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Peripecias

Notas, artículos y ensayos

La interminable búsqueda para condensar la historia

6/5/2017

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Por Luis de León
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Crédito: Imgur the best film synopsis ever

Existe una bestia a la que todo guionista o escritor deberá enfrentarse e indiscutiblemente terminar de domar, pues hacerlo es el primer paso para arrancar cualquier proyecto. Al principio será difícil, frustrante e inclusive parecerá casi imposible. Una vez superada esta primera batalla de las muchas otras que aún están por librarse, por fin nos habremos distanciado de “la historia que pudo haber sido” para acercarnos de una forma más realista a aquel espectacular borrador de 90-120 páginas al que tanto anhelamos llegar; esta bestia de la que hablo es por supuesto la idea en sí misma.

A menudo escucharemos en nuestras primeras clases de guión lo importante que es la exploración de herramientas para escribir como la premisa, el logline o el storyline. No me voy a detener explayando la diferencia entre cada una de estas definiciones pues eso es material para otro texto, pero también porque a menudo estos distintos conceptos no son necesariamente excluyentes entre sí.
Tienen sus reglas o variables propias para llevarlas a cabo, y muchas veces dependerá de nuestro profesor o de nuestros manuales de referencia favoritos el cómo las escribamos, pero sin importar con cuál de estos nombres nos encontremos o con cuál de estos nos quedemos durante el resto de nuestra formación, todos tienen un mismo propósito: llevar nuestra idea a su estado más simple.
Con esto nos referimos a contar precisamente aquello de lo que tratará nuestro guión en un mínimo de palabras. Se trata de encontrar aquellas descripciones que serán claves para contar nuestra historia cinematográficamente y que deberán acompañarnos fielmente en todo el proceso. Estas palabras tendrán que capturar la esencia de lo que nos motivó en primer lugar a comenzar la travesía.

Muchas veces lo primero que llega a nuestra mente, aquello que por primera vez hizo “click” mientras tomábamos un café o simplemente paseábamos nos parecerá suficiente. A menudo son ideas muy atractivas o “historias” que creemos que tienen potencial de ser los mejores productos de ficción de la década, pero no nos podemos dejar engañar por este sentimiento de adrenalina inicial porque hay una diferencia muy grande entre lo que es una idea y una historia.

Si nos vamos a la acción de escribir dejándonos guiar por esta máscara o esta falsa concepción de que ya tenemos en nuestra cabeza “toda la historia”, rápidamente podríamos darnos cuenta de que algo nos hace falta para mejorar el borrador. Los escritores más intuitivos quizás puedan superar esto en un estado de “embriaguez” por la idea que están escribiendo, haciendo una escena tras otra y grandes piezas de diálogo, pero quizás haga falta algo muy importante que es un propósito

“Hay una diferencia muy grande entre lo que es una idea y una historia”

Comencemos desde lo más simple: ¿Qué fue lo primero que nos vino a la mente antes de querer escribir? ¿Fue un concepto interesante? ¿Una escena en particular? ¿Un género que nos gusta? ¿Un personaje que nos pareció atractivo? Todo esto es un buen lugar para empezar a darle forma pero no es más que la parte de una idea o quizás un esbozo de lo que podría ser una historia, pero no son la historia en sí misma que vamos a contar.

Una historia siempre será el inicio, el desarrollo y el cierre que se acopla a este concepto que llamamos idea, es todo aquello que de alguna forma deberá cumplir nuestro guión. El guión debe adecuarse a estos parámetros y la mejor forma de asegurarnos que vamos por el camino correcto es delimitando su desarrollo a un mínimo de palabras, todo esto si no queremos desviar nuestro trabajo en un producto lleno de palabras sin sentido, con acciones que no van hacia ningún lado y un montón de tiempo muerto.

Para esto siempre nos recomendarán condensarlo todo en una sola frase conocida como “premisa”. He ahí la dificultad de la tarea, sin embargo, todo dependerá de qué tan lejos se quiera llegar con esta búsqueda de “condensar la historia a su mínima expresión”. Al fin y al cabo lo más importante para uno mismo es saber si efectivamente puede convertir esa idea inicial por la que tan entusiasmado se estaba al principio en una verdadera trama.

Todo se basa en ponerle a la idea los cimientos de una historia coherente que podamos desarrollar y nos permita seguir adelante para culminar en un borrador. Existen numerosas herramientas y métodos ofrecidos por expertos que no necesariamente deben ser tomados al pie de la letra pero que unificando sus teorías se podría encontrar un método que se adecúe a una manera individual de trabajar.

John Truby, en su libro Anatomía de la historia, dice que para que la premisa de una historia pueda ser condensada en una sola frase deberá contener por lo menos un acontecimiento que dará comienzo a la acción principal, un personaje principal con alguna característica clave y una idea básica de cómo será el final. Veamos uno de los ejemplos que pone en su libro:
  • Casablanca: Un expatriado estadounidense de carácter duro se reencuentra con un viejo amor a quien abandonará para luchar contra los nazis.
Truby expone que un buen guionista podrá ver el potencial de la idea y todas aquellas ramificaciones que esta puede trazar para nuestra historia; es una búsqueda por encontrar su riqueza y convertirla en los cimientos sólidos de la historia.

Mientras que por otro lado, una mala premisa, que sea floja en su ejecución, sólo hará que contemos con material suficiente para unas cuantas páginas y terminemos por perder por completo el rumbo. Para evitar dar con eso, Truby propone diferente teorías, pero para mí posiblemente su aporte más importante sea hablar de un principio fundador.

Para Truby, el principio fundador es aquel elemento que dotará de cohesión y lógica interna a toda la historia, será aquel elemento que le confiere no sólo su originalidad  sino que también permitirá desplegar todo su desarrollo para el cumplimiento de una metáfora. Es un concepto abstracto que no necesariamente todas las historias cumplen como requisito, pero que sirve para intentar forjar la “causa” que dota a la idea de todo su potencial narrativo. Ejemplo:

Tootsie: Un actor que no consigue trabajo se disfraza de mujer y obtiene un papel en una serie de televisión pero se enamora de una de las actrices de reparto.
Principio fundador: Obligar a un hombre machista a vivir como una mujer.
 
Ciudadano Kane: La historia de vida de un rico magnate dueño de un periódico.
Principio fundador: Emplear un número de narradores para demostrar que la vida de un hombre nunca llega a conocerse del todo.
 
Qué bello es vivir: Cuando un hombre se dispone a suicidarse, un ángel le muestra cómo sería el mundo si él no hubiera existido.
Principio fundador: Expresar el poder del individuo enseñando como sería una ciudad si un determinado hombre no hubiera existido.

Truby dice que el principio fundador va después de haber completado la premisa pero tomándonos unas libertades teóricas podríamos intentar ver el principio fundador como aquello que toda nuestra historia implica o envuelve para sus propios fines. Podría ser una metáfora o la respuesta a una simple interrogante como “¿Qué pasaría si los dinosaurios vivieran en nuestros días coexistiendo con los humanos?”, lo importante es que esto sirva para ver las implicaciones que conlleva la idea dentro del desarrollo de la trama.

Ahora, esto es muy bonito y todo, pero todavía no nos hemos acercado ni un poquito a aquellos elementos esenciales que permiten condensar la historia en su mínima expresión, tanto Truby como muchos otros autores coinciden en los mismos puntos e interrogantes, pero si se trata de enumerarlos, posiblemente Antonio Sánchez Escalonilla en Estrategias del guión cinematográfico ha sido uno de los más prácticos enunciando las siguientes preguntas:

  1. ¿Quién es el protagonista?
  2. ¿Qué busca?
  3. ¿Qué problemas encuentra en su búsqueda?
  4. ¿Cómo termina la historia?
En pocas palabras, todo se resume a una persona concreta que tiene un objetivo, un deseo o una necesidad y algo que se lo impide causando el conflicto de la historia que desemboca en una búsqueda y suscita un cambio en nuestro protagonista para que pueda dar con una resolución.

Casi todos los guiones pueden ser resumidos si se busca responder a estas cuatro interrogantes o identificando cuáles de los elementos señalados en negrita en el párrafo anterior cumplen con su respectiva función. Podemos utilizar esto como una guía e ir dando forma a la historia que deseamos crear. Superado este punto muy bien podríamos tratar lo que llaman un “storyline”.

Veamos algunos ejemplos abordados por Escalonilla y entendamos en qué fallan:
  • Tras el holocausto nuclear, una mutación en las cucarachas las ha convertido en gigantescos insectos que subyugan a la raza humana, condenándola a esconderse bajo los escombros y esconderse de la luz del día.
No existe ni un personaje con una motivación clara, un planteamiento o un desenlace. Sólo ofrece un esbozo de la idea que sirve para el prólogo de una historia pero sin ella.
  • Un hombre compra un boleto de lotería, fallece dos días después y es enterrado con el boleto… ¡que resulta premiado! Entonces la familia del difunto se desespera por recuperarlo.
Este ejemplo ofrece un planteamiento interesante de un personaje colectivo con una motivación, pero carece de una acción principal que continúe con el desarrollo de los acontecimientos, falta un nudo y por supuesto, un desenlace.

Ahora veamos como evolucionamos de una particular idea:
  • Un psicólogo infantil de Filadelfia intenta sanar a un niño que sufre de una crisis emocional permanente porque recibe visitas de los espíritus.
Aquí hay un planteamiento inicial al que le falta todavía un nudo y un desenlace, tenemos el inicio pero todavía le falta más para cumplir con nuestros propósitos:
  • Un psicólogo de Filadelfia intenta sanar a un niño que sufre una crisis emocional permanente porque recibe visitas de los espíritus. En su intento por ayudar al pequeño, descubre que todos los espectros han sufrido muertes terribles pero que no saben que están muertos. El psicólogo consigue curar al niño animándole a ayudar a los espíritus en su dolor, pero entonces descubre que él también es un espectro que fue asesinado por uno de sus pacientes. (El sexto sentido)
Claro, es mucho más extenso de lo esperado y evidentemente no llega a ser el resumen en una sola frase como la mayoría quisiera, sin embargo, es un párrafo lo suficientemente sólido que da con aquellos elementos necesarios que cumplen con un principio fundador que podríamos inferir sería algo como:

Un psicólogo intenta ayudar a un niño con la capacidad de ver espíritus a superar una crisis emocional ayudando a estos espectros a cruzar el otro lado, pero el psicólogo no sabe que él también está muerto y necesita ser salvado.

Con esto finalmente podemos decir que tenemos una historia coherente con un planteamiento inicial, un desarrollo y desenlace.

Realmente no importa la extensión exacta (sin excedernos por supuesto), pero si se trata de menos de dos líneas o un párrafo completo, esto será sólo parte de las exigencias de quienes estén verdaderamente interesados en comprar la idea.

Al final, lo importante es que se entienda el propósito de la historia y al mismo tiempo se pueda identificar un protagonista, su necesidad u objetivo, el conflicto que se le presenta y finalmente el resultado de sus acciones.

Blake Snyder, en su libro Save the cat strikes back!, desarrolló un método propio que como la mayoría de su bibliografía pretende funcionar casi como una fórmula matemática. Es una manera muy metódica de hacer las cosas que no necesariamente tiene que ser del gusto de todos, pues realmente no todas las historias siguen los mismos principios, pero con un poco de adaptación esta fórmula puede ser usada a favor de casi cualquiera, sabiendo encontrar elementos cruciales de toda historia.

La fórmula de Snyder en su traducción sería algo como:

En el borde de Estasis = Momento Muerto, un Protagonista con Defecto + Transición al Segundo acto; cuando en el Punto Medio ocurre él/ella deberá aprender el Tema declarado, antes de Todo está perdido.

Para entender esto debemos definir cada uno de estos puntos mencionados según el mismo Snyder:

  • En el borde: es el punto inicial en donde nos encontramos al inicio de la historia que va a una dirección muy diferente de donde termina.
  • Estasis = Momento Muerto: la situación ordinaria en donde el protagonista por su estado emocional inicial puede sospechar que es necesario un posible cambio.
  • Protagonista con defecto: defecto del protagonista que cambia en la historia.
  • Transición al segundo acto: lo que hace que la historia se ponga en movimiento y/o lo que podría resultar ser su atractivo principal.
  • El punto medio: un giro en la trama donde la historia ya no puede marchar atrás.
  • Tema declarado: de lo que realmente trata la película
  • Todo está perdido: cuando las cosas se encuentran peor que al principio.
Por lo general este autor está más concentrado en películas hollywoodenses con estructuras más clásicas, particularmente comedias, así que es entendible que estas se adapten mejor a su fórmula. Ahora veamos cómo esto se aplica en una película existente:

Al borde de perderse el día de gracias cuando su vuelo es desviado (Al borde de + Estasis = Momento Muerto), un tenso ejecutivo de anuncios (Protagonista con defecto) es obligado a viajar por cualquier medio posible con un loco vendedor con un secreto (Transición al segundo acto); pero cuando pierde el último carro rentado para volver a casa (Punto Medio) debe aprender que la familia es más importante que el trabajo (Tema declarado) y volver a casa a tiempo. (Todo está perdido).

Este ejemplo pertenece a Plains, Trains and Automobiles, clásico de comedia con Steve Martin, y sorprende la utilidad de la fórmula adaptando sólo sus puntos clave.

Si en algo hace énfasis Snyder es que el mayor enemigo al que se busca vencer siempre es el tiempo, pues el tiempo para contar nuestra historia es crucial en una venta improvisada (un pitching si se quiere) que no debería exceder más de lo que tarda una conversación en ascensor. Según él, si de casualidad encontramos la oportunidad de hablar con un productor en un hipotético viaje de ascensor, no podremos presionar el botón de emergencia y esperar que esté dispuesto a escucharnos todo lo que se tarden en sacarlo de ahí. Suena cómico, pero tiene una gran lógica detrás.

En conclusión, no sólo se trata de vender la historia o hacerla atractiva, sino de intentar trazar un mapa para nosotros mismos, asegurarnos que hemos podido trascender de la idea inicial para llegar a establecer los cimientos que rigen una trama de principio a fin. Es el trabajo que precede a la escritura y que es igual de importante y requiere una cantidad de esfuerzo y tiempo invertido que aunque para algunos parezca tortuoso, es fundamental si realmente se quiere llegar a un objetivo concreto y no desechar un buen concepto por no haber desarrollado todo su potencial.
Bibliografía:
Truby Johh, Anatomía del guión: El arte de narrar en 22 pasos, Alba, 2007, pp. 29-55
Snyder Blake, Save The Cat! Strikes Back, Save The Cat Press, 2009, pp. 9-15
Escalonilla Sanchez Antonio, Estrategias del guión cinematográfica, Ariel, 2014, pp.  82-86



Luis De León (Barquisimeto - Venezuela, 1994)
Licenciado en Comunicación Social, Redactor y Critico de Cine en distintos medios digitales como Cultura Colectiva, Voxbox e Ideas de Babel ademas de ser Guionista/Cineasta en formación participando como Asistente de Dirección y Script en cortometrajes estudiantiles.

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