Por Gustavo Ambrosio Tamara y la Catarina, tercer largometraje en dirección de Lucía Carreras, tiene una emoción regente dentro de sus encuadres y silencios. Una historia de dos mujeres que se acompañan en medio de una situación de abandono y de complicaciones con la justicia. Dos mujeres que viven en un rincón alejado, escondido de la ciudad, en medio del concreto, las luces y el ruido urbano. Filme presentado en Toronto, Los Cabos y Huelva, reafirma la vena de la autora de Nos vemos, papá, y co escritora de Año Bisiesto y La jaula de oro. Un impulso que encuentra en la figura femenina, la soledad y el acompañamiento en situaciones complejas, su principal motor creativo. La soledad… “La anécdota de la mujer es en realidad un pretexto para mostrar la invisibilidad de las personas. La imposibilidad de que alguien las mire. Partí de la anécdota concreta del secuestro de la niña por parte de una mujer en condiciones muy particulares porque quería entrar a esa vida y a esa soledad. Un día vi a una niña sola en una puesto de revistas y me hizo decirme a mí misma, cualquiera podría llevarse a esta niña ¿por qué la dejaron sola? y me pregunté si alguien sería capaz de robársela, y después pensé por qué se la llevarían….La señora que me hacía la limpieza tenía una hija con cierto grado de retraso y que había sido abusada y entonces ambas historias se juntaron, y salió de mi inconsciente En Tamara y la Catarina hay una reflexión sobre la invisibilidad social. Como personas no queremos ver al que sufre, a las personas mayores, a las personas con retraso también, no existen para nosotros. Más en una gran ciudad donde de cierta forma, todos somos invisibles. La soledad no la veo como algo negativo, en algunos casos es una decisión de vida. Pero también es cuestión de una condición de vida. En el caso de Tamara y la Catarina son dos mujeres y un personaje más que conforman tres soledades por abandono. Y sobre la escritura… “Es el guión más orgánico que he hecho. Entre más se escribe, todo fluye más fácilmente. En el camino, en un taller con Leñero y Rebollo, fui hallando la esencia de lo que quería narrar. Me dijeron, Lucía, tu guión funciona pero dónde está la esencia. Y fue rehacer el guión casi desde cero, y llegué a la esencia de una forma muy orgánica. “Una de las cosas más importantes en esta labor es la pérdida del miedo a equivocarte en la escritura. Perderle el miedo al error y tener ganas de arriesgarte. No explicar demasiado. No dar información de más. Contar la historia sin ir a la exposición. Evitar el diálogo inmediato. Soltarte emocionalmente para escribir con la víscera y no con el canon de la escritura. Este es un guión donde se ve al escritor a la hora de ver la película.”
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June 2020
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