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Entrevistas, crónicas y reportajes de largo aliento ​

La crítica, el don de la observación

3/22/2016

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Por Gustavo Ambrosio*

Odiados, amados, poderosos, panfleteros, superficiales, especialistas... La figura del crítico en México y el mundo, en el arte, pero sobre todo en el cine, causa por un lado un espantoso repudio por parte de los artistas, pero por otro lado es una voz que constantemente es revisada. Con ustedes, la crítica.

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Imagen: "El hombre de la cámara", de Dziga Vértov

Es casi un refrán decir que aquél que se dedica a la crítica cinematográfica, o cualquier crítica, es muy en el fondo, un cineasta o artista frustrado que busca compensar su falta de talento escribiendo o evaluando la obra de otros.

No dudo que en algunos casos se dé. Lo cierto es que, al artista, y sobre todo al cineasta le gusta que lo vean. Por tanto, la crítica ha representado para miles de cineastas un incómodo amigo, al que detestan, pero que recurren a él, tanto para vanagloria o para azotarse contra la pared. Esa incomodidad ha generado una extraña apatía y rencor contra la figura del crítico entre los cineastas, en algunos casos justificables, como en Stanley Kubrick, quien fuera destrozado por la crítica tras filmar El Resplandor, película que sería reivindicada por una nueva ola de jóvenes críticos en los 90.

Cierto es que el crítico siempre es representado como una figura temible y estoica, cabe destacar a Anton Ego en Ratatouille, la crítica teatral de Birdman o la caricaturizada figura de la tabloidera Hedda Hooper, quien era capaz de destruir famas y filmes con sus mordaces textos.

Sin embargo, esa postura a la defensiva de la mayoría de los cineastas pasa por alto las contribuciones que ha hecho la crítica seria, no la que da estrellitas o reseñas para empujarte a ver el blockbuster del año.
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México, sobre todo, tiene una gran historia de la crítica mexicana con nombres que deslumbran.  Podemos decir, que la crítica, con las pocas armas teóricas en torno al cine de entonces, nació en el país en 1915 de la mano de Alfonso Reyes y Martín Luis Guzmán, quienes escribían una columna en El sol de Madrid , bajo el seudónimo de “Fósforo”, y donde se entretenían en comentar los argumentos de los seriales (recordemos que muchas de las producciones de entonces eran una especie de series) el acompañamiento musical y hasta el tipo de público que asistía a las funciones.

Sin embargo, no fue hasta 1935, gracias al llamado grupo de los “contemporáneos” , con una influencia directa de la crítica hecha en Estados Unidos y Europa,  que surgen voces como la de  Xavier Villaurrutia en las revistas Hoy y Así, y las de Salvador Novo y Rubén Salazar en la revista Cine.  Al mismo tiempo, Luz de Alba, quien escribía para El Universal , se convertiría en la primer columnista fija de cine del país con una entendimiento de la producción fílmica como cultura.

De la década de los 40 a los 60. En el auge y caída sistemática del “cine de oro mexicano”, la crítica comenzó a llenarse de periodistas que reseñaban pagados por el gobierno o los productores, lo cual a su vez generó una reacción contestataria. Álvaro Custodio, argumentista de Aventurera, en Excélsior; Francisco Pina en Novedad México en la cultura; Carlos Fuentes en Fósforo II en la Revista de la Universidad; Emilio García Riera, Carlos Monsivaís , Salvador Elizondo, José de la Colina y Paul Leduc en la revista Nuevo Cine.  Fueron figuras que se opondrían a la cerrazón del cine mexicano y que lamentaron su posterior debacle en los 90.

En ésta época, donde todos tienen una opinión gracias a las redes sociales, el trabajo del crítico de cine está cada vez más difuminado por la explosión de blogs, videoblogs, Twitter, Facebook, etc.  La crítica especializada es ensombrecida por entusiastas caras nuevas o de jóvenes alegres que buscan que el adjetivo sea la piedra angular de su crítica y no el análisis formal o emocional del filme. El juicio engordando a costa del argumento.
La crítica novata gana espacio entre un público que no lee, creadores cinematográficos que citan la adulación generada después de un cocktail con vino y un alimentado desdén por la crítica que se atreve a señalar o a teorizar.

Al respecto, seis críticos cinematográficos mexicanos nos hablan de su trabajo, su visión del cine actual, de la importancia del guión en la industria fílmica, así como de su forma de hacer crítica más allá del me gusta no me gusta:
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“La crítica es una charla con el lector”
Arturo Aguilar, crítico en Rolling Stone y Gatopardo


“
La crítica debe de permitirte entrar en una experiencia nueva o distinta de la película o parecida a la tuya, que no te trate de forzar a coincidir con él o que a partir de la empatía que se tenga con la lectura de la película se valore la argumentación. La oportunidad de que la charla virtual con alguien más, porque así concibo la lectura y escritura de la crítica, me abra los ojos a otra forma de ver la película  que yo pude haber pasado de largo. ¿Qué más da el me gusta, no me gusta? Porque yo sé que hay días que me la puedo pasar muy bien con una comedia simplona, pero hay días que puedo ver la misma película y no la voy a pasar bien porque tampoco conecto.

El reseñismo y todo esto, cae más en la identificación y empatía de quién ve las películas. Ahora resulta que todo el mundo publica lo que sea y le avisa a la distribuidora para decirle “mira, estoy hablando bien de la peli” y hacer como este link . Hey, eso no debería importarnos, le estamos hablando al público, la persona que va ir a gastar 70 pesos en ir al cine y decidir qué quiere ver.

Estaba terminando de leer el libro de Anthony Scott el crítico de cine de The New York Times que acaba de publicar, y creo que la parte más importante es el recordatorio de que (los críticos) tenemos derecho a equivocarnos y que ese es un derecho increíble y de eso se trata, de participar, de alguna manera en una charla, interpretación que simplemente sirva de pretexto para que la gente hable un poco más de una película que de un primer plano. Es encender una conversación y dejar que la gente participe. Lo primero que un crítico no puede hacer es dar por cerrada una conversación, decir, esta es la única manera de leer esta película, sino decir, te comparto, otra manera de entrarle a esta película. No hagas menos al lector, el que alguien lea una película distinta a la tuya, nunca será un argumento para pendejearlo.

La crítica, cuando volteas a ver la historia completa del cine, ha sido uno de sus grandes espejos y motores como lo ha sido en todo el arte.  En el libro Better Living Through Criticism de A.O. Scott, que se publicó este mes, te hace un recuento de toda la historia del arte y de cómo el arte por completo en algún momento ha tenido un choque benéfico con aquella parte que se dedicaba a la crítica sobre las obras.

Negar la influencia que tuvo la Nueva Ola francesa, que eran críticos, en la  manera de contar cine, sobre todo en lo que el cine pop ha construido en la última década , es como decir que ni Goddard, ni Truffaut,  ni Rhommer ni ninguno de ellos le dieron nada al cine. “

“No se debe escribir de cine sin importancia”
Fernando Zamora, crítico en Laberinto


“No se debe escribir de cine sin importancia. Una película es importante porque te gustó, porque te hizo pensar algo original. Una película puede ser importante también porque a todo mundo le gusta, pero a ti no, porque está gastando fondos del presupuesto que no deberían aunque debes tener mucho cuidado en señalar a la gente poderosa en México. Son muy rencorosos. Me consta. Es muy fácil destrozar una película. Hacer chistes con respecto al trabajo de los otros es robarle al niño la paleta ¿Escribir para burlarte de Olallo Rubio? ¿Vas a gastar las horas que necesitas para escribir algo bueno, para burlarte de esas películas?

Aunque la mayoría de la gente en México piensa que el trabajo del crítico consiste en decir “vela a ver” o “no la vayas a ver”, “es buena”  o “es mala”, eso es una tontería. Ni un crítico ni tu mamá tienen por qué decirte qué ver y la bondad no es una cuestión de estética. Uno debe procurar guardar para la noche tequilera tus juicios de valor y mejor argumenta con otros autores, con el director, con el guionista, con el actor o la obra. Si no entiendes la diferencia entre hacer juicios de valor y argumentar, no escribas. Hay demasiados escritores en el mundo.

Si quieres ser crítico No escribas la sinopsis de la película. Todos sabemos que con la sinopsis completas el cincuenta por ciento de los caracteres que te pagan por escribir (si estás corto de ideas incluso el noventa por ciento), pero no te hagas tonto, para eso hay en todos los cines unos cartelones buenísimos donde dice de qué se trata la película.

No confundas género con etiqueta. Si vas a hablar de géneros, habla de Aristóteles, Luisa Josefina Hernández o Eric Bentley. “Comedia romántica”, “suspenso”  y “guerra” son etiquetas que inventaron en un Blockbuster para acomodar los VHS antes de que tú nacieras. Lo hizo el señor del almacén y no un narrador, de modo que no sirven para nada.

Y sí: el crítico es antes que otra cosa, un escritor. Pasolini decía que como escritor no podía dejar de ser poeta, novelista y crítico. Criticar viene de cribar, de diferenciar los elementos. ¿Qué hace un buen crítico de cine? Lo que cualquier crítico de arte. ¿Qué ves en tanto experto que los  otros no han visto? Cuando estudiaba historia del arte me impresionó un texto en torno al ensayo de Johann Winckelmann del torso del Belvedere. Hoy día hay ensayos sobre el ensayo de Winckelmann. Toda obra de arte necesita ser explicada.

Si no has leído un buen escrito en torno a La Gioconda, puede que seas como todos esos que dicen “ni está tan bonita.” Si no se trata de que esté bonita. Igual que en el cine. Justamente por eso no es trabajo de un crítico decir “está bonita” o “está fea.” Si yo no hubiese leído el texto que acompaña al  Viejo violín de William Michael Harnett nunca hubiese notado cosas que ahora hacen que sea una de mis pinturas preferidas. Cuando tenía 12 años me fascinó Nostalgia de Tarkovski porque la vi con mi maestro de piano quien me quería explicar algo sobre Liszt, Beethoven y Wagner. No me gustó por pose, porque estoy seguro que si no hubiera ido con mi maestro de piano, me hubiera caído muy mal esa película. O me hubiera dormido. Pero si te explican a Wagner o a Tarkovski… De verdad que será difícil que no te guste.

Un buen crítico está en la tradición de la Historia del arte de Ernst Gombrich, no de Ventaneando de Paty Chapoy. La crítica no ofrece un valor agregado, es un valor en sí mismo, de modo que el valor de la película se mantiene inalterado. Sólo en la crítica pictórica un buen texto puede dar valor a una pintura (por eso ahí sí que hay amiguismo). Yo no he publicado nunca nada sobre Michel Franco, por ejemplo, porque no me parece importante.

Desde el punto de vista estético sólo hay dos cosas que no pueden estar mal en una buena película: el guión y la actuación. Si cualquiera de esos dos elementos falla, ni el mejor fotógrafo ni el mejor director pueden hacer nada.

Recientemente cuando vi Anomalisa pensé en eso. Por esa película vale la pena una carrera. Si traes esas ideas en la cabeza tienes que escribirlas, tienes que dirigir. Muchos  quieren dirigir. ¿Qué? No importa.  Michael Rowe sabía que lo iban a llevar a Cannes si escribía una película como la que escribió. Lo sabía. Otra cosa es ganar en Cannes, para eso tienes que tener una búsqueda, pero todos sabemos que si haces algo escandaloso te van a pagar el boleto para un viaje a la Rivera Francesa. Entonces haces Bastardos, no importa que con todos los problemas que tienen los inmigrantes en Estados Unidos, un mexicano snob venga a decir que efectivamente, todos somos unos bastardos. ¿Hay una búsqueda ahí? No. Es cine de escándalo. Reygadas, Escalante y sus amigos, quieren hacer realismo soviético pero les sale burgués o peor: cine como el de Tarkovsky, pero no creen en Dios. Entonces, la forma es una pose, no una búsqueda.

El realismo soviético es interesante porque cae en manos de autores como Kieslowskiy quien lo usa contra el sistema. Es decir, en sí mismo la forma “realismo soviético” no sirve para nada. Es como pensar que la película va a ser buena porque tiene música de chelo. En cuanto a la búsqueda mística. ¿Tú crees de verdad que están buscando a Dios o al Ser o a la Nada? Yo creo que no. Creo que un director tiene que echar el ojo a la necesidad ególatra (que todos tenemos) de llamar la atención. La mayoría de los estudiantes de dirección en el mundo quieren serlo para sacar a pasear a su pequeño führer y gritar ¡sonido, cámara y acción! En vez de ir al psicoanalista. La prueba de que a los “autores” les interesa dirigir por dirigir, es el auge del falso documental. En todo el mundo quieren volver a hacer La bruja de Blair. ¿Por qué? Porque cuesta poco, el guión puede ser cualquier estupidez, los actores sólo tienen que actuar “naturalitos” (y pasear la cámara frente al espejo).

En fin. El auge del falso documental demuestra que la mayoría de los directores no quieren serlo por necesidades estéticas. Me consta que en México hay directores que el día anterior a comenzar el rodaje no han leído el guión. ¿Tiene algo que decir alguien así? ¿Entonces por qué quiere dirigir? Me parece sospechoso. La búsqueda de un director en México me gusta mucho: la de Fernando Eimbcke. Le creo que está hablando de lo que le interesa, fíjate en su cine: el padre ausente, la necesidad de amar y ser amado, la amistad; el púber eterno. A él le creo.”

“Un crítico debe ser honesto y valiente”
Alejandro Alemán, crítico en El Universal 


“Un punto fundamental de la crítica es ser honesto. La gente cree que un crítico debe ser objetivo, pero olvida que el género de opinión es subjetivo por naturaleza. Para mí el punto fundamental sería la honestidad. El segundo punto sería no tener miedo a nada. El crítico no debe tener miedo jamás a decir lo que piensa, no importando que la gente se enoje por ello. El crítico debe tener la piel dura y no pensarse demasiado las consecuencias. Hay “críticos” que no tratan con dureza una película mala para que las distribuidoras no se enojen con ellos y los pongan en la lista negra. Eso es de un patetismo absoluto.

Hay otros que prefieren complacer a toda costa, que buscan siempre “el lado bueno” de una película o que de plano eluden el análisis para no retar a los lectores y que estos siempre queden complacidos con sus textos. Esos de plano no merecen el título de “críticos”, son a lo más publicistas disfrazados de periodistas, terminan haciéndole el mkt (sic) a las películas, y de a gratis (que es lo peor).

El crítico puede ser amigo de actores o directores pero jamás debe violar esa honestidad al momento de escribir sobre el trabajo de esos amigos y tampoco debe tener miedo a decirle en sus críticas -si es el caso- que su película apesta. En todo caso, sería más honesto abstenerse de escribir de la película hecha por un amigo.

Honestidad y valentía. Creo que con ese primer filtro se descarta de manera eficaz a los críticos de los simples reseñistas más cercanos a la sección de espectáculos que la de cultura.

Cumplidos esos dos, puede haber varios tipos de crítica de cine. Por ejemplo, a veces una buena crítica es simplemente un buen texto. Disfruto mucho los textos de Anthony Lane en el New Yorker, llenos de humor, sarcasmo e ironía. Puedo no estar de acuerdo con él pero siempre regresaré a sus textos. Otra característica agradecible es tender puentes con otras obras, que la crítica encuentre cosas que a lo mejor yo no encontré en mi primer visita a una cinta. La función del crítico se asemeja al de guía en un museo: nos da un contexto de la obra, nos hace voltear los ojos hacia detalles que probablemente no habíamos visto. El crítico eleva el gozo por el cine.

No me encanta el crítico que tira referencias sin ton ni son, sin contexto, como queriendo dejar en claro que ha visto mucho cine y tiene una memoria privilegiada. Ese no es mi tipo de crítica. Parte de la culpa la tienen los medios: cada vez son menos los espacios dedicados a la cultura y por ende a la crítica. Es entonces cuando se invade la sección de espectáculos, pero ahí se tiene que jugar con sus reglas: poco rigor, nulo reto al lector y el quedar bien con todos.

Por último, la gente se aleja de los críticos con los cuales no concuerda en opiniones. Eso es una actitud muy autocomplaciente: justo lo que eleva la visión y la cultura es escuchar opiniones diferentes a la propia.

Aunque, francamente yo creo que hoy día no afecta (la crítica) , y menos en México. Aquella época donde un crítico de cine afectaba la taquilla de una cinta a partir de su texto, ha muerto. Era la época donde el “two thumbs up” de Roger Ebert podría convertir un filme en un éxito taquillero o en terrible fracaso.

Hoy día eso ya no pasa ni en Estados Unidos. La gente en primera lee menos y en segunda, tiene acceso de muchas otras formas a un filme, por lo que toma más riesgos.

Por otro lado, si de algo sirve a un cineasta leer críticas es justamente para tener opiniones fuera de ese círculo de confort. Y eso bajo cualquier circunstancia siempre es útil. Le sirve a posteriori. Es una situación muy simple: los cineastas mexicanos suelen rodearse de un coro de aduladores, gente que jamás les va a decir que su guión/película es una basura.

Se hacen tantas y tan malas películas en México que a veces uno se pregunta si esta gente de plano no tienen amigos que les digan: oye, ni se te ocurra filmar eso, es un bodrio. Y existe cierta manía por hacercine “relevante”, sobre temas “serios”, léase narcotráfico, violencia, migración. Esto se entiende, por un lado, dada la naturaleza propia del cine como expresión de las inquietudes de una sociedad, pero por otro lado pareciera que los guionistas/cineastas mexicanos, ante la posibilidad de que su película sea la única que puedan filmar, prefieren usar esa oportunidad “para decir algo”.

Ese fenómeno hace que el cine mexicano no arriesgue en otros temas, por eso es raro encontrar cineastas y guiones insertos en el llamado cine de género. Increíblemente, hoy día es raro encontrarse con buenas comedias, es raro encontrarse con buenas películas de terror, ficción o suspenso mexicanas.”
​

“El crítico es un observador privilegiado”
Hugo Lara, crítico en Corre Cámara


“No hay que pensar más en la crítica de cine como era antes, en el lejano siglo XX. En la actualidad, vivimos en un mundo rodeados de pantallas, donde cualquier persona puede acceder a una película, pero también a una reseña y hasta una crítica de cine.

Para algunos cibernautas, tanta información asequible vía la red puede provocar confusión y distracción, mientras que para los periodistas y críticos de cine, resulta difícil competir con sitios donde prevalece la noticia rosa de los espectáculos, de los chismes y paparazzos, que atraen a millones de lectores. Los sitios rigurosos dedicados a la crítica e investigación de cine tienen que conformarse con un público minoritario, esa es su realidad.

Para mí un buen crítico de cine es aquel que tiene la habilidad de la lectura y la capacidad del análisis para desarmar una película como un juguete y  permitirnos ver que hay dentro de ella y cómo funciona su mecanismo. Ese crítico podría ser mejor si además tiene humor y sarcasmo. Para poder hacer eso, el crítico de cine debe tener un conocimiento notable del arte cinematográfico, no sólo de la historia, sino de su técnica: del guion y su estructura, de la puesta en escena, del montaje, del arte, etcétera. Al final, un crítico es un “observador” privilegiado, que tiene más capacidades que el cinéfilo común, pues se ha formado para ello.

Sin embargo, el crítico no debe traicionar los instintos que forjó cuando era un cinéfilo anónimo; debe tener siempre presente la capacidad emocional de sumergirse en una película y reaccionar ante ella, para disfrutarla o rechazarla. El crítico no debe sentirse famoso por codearse con directores y actores. El crítico no debe salir de una sala de cine a recolectar opiniones desesperadamente; es mejor digerir sin prisas la película que se acaba de ver.

En México, el peso de la crítica es muy limitada, diría que prácticamente nula. Esto no quiere decir que no cumpla una función importante: la de evaluar los resultados de una industria que necesita mejorar y perfeccionarse. Al final, puede ser que la audiencia no se deje influir por la crítica de cine, pero los directores, actores y productores sí están al pendiente de lo que dice algún crítico o cierto medio.

A los cineastas les va a servir una buena crítica de cine, que les aporta referencias a otros cineastas, a otras películas, que clarifique sobre aciertos o problemas de la película en cuestión. Les servirá más si les da referencias de análisis, justificadas y razonadas.”
​

“Me preocupa que un crítico aligere sus textos por conservar espacio en los medios”
Fernanda Solórzano, crítica en Letras Libres


“En la crítica, el guión tiene toda la importancia. Es la espina vertebral de una película. No me refiero al argumento, que se narra a través del guión pero que es solo uno de sus elementos. En un buen guión se establece el tono, se construyen los personajes, se plantean los subtextos, etc.

Aclaro esto porque suele confundirse guión con historia, y esto a su vez da lugar a equívocos como afirmar que una película que no sigue una narrativa o estructura convencional “carece de guión”. Esto es falso, y es la razón por la que películas cuyos discursos son visuales o atmosféricos tienen guiones de pocas páginas.

No quisiera generalizar pero creo que el guión es todavía uno de los aspectos más débiles del cine mexicano. Comparémoslo con la fotografía, que muchas sobresale del resto de los elementos (y entonces deja de funcionar: se vuelve ornamental). No creo que sea un problema de carencia de guionistas, sino de la poca importancia que algunos realizadores o productores le conceden al guión. No podría más que especular sobre el porqué de esto —ustedes sabrán mejor cuáles son las razones de fondo por las que los guiones que llegan a filmarse parecen poco trabajados. No dudo que haya razones económicas, como la injerencia de quienes ofrecen apoyos para que se traten (o no se traten) determinados temas. O quizá es una confianza de más en que “sobre el camino” se resolverán situaciones. Quizá no se remunera al guionista como se debería y, por lo tanto, se reduce su participación (o se prescindir de él). Opino solo a partir de películas terminadas, en las que se echa de menos esa “obra negra” tan importante, y en la que se sostiene todo demás. Como decía al principio, generalizo. Hay excepciones notabilísimas que saltan a la vista.

En cuanto a la crítica… El tema de la distancia ideal entre un crítico y un creador ha sido muy debatido e incluye posturas encontradas. En todo caso, se trata de hacer conscientes los factores que pueden influir en nuestras percepciones y evitar, lo más posible, los vínculos y circunstancias que pueden deformarlas.  Es posible que un crítico y un director sostengan una relación de amistad nacida en circunstancias ajenas a las profesiones de ambos. En esos casos, toca al crítico hacer un esfuerzo aún mayor de objetividad (y, si les imposible, abstenerse de comentar) y, al director, un esfuerzo por aceptar la crítica.

Por otra parte, lo principal sería ser consciente de los riesgos de llevar una relación de beneficio recíproco con las compañías distribuidoras, que muy fácil  puede de convertirse en una forma de corrupción. Por lo mismo, es preferible mantenerse al margen de todos los aspectos promocionales/celebratorios alrededor de una película, sobre todo si se piensa escribir sobre ella. Los eventos sociales propician un tipo de trato que termina dificultando la objetividad en la valoración.

La explosión de las plataformas virtuales —que es reciente— y la exigencia de algunos medios de ofrecer a sus lectores/audiencia reseñas de consumo fácil —una tendencia que ha existido siempre. Lo primero no me parece algo malo; es solo que la proliferación de voces en la red es abrumadora y vuelve más difícil la localización de puntos de vista valiosos (sucede en todas las disciplinas, no solo en la crítica de cine). Lo segundo me parece un problema más preocupante porque obliga incluso a los buenos críticos a “aligerar” sus textos para conservar espacios en los medios. Un crítico no es alguien que pone taches y palomitas, sino alguien que busca dialogar con un lector y llamar su atención sobre aspectos de la película.

Paradójicamente, la crisis de los medios impresos, simultánea al aumento de plataformas en línea,  ha tenido efectos indeseables pero también ha permitido la difusión de una película de manera inmediata (algo importante considerando la poco permanencia en salas de algunas películas) y sin publicidad pagada de por medio. Ha ocurrido que una película encuentra a su público gracias a la difusión de opiniones positivas en las redes. A veces vienen de otros espectadores, a veces de los críticos. En la industria es más difícil influir, porque dependiendo de quién produce se buscan objetivos distintos. La calidad no siempre es uno de ellos y, en esos casos, la opinión de la crítica no tiene la menor importancia.

Sería presuntuoso decir que la crítica “sirve” a los creadores, porque todo depende de la disposición con la que ese cineasta, guionista o técnico la lea. Si lo hace desde una posición defensiva, no tiene ningún caso. Si lo hace con curiosidad y apertura, puede llevar a nuevas búsquedas. Aunque me resisto a usar la palabra “servir” porque suena a que un crítico tiene la última palabra, y no es así. Quizá habría que empezar por disipar el mito —muy arraigado— del crítico como enemigo del creador. Porque creo que las capacidades de cada director se demuestran (o no) con cada nueva película que filme. Los festivales y los premios cumplen con de darlos a conocer, pero en adelante todo depende del trabajo que realicen.

Para no hablar de sobrevaloración (o lo contario) yo hablaría de la necesidad de evitar prejuicios o preferencias ciegas. Como crítico, esto implica hacer a un lado la opinión previa que se tenga de un director —positiva o negativa— y aceptar la posibilidad de que su siguiente película cambie totalmente la percepción que se tenía de él. Puede ser doloroso en el caso de directores a quien se había admirado antes, pero muy satisfactorio en el caso contrario. Y, a fin de cuentas, es un deber de honestidad.”

“Los cineastas no deben perder tiempo pensando en lo que dice de ellos la crítica”
Iván Morales, crítico en Cine PREMIERE


​“
El cine es un arte popular y creo que quien importa es el público – y el principal público de un artista es él mismo. Pienso que los cineastas no deben perder el tiempo pensando en lo que dice de ellos “la crítica”. Quizá les sirva para darse cuenta de algún punto flojo en suobra que no habían notado, pero el artista no puede funcionar pensando en lo que dirán de él.

La crítica, para mí, es el inicio de una conversación, no el final. Dudo mucho que alguien base sus decisiones sobre qué ver en el cine en lo que alguien en algún lado escribió sobre ella.

Creo que más bien a la crítica se acerca aquellos que sienten la necesidad de continuar esa conversación que el cineasta comenzó en la pantalla. “Esto me hizo sentir la película y quiero saber qué le hizo sentir a otros”. No hay más. El contexto de producción o valoración de otros sobre una cinta no puede informar tu percepción sobre ella. Para ser buen crítico hay algo fundamental , no ser deshonesto. Es el único realmente: hablar o escribir con honestidad.

Por otro lado, el guión tiene la misma importancia para la critica que tendría como público casual, y es muchísima. El guión es el principio de toda idea y sin un guión adecuadamente  estructurado y cuidado, difícilmente la película podrá ser exitosa.”

______________
*Con información de Rafael Martínez García, Erick Baena Crespo y Graciela Manjarrez
​


Gustavo A. Ambrosio Bonilla (Pachuca, 1992)
Periodista en Grupo Milenio. Crítico de cine en Corre Cámara. Fue reportero de espectáculos en Filmeweb y Hey. Antes que cineasta, cinéfilo. Estudió guión en el CCC. Su película favorita es Las Horas de Stephen Daldry. Su cortometraje ¡Están curados! fue seleccionado para participar en el séptimo Rally Universitario GIFF 2015.

@guskubrick
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