entretenimiento a su disposición y las televisoras tendrán que mejorar su contenido y afinar al “target” al que quieren dirigirse si quieren ser competencia seria para las nuevas plataformas.

7. Las grandes televisoras deben evolucionar. Creo que en algunos casos ya se está logrando un cambio. Se debe producir contenido de calidad a un costo más bajo. Los grandes equipos de producción con 40 personas en las que existe el “encargado de iluminación” que solamente hace eso y COBRA por eso está en peligro de extinción. Hoy en día, los equipos jóvenes pre producen, levantan imagen, dirigen, iluminan, se hacen cargo de escenografía, editan, post producen audio, animaciones y efectos especiales con un equipo de 4 personas. Poco a poco se le va dando más respeto al creador, al guionista. Si producción sabe perfectamente lo que necesita y las limitantes en un proyecto y se las hace saber a los guionistas, el proyecto no tiene por qué exceder tiempos ni costos. Si pones a trabajar a los guionistas con un equipo de expertos en contenido (“Script Doctors”) que los asesoren, aseguras guiones de calidad. Claro que el proceso toma más tiempo, pero a la larga es mucho más barato que un fracaso de varios millones de pesos.

_______________
*Con información de Gustavo Adolfo Ambrosio, Erick Baena Crespo y Graciela Manjarrez. 


Carlos Tello de Meneses (Estado de México, 1989)
Es guionista, maestro y artista marcial. Fundador del Mamastrofismo. Crea universos fantásticos  y diseña batallas y peleas compulsivamente. Actualmente estudia el Curso de Guión Cinematográfico en el CCC.

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