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Peripecias

Notas, artículos y ensayos

Wonder woman y las sospechas de la libertad

6/29/2017

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Por Irene Rojas
Picture
Crédito: DC 75th anniversary special
Infancias maravillosas
 
Crecí viendo televisión, mucha televisión. Era mi compañía y durante años tuve más amigos dentro que fuera de ella. Mis días se trataban de panteras rosas, dragones congestionados, dimensiones desconocidas, ballenas de bolsillo, genias embotelladas, plastilinas mutantes, lagartijas fotógrafas y carros parlantes. En consecuencia, tuve una niñez solitaria pero llena de fantasía. Vivía convencida de que había agujeros portátiles, que la mente podía intercambiarse y que los cíclopes eran animales vertebrados. Aún recuerdo la cara de mi abuela cuando le pedí prestados sus pensamientos para discutir con la maestra de español, o la de mi madre cuando a mitad de un terremoto me negué a bajar de la cama porque había un monstruo intentando salir por el suelo. 
​En ese mundo fantástico apareció un personaje que amé desde entonces: una secretaria con superpoderes que luchaba por la paz. Llevaba un disfraz azul con rojo, lleno de estrellitas y adornitos dorados. Hacía cosas divertidas como volar en un avión transparente, meterse en problemas y pelearse a puños con los malos. Con tan sólo girar hacía magia; cambiaba su ropa y su peinado y le aparecían armas como un lazo que obligaba a todos a decir la verdad.
 
Nadie la regañaba por andar en calzones ni por decir cosas raras como que venía de una isla donde solo vivían mujeres y en la que había minas de metales antibalas. Viajaba sola por el mundo, sabía por sí misma lo que estaba bien o mal, tomaba decisiones, asumía riesgos y se cuidaba sola. No se conformaba con la realidad y la cambiaba; tenía una vida llena de experiencias. Su día a día quedaba pero que muy lejos de lavar y planchar ropa, cuidar a los primos, ayudar a mamá en la cocina, limpiar los zapatos de papá o acompañar a la abuela al mercado. Se la pasaba bomba y yo soñaba con que un día todo eso me podía ocurrir también a mí. 


“Cuando creces en un mundo en el que definitivamente no encajas, la imaginación llega a ser poderosa y liberadora, con un único requisito; tener al menos un referente de otra forma de vida, de otro universo, de otras reglas"
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Así que empecé por hacerme de una copia de su disfraz con todos los accesorios, brazaletes, diadema y lazo incluidos. Hacía cosas como salir al patio y lanzar las pelotas de la matatena contra la pared, para luego intentar detenerlas con las muñecas. A veces daba vueltas como trompo para ver qué pasaba. Cuando nada pasó, me tocó entender que nací en un hospital, que era una niña del Sector Libertad y no una amazona de Isla Paraíso, así que me iba a costar un poco más de trabajo pero no me preocupaba. Tenía lo más importante para ser una mujer maravilla: era niña, con a, y un día sería grande.
 
Cuando creces en un mundo en el que definitivamente no encajas, la imaginación llega a ser poderosa y liberadora, con un único requisito; tener al menos un referente de otra forma de vida, de otro universo, de otras reglas. Exactamente eso fue Lynda Carter para mí; un ícono de una vida distinta, algo así como la sospecha de la libertad.
 
A raíz del estreno de la película Wonder Woman, o para ser precisa, a raíz de un post donde me declaré su fan, tuve que escuchar y responder muchas críticas.
Dudo que el personaje fuera creado para inspirar a niñas como yo y entiendo que a muchos les choque su atuendo, patriotismo y amor romántico. Pero afortunadamente la mirada selecciona y para mí y otras mujeres todo eso no tenía tanta importancia. Sí, había cosas muy cuestionables, pero considerando los referentes femeninos y la burda propaganda política de la época, La Mujer Maravilla tenía elementos progresistas. No banalizo sus defectos, pero tampoco acepto que se borre con un plumazo de corrección política todo lo bueno que tuvo y sigue teniendo.
 
Miradas hípersexualizadoras
 
Al parecer, el problema con el personaje es que está hípersexualizado. La Mujer Maravilla nació en los 40, cuando a muchas de nuestras bisabuelas no se les pasaba por la cabeza usar manga corta ni salir sin medias. Su poca ropa era un grito de libertad; puedes ponerte tan poco como quieras, puedes ser sensual y fuerte a la vez. William Moulton, su creador, afirmó que su objetivo era justamente contrarrestar la creencia de que las mujeres no podíamos ser sexuales.
A la Wonder Woman de Jenkins la acusan de exactamente lo mismo. ¿De verdad, con cómo se las mascan Hollywood y las series de TV, Diana esta hípersexualizada? ¿Si vieron la Catwoman de Pitof con su masterclass del "tetas shoot"? ¿Les suenan de algo Scarlett Johansson, Megan Fox y Jessica Alba? Supongo entonces que nos falta vocabulario, mucho vocabulario. En contraste con Gal Gadot, lo que hacen con ellas en la pantalla pertenece a otras categorías. O tal vez podemos reconocer que tenemos el tenemos el híper muy flojo y lo disparamos muy rápido.
 
La única forma de ignorar la agresiva hípersexualización de “Catwoman” era cerrando los ojos o saliéndose de la sala. Para incomodarse por la hípersexualización de Wonder Woman habría que ignorar la historia y privilegiar los detalles. Cito a una ‘feminista’: “Tal vez estaba demasiado distraída por el vestido de Diana, esculpido con pequeños bultos para sus pezones aparentemente siempre erectos, como para aplaudir sus diálogos de empoderamiento femenino tipo ‘¡Lo que yo hago no depende de ti!’” [1]. Aquí otra joya: “Polémica feminista, ¿Viste algo raro en las axilas de Gal Gadot?… las críticas han indicado que tendría sentido biológico que una mujer amazona como Diana Prince tuviera mucho vello corporal. Incluida la axila” [2].


​“Está guapísima y es muy sensual, pero ni el personaje ni la historia están subordinados a ello. Por desgracia sobran ejemplos de cómo habrían podido exprimir el cuerpo de Gadot o cargarse la historia con subtramas de tensión y gimnasia sexual

​En la película no hay primeros planos de los senos o las nalgas de Gadot, es evidente el cuidado que tuvieron para no mostrar ni la silueta de su sexo, los únicos acercamientos son de sus ojos, lleva más ropa que el cómic, pero no importa. “Diana es sólo un voluptuoso personaje… y es más que trágico que la peor clase de objetivación femenina esté siendo sembrada en la mente de los jóvenes… los niños deben saber que solo están atizando sus jóvenes libidos” [3] (cursivas mías). Para este señor da igual el tratamiento del personaje, da igual cómo encaja el personaje en la historia, de hecho da igual la historia y su contexto; si está buena y se nota, está hípersexualizada y si está hípersexualizada es para poner cachondo al macho. Eso es así, es cosa de hombres. Las mujeres no tenemos deseos ni fantasías propias, nos sexualizamos para atizarles la libido, ¿para qué si no?.
 
En mi opinión, hípersexualizar es construir innecesariamente a un personaje con base en su cuerpo, creando o distorsionando la trama para exhibirlo. En las calles de Temiscira las mujeres llevan túnicas, con excepción de los mandos militares como Hipólita y Antíope. Es justo para el combate que portan ropa ajustada y reducida. Todas son sensuales en la batalla y no lo hacen para atizarle nada a nadie. Diana se dirige a una guerra, está convencida de que el combate es inminente y se viste para ello. En las cuantiosas escenas en las que no se dispone a pelear, le ponen tela hasta la garganta.
 
Está guapísima y es muy sensual, pero ni el personaje ni la historia están subordinados a ello. Por desgracia sobran ejemplos de cómo habrían podido exprimir el cuerpo de Gadot o cargarse la historia con subtramas de tensión y gimnasia sexual. Sin venir a cuento, Alien Covenant acomoda un videoclip erótico después de una masacre (porque el sexo salvaje es lo que más nos apetece a las mujeres tras ver asesinatos), pero nadie dijo nada. Diana de Temiscira es una amazona que como tal, dedicó años de su vida al entrenamiento físico, pero rechazamos las consecuencias de eso; la queremos con otro cuerpo y de ser posible envainada en un chándal.
 
¿Realmente habría sido viable romper esquemas de género a través de personajes políticamente perfectos? Que yo recuerde las lesbianas de “L Word” eran todas guapas, la mayoría exitosas. ¿No habría sido una afrenta crear la primera serie lésbica con personajes poco atractivas, con vidas rutinarias y a veces aburridas?.
 
Superpoderes humanizados
 
Patty Jenkins compartió en su perfil de twitter una conmovedora lista de reacciones que tuvieron algunos pequeños tras ver la película, recopiladas por una maestra de guardería. Cito dos:
“Una niña dijo: ‘Cuando sea mayor quiero hablar cientos de idiomas, como Diana’”.
“Mientras jugaban en el recreo siete niñas dijeron que, ya que todas querían ser Wonder Woman, habían acordado ser amazonas y luchar unidas contra el mal en vez de pelear entre ellas” [4].
 
Intuyo que niñas y niños (perdóname RAE) dicen cosas como éstas por las mismas razones que yo lo hacía; su imaginación es más libre y se concentran en la historia y no en sus posibles interpretaciones. Entonces, ¿cuál es esa historia? (Spoilers).
 
Diana es la princesa de Temiscira, isla paradisiaca habitada únicamente por amazonas. Recibe una educación basta; habla cientos de idiomas y devora libros. Su madre no quiere que sea entrenada porque intenta protegerla, pero finalmente entiende que su única protección será convertirse en guerrera y defenderse a sí misma. Un día las amazonas son atacadas y ella se queda pasmada; sólo tras la muerte de varias compañeras logra asumir el acto de matar. Cuando su tía cae en combate, la impotencia de Diana es conmovedora; ahora conoce el dolor de la pérdida. Tras la batalla se entera que en el mundo se libra una guerra de proporciones planetarias y decide dejar Temiscira para luchar por la paz. “No me quedaré de brazos cruzados mientras mueren inocentes... Quiero luchar por quienes no pueden defenderse”. Su madre le dice que si se va, tal vez nunca vuelva y ella responde “¿Quién seré si me quedo?”.
 
El arribo de Diana a nuestro mundo es decepcionante; es feo y contaminado, tiene tufo de esclavitud, las promesas se incumplen, los humanos pelean y se matan sin motivo ni honor; solo piensan en dinero. Cuando altos mandos deciden no intervenir pese a la inminencia de una masacre, Diana los cuestiona. "¡Son capaces de sacrificar todas esas vidas a sabiendas, como si importaran menos!.. En mi tierra, los generales no se ocultan tras un escritorio como cobardes... ¡Todos deberían tener vergüenza!.. ¿Cómo pueden decir eso? ¿Cómo pueden creerlo?". 


“Marvel y DC nos han tratado de inocular toda clase de presuntos justicieros, que no son más que adictos a la venganza y a la supremacía personal”
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​Finalmente, Diana llega a la línea de combate. La zona está devastada y abundan los heridos. Lo que ve la consterna, no puede ni intenta ignorarlo; cuando una mujer le suplica ayuda se detiene a escucharla. "No podemos irnos sin hacer nada. ¡Se están muriendo!. No tienen comida, y el pueblo… al parecer los esclavizaron. ¡Mujeres y niños!". Le responden que están en tierra de nadie, que a pocos metros hay metralletas disparando contra todo, no pueden salvar a cada persona, no vinieron a eso. "No, pero yo voy a hacerlo". Toma su armadura para convertirse en Wonder Woman e iniciar un combate en el que las escenas más violentas son en las que destruye metralletas y tanques. La trama llega a ser casi obsesiva en ese punto; la prioridad es aniquilar las armas, no a las personas.
 
En mi opinión, estas secuencias hacen de la película un alegato genuino y coherente contra la guerra. Marvel y DC nos han tratado de inocular toda clase de presuntos justicieros, que no son más que adictos a la venganza y a la supremacía personal. ¿A cuantos de ellos vimos preocuparse por los heridos? ¿En cuántas de sus historias la gente de a pie tiene rostro y voz?. Los ciudadanos abstractos, esa masa espesa y municipal, suelen estar ahí para justificar sus combates y no al revés. Dicen querer salvar al mundo, pero en el acto de salvarlo lo destruyen, tal como pasa en las guerras de carne y hueso. Ciudades en ruinas, miles de muertos y heridos, millones de desplazados, pero no importa: ¡Matamos al malo! ¡Somos los héroes!. El objetivo no es evitar nada; es demostrarnos su fuerza y decirnos quien manda.
 
Como cualquier personaje llegado a un nuevo mundo, Diana carece del sentido común que lo rige. En el suyo no hay hombres y en consecuencia tampoco hay sexismo, así que ni siquiera se percata de la transgresión que comete cuando entra en la Cámara de Representantes. En su tierra la guerra no se desea y por ello confía en que, tras la muerte de quienes manipulan a los humanos, se restablecerá la bondad natural de las personas. Cuando comprende que tal cosa no existe, que por sí mismos son “crueles, débiles, egoístas y capaces de los peores horrores”, se deja abatir y su lucha se torna en venganza. Poco después comprende que eso sólo la hará cómplice de lo que odia y termina por aceptar que las personas “son todo eso… pero también mucho más”, que no se trata de lo que merecen sino de lo que cada uno cree, que dentro del ser humano siempre habrá oscuridad y luz. “Cada uno tendrá que elegir entre una y otra, y eso es algo que ningún héroe podrá vencer jamás”.
 
Las sospechas de la libertad
 
En mi opinión, Patty Jenkins logró algo impensable; hacer compatible un blockbuster de superhéroes con un mensaje de paz y solidaridad de claros tintes feministas. Puestos a blasfemar, me gusta creer que las mujeres nos vamos a beneficiar más de películas como ésta, que de los ríos de críticas que podamos escribir sobre los pezones y las axilas de Gal Gadot.
 
Cuando exigimos que Hollywood pare de fabricar relatos misóginos y sexistas, entiendo que no pedimos que dejen de hacer películas, sino que comiencen a hacerlas de otra forma. Imagino también que no esperamos que de la noche a la mañana todo se parezca  a Thelma & Louise, Las Horas, Las Sufragistas o Carol, porque eso no va a pasar. Tampoco buscamos que simplemente reemplacen directores con directoras para que acaben filmando 50 Sombras de Grey o Crepúsculo. Si hasta aquí voy bien, entonces Wonder Woman es una buena noticia.
 
Me queda claro que aunque la sospecha de la libertad me llegara a través de personajes como la Mujer Maravilla y Madonna, la libertad real se la debo a las luchas feministas. ¿A qué libertades me refiero? Pues a casi todas. A la de poder estudiar y viajar sin ser una anomalía. A la de decidir sobre mi cuerpo, qué hacer con él, cómo vestirlo, qué tanto vestirlo y cuándo desvestirlo. A la de establecer por mí misma lo que está bien y lo que está mal. A la de no necesitar que nadie me cuide, me proteja, ni me diga qué hacer, porque para eso estoy yo. A la de enamorarme de quien me dé la gana, sin importar su biología reproductiva.
 
Lo que no entiendo es por qué cuando las mujeres logramos infiltrar alguna o varias de esas libertades en superproducciones de las industrias culturales, cuando a punta de codazos logramos ejercerlas en espacios capitalistas y masificados, esas libertades se vuelven sospechosas. Como dice Diana Prince “Lo que hacemos frente a la verdad no es tan fácil como parece”.


Irene Rojas Padilla (Guadalajara, 1976)
Estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO. Trabajó en diversos proyectos de investigación en antropología social tanto en el ITESO como en el Ciesas Occidente (1995-2000). Guionista y productora de los documentales "En el camino del surco" (1999), "Episodios de un pueblo en resistencia" (2000), "Las calles también son nuestras" (2005) y "Seríamos felices, pero no (2008)", ganadores de diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Coordinadora del Festival Ambulante en Chiapas (2010-2015). Coordinadora académica de la Escuela de Cine de la Universidad de Ciencia y Tecnología Descartes con sede en Chiapas (2010 a la fecha) en la que también es docente.


[[1]] Cauterucci Christina (2017). I Wish Wonder Woman were as feminist as it thinks it is.  
Slate Magazine. Recuperado de http://www.slate.com
[2] Lorao, David (2017). Polémica feminista en el último trailer de ‘Wonder Woman’. Revista Cinemascomics. Recuperado de https://www.cinemascomics.com
[3] Beale, Lewis (2017). Mujer Maravilla, ¿Ícono feminista o voluptuoso personaje fantástico?. Revista Expansión. Recuperado de https://www.expansion.mx
[4] Llanos, Héctor (2017). Así han reaccionado los niños de una guardería tras ver 'Wonder Woman'. Diario El País. Recuperado de https://www.elpais.com 
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