Plot Point - Revista
  • PORTADA
    • Textos de Portada
  • PERIPECIAS
  • ESCALETA
  • VOZ EN OFF
  • CONTINUARÁ
  • CORTE A
    • Contenidos multimedia
  • FICCIONES
  • ESPECIALES
    • 100 años Bergman
  • PLOT POINT TALKS
  • NOSOTROS
    • Directorio
    • Contacto
  • Blog

Peripecias

Notas, artículos y ensayos

La gran película de Cortázar nunca filmada

11/23/2015

Comments

 
Por Guillermo Saavedra

La última obra del escritor argentino llevada al cine fue Historias de Cronopios y de Famas. Michelangelo Antonioni, Jean-Luc Godard o Fabián Bielinsky dirigieron cintas basadas en textos del autor de Rayuela. ¿Acaso existe una adaptación que nadie conoce? Descúbrelo en este texto que hace suya una frase atribuida a Hitchcock: “Hay algo más importante que la lógica: la imaginación”.

Imagen
Ilustración: Román Zurita

No hay nostalgia más profunda
que la vertida sobre un pasado imaginario.
J. M.
​

Es ya lugar común iniciar un texto con la afirmación de que algo es, de hecho, un lugar común. Aun bajo esta riesgosa premisa, debo aceptar que es un tópico hablar de la relación entre Julio Cortázar y el cine. Se ha enumerado hasta la saciedad en recientes artículos la lista de filmes basados en los cuentos del genio argentino. Se pondera con predilección el filme Blow Up (1966) de Michelangelo Antonioni, inspirado de manera libérrima en el relato de “Las babas del diablo” cuyo punto de partida es una imagen que esconde más suposiciones que verdades. También se destaca, con dilección en los abundantes listados, la versión de “La autopista del sur” a cargo de Jean-Luc Godard, llamada Week End (1967). Este filme, como el de Antonioni, tampoco busca adaptar el argumento del relato al lenguaje cinematográfico, sino más bien lo toma como palanca para indagaciones más personales. Por último, aparece con frecuencia en estas enumeraciones La cifra impar de Manuel Antín (1965). Esta película sí persigue adaptar el argumento e incluso las anacronías del relato “Cartas de mamá”; lastimosamente, en la ejecución de la versión cinematográfica, la exquisita ambigüedad del cuento termina por desteñirse.

​Una vez cumplidas las obligaciones con los lugares comunes de los artículos acerca del vínculo entre el cine y Cortázar, procederé a describir la mejor película acerca de un texto de Cortázar. Una que no ha filmado ningún director de renombre, ni ha sido adaptada por un miserable escritor fantasma (de los que Chico Buarque inmortaliza en su gran novela Budapest). Se trata de Los premios, basada en la primera novela publicada del escritor argentino. ¿En qué consiste esta película inexistente? Es la aventura de un grupo de incautos cuya característica esencial es su disimilitud. Llevados por el azar, ciertos héroes egoístas viajan en un crucero sólo para hallar en él una completa incertidumbre de su destino. A medida del avance del Malcom, se dan cuenta que esa falta de certeza es también interna, pues empiezan a conocerse ellos mismos. Una prohibición absurda, por parte de una autoridad hermética, completa una superposición de niveles cuya amalgama logra retratar, en el periplo fallido, la realidad latinoamericana.
​
​Los elementos que lograrán una victoria superlativa al realizar el filme son varios. Los diálogos escritos por Cortázar funcionan tanto para la caracterización de los personajes y su colocación en la sociedad jerárquica donde se desenvuelven, como para sumergir al lector/espectador en profundidades y alcances de entendimiento del mundo rara vez logrados sin una mediación del narrador, lo cual deviene crucial para una película.

Los premios podría adaptarse cinematográficamente en su espléndida complejidad de manera satisfactoria. Sólo veo una dificultad mayor: el reparto. No logro imaginar un Medrano, personaje más entrañable de la novela, que pueda colmar mis expectativas.



La conformación de dos bandos de personajes será también otro de los aciertos del filme. En él se enfrentan dos posturas: reaccionarios y revolucionarios; aunque veremos en estos últimos los vicios de la élite de su sociedad. En realidad, protestan porque su educación y estatus les permiten ese lujo. Así, vemos con familiaridad cómo el bando de intelectuales y burgueses utiliza la lucha como una prueba de su poder y no para lograr un cambio. Se acercarán y necesitarán al pobre, encarnado en El Pelusa, pero una vez fuera de la situación nunca volverán a tratarse.

Existe otro elemento más que convierte a la novela en una película de actualidad: la visión de la autoridad. A lo largo del microcosmos narrativo, se descubre una relación entre gobernados y gobernantes extrapolable a nuestra circunstancia. Una facción confía en ella porque sabe la conveniencia de ello; la otra, se rebela, porque desea la celebridad de erigirse moralmente superior. ¿Suena conocido? Las consecuencias de violar el pacto de obediencia surgen en toda su ironía: dolorosa y, al mismo tiempo, sanadora.
​
Así pues, verificamos la incólume vigencia de lo planteado por Julio Cortázar en Los premios, a pesar de haberse escrito en 1960: la negación de las responsabilidades de ser adulto: “de golpe hay que ponerse a vivir para y por el futuro”; la cosificación de la mujer, consciente de figurar en un  “juego” en el cual a veces deviene objeto; la espinosa convivencia entre personas de distinto estatus social y educativo; el enfrentamiento de las ideologías liberales y conservadoras; el abuso de poder, incluidas las complicidades del ciudadano; así como el cuestionamiento de las causas y efectos, impulsores de resultados caprichosos y casi prepósteros.
​
Creo en verdad que Los premios podría adaptarse cinematográficamente en su espléndida complejidad de manera satisfactoria. Sólo veo una dificultad mayor: el reparto. No logro imaginar un Medrano, personaje más entrañable de la novela, que pueda colmar mis expectativas. Y, sin embargo, estoy convencido de que esta película nunca filmada, pero ya filmada por Cortázar; nunca exhibida, pero ya exhibida en cada lector, es una de las mejores experiencias fílmicas que nunca tendremos la oportunidad de visionar en el cine.
​


Guillermo Saavedra (Ciudad de México).
Desde niño lee el diccionario por diversión. Es maestro en Comunicación Integral por la Universidad Complutense de Madrid y cursó estudios de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Ha sido colaborador de Laberinto en Milenio Diario y es profesor de literatura y lengua española en el Tec de Monterrey.
@guillermosaga
Comments

    Archivo

    June 2020
    March 2020
    February 2020
    February 2018
    December 2017
    September 2017
    August 2017
    June 2017
    May 2017
    April 2017
    February 2017
    January 2017
    December 2016
    October 2016
    September 2016
    May 2016
    March 2016
    January 2016
    December 2015
    November 2015
    September 2015
    August 2015
    July 2015
    May 2015
    March 2015

    Categorías

    All

Powered by Create your own unique website with customizable templates.
  • PORTADA
    • Textos de Portada
  • PERIPECIAS
  • ESCALETA
  • VOZ EN OFF
  • CONTINUARÁ
  • CORTE A
    • Contenidos multimedia
  • FICCIONES
  • ESPECIALES
    • 100 años Bergman
  • PLOT POINT TALKS
  • NOSOTROS
    • Directorio
    • Contacto
  • Blog