Por Irene Rojas Infancias maravillosas Crecí viendo televisión, mucha televisión. Era mi compañía y durante años tuve más amigos dentro que fuera de ella. Mis días se trataban de panteras rosas, dragones congestionados, dimensiones desconocidas, ballenas de bolsillo, genias embotelladas, plastilinas mutantes, lagartijas fotógrafas y carros parlantes. En consecuencia, tuve una niñez solitaria pero llena de fantasía. Vivía convencida de que había agujeros portátiles, que la mente podía intercambiarse y que los cíclopes eran animales vertebrados. Aún recuerdo la cara de mi abuela cuando le pedí prestados sus pensamientos para discutir con la maestra de español, o la de mi madre cuando a mitad de un terremoto me negué a bajar de la cama porque había un monstruo intentando salir por el suelo. En ese mundo fantástico apareció un personaje que amé desde entonces: una secretaria con superpoderes que luchaba por la paz. Llevaba un disfraz azul con rojo, lleno de estrellitas y adornitos dorados. Hacía cosas divertidas como volar en un avión transparente, meterse en problemas y pelearse a puños con los malos. Con tan sólo girar hacía magia; cambiaba su ropa y su peinado y le aparecían armas como un lazo que obligaba a todos a decir la verdad. Nadie la regañaba por andar en calzones ni por decir cosas raras como que venía de una isla donde solo vivían mujeres y en la que había minas de metales antibalas. Viajaba sola por el mundo, sabía por sí misma lo que estaba bien o mal, tomaba decisiones, asumía riesgos y se cuidaba sola. No se conformaba con la realidad y la cambiaba; tenía una vida llena de experiencias. Su día a día quedaba pero que muy lejos de lavar y planchar ropa, cuidar a los primos, ayudar a mamá en la cocina, limpiar los zapatos de papá o acompañar a la abuela al mercado. Se la pasaba bomba y yo soñaba con que un día todo eso me podía ocurrir también a mí. |
| Irene Rojas Padilla (Guadalajara, 1976) Estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO. Trabajó en diversos proyectos de investigación en antropología social tanto en el ITESO como en el Ciesas Occidente (1995-2000). Guionista y productora de los documentales "En el camino del surco" (1999), "Episodios de un pueblo en resistencia" (2000), "Las calles también son nuestras" (2005) y "Seríamos felices, pero no (2008)", ganadores de diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Coordinadora del Festival Ambulante en Chiapas (2010-2015). Coordinadora académica de la Escuela de Cine de la Universidad de Ciencia y Tecnología Descartes con sede en Chiapas (2010 a la fecha) en la que también es docente. |
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