Por Erick Baena Crespo Fernando Deira confiesa que a los 11 años quería ser seminarista porque pensaba que los sacerdotes tenían una vida de lujos. “Se la pasan muy bien, ¿no? Viajan, y son muy cultos. ¡Yo quiero eso!”, se dijo después de una visita al centro vocacional de los Legionarios de Cristo en León, en donde se deslumbró con las instalaciones, los jardines, el equipo de fútbol. El entusiasmo se esfumó cuando le informaron sobre el costo de la colegiatura, que estaba lejos de sus posibilidades. Se inscribió, entonces, en el Seminario Diocesano de Guadalajara, en donde cursó la secundaria. “No había glamour ni las cosas que me habían deslumbrado. Cada año me daba cuenta, con mayor razón, que ese no era mi camino”, añade. Su vocación estaba lejos de Dios, y cerca de la industria del entretenimiento para adultos: Fernando Deira ha pasado los últimos diez años produciendo videos eróticos. Su casa productora, Sex Mex, graba entre 10 y 12 clips al mes, además de organizar la Expo Sexo y Erotismo. Si antes buscaba el lujo y las comodidades de la vida religiosa, ahora este apóstol del porno de 39 años no exhibe ni aparenta una vida ostentosa. Llega a la entrevista a pie, ataviado con una camisa color rojo tipo polo, y un pantalón de mezclilla. No toma café ni alcohol. Mucho menos, afirma, consume drogas. –¿Has oído hablar de Maritza Méndez? –me pregunta. –No, no sé quién es –le respondo. Me mira sorprendido, saca su celular y me muestra las fotografías de una mujer voluptuosa que posa con ropa interior. –Con ella me inicié en esto –me aclara. ¿Cómo fue que este hombre, aspirante a sacerdote, terminó siendo un apóstol del cine porno? Su vida, como una película, está plagada de puntos de giro, de cambios de fortuna. Éstas son sus peripecias. *** Fernando Deira creció en Arandas, Jalisco, un pueblo ubicado a una hora de Guadalajara. De niño, su madre y sus tías lo arrastraban a misa todos los domingos, mientras que en su casa hurgaba en los cajones en donde su papá escondía una revista con retratos de mujeres desnudas. Estudió en una escuela primaria que tenía un aura religiosa. Luego pasó 3 años de secundaria en un seminario diocesano. A los 15 años regresó a su pueblo a estudiar en una preparatoria normal. Confiesa que era un adolescente tímido e inseguro, y un tanto desconectado del mundo. En el seminario, cuenta, le dijeron, como una oración que se repite ad nauseam, que el sexo era un pecado, que era algo malo. “Quizá eso provocó que después me liberara de todas las restricciones que me habían impuesto”, dice. Aunque reconoce que, a pesar de eso, el seminario le dejó una educación musical muy completa, que le ayudó a encajar en la preparatoria. Ahí conoció a un compañero que tocaba la batería en un grupo musical llamado Los Olímpicos Junior, que amenizaba bodas y fiestas de XV años. Deira se integró al grupo como guitarrista. Esa experiencia, afirma, lo ayudó a superar su timidez. Se encontró con jóvenes extrovertidos, alivianados y “muy aventados con las chavas”. Acudió a sus primeras fiestas y conoció a mujeres de su edad. El grupo empezó a tocar en los pueblos de la periferia de Guadalajara. Fernando Deira creyó encontrar su vocación en la música, pero el azar, o el demonio de la fortuna, como prefieran llamarle, le tenía preparados otros planes. *** Mi papá es serigrafista y dibujante. Desde niño me gusta el cine, y en la casa teníamos muchos libros de fotografía. Me llamaban la atención los encuadres, las personas, las miradas, las poses. Toda la vida he estado en contacto con la producción gráfica. Por eso, cuando terminé la preparatoria, quería estudiar diseño gráfico, pero la única opción era el Tec de Monterrey, que mi familia no podía pagar. Opté por la música. Estudié jazz y rock instrumental. Y seguía tocando, a la par, con Los Olímpicos Junior, pero llegó el momento en que me dije: “No me voy a pasar toda la vida tocando en las fiestas de XV años”. La música que tocábamos se alejaba de mis intereses. Armé un dueto con un amigo del grupo, que tocaba el saxofón. Salimos del pueblo y nos fuimos a buscar suerte. Así empecé a tocar en lobbies de hoteles. Empezamos en Manzanillo, a donde llegaban todas las turistas. Mi pasatiempo favorito era ligar chicas. Estuve tanto tiempo reprimido que, cuando me liberé, me dije: “Voy a aprovecharlo”. Era mi forma de practicar la autoconfianza. Entre los chavos del grupo nos retábamos: ‘¿A que no te animas a hablarle a esa morra’. Y yo decía: ‘¡Ah, cómo chingaos no!’. Y ahí iba y le sacaba la plática. En los hoteles conocí extranjeras y mujeres de otras partes del país, más abiertas sexualmente. Me dije: ‘¡Qué maravilla! llegué al paraíso’. También contacté edecanes, modelos, y bailarinas de table dance a las que empecé a fotografiar. Les hacía retratos. No eran fotos buenas, la verdad. Pero a ellas les gustaba verse y me di cuenta de que, no sólo era vanidad, sino que querían las imágenes para el futuro, como un registro de lo guapas y esculturales que eran.” En ese entonces vivía en Vallarta y tenía un contrato en un hotel, pero empecé a hartarme. Dejé de disfrutarlo, ya no me parecía tan atractivo ni artístico. A los 23 años me fui de mochilazo, con mi guitarra, y mi amplificador, a tocar a las calles. Hice un tour por el Sureste mexicano. Tocaba en camiones. Yo llevaba mi guitarra eléctrica, mi amplificador, y mi batería integrada. Tocaba rolas de los Eagles y Led Zeppelin. Llegué a Playa del Carmen. Como cotorreo estaba chido, pero después empecé a sentirme mal de estar mendigando. Regresé a los hoteles sin imaginar que ahí encontraría a la primera de mis modelos. *** Fernando Deira regresó a trabajar a un hotel en Tijuana. Hizo un largo trayecto de sur a norte. Allá conoció a Maritza Méndez. Era el año 2003. Cuenta que Maritza estaba celebrando su cumpleaños en el mismo lugar en el que él tocaba. En un descanso, ella caminó rumbo al baño y Deira la siguió. “Me bateó esa vez, pero luego le insistí. Al tercer intento, me dio su teléfono”, cuenta con una sonrisa en el rostro. Empezaron a salir. Y un día, cuenta, le tomó fotografías desnuda y las subió a un concurso mensual que organizaba la página Voyeurweb. Quedaron en quinto lugar. Pero había un detalle, Deira no le había pedido a Maritza su consentimiento para subir las fotos. Se lo confesó y ella, en vez de enojarse, le dijo: “¡Ah, qué padre! Hay que hacerlas mejor, para ganar el primer lugar”. “Las fotos que tomaba en ese tiempo estaban pa’ la chingada, mano, pero pues ella llamaba mucho la atención”, confiesa. Hicieron un segundo set de fotografías y ganaron el primer lugar. Se ganaron mil dólares de premio. Era el año 2004. A Deira le llamaron la atención los comentarios de los internautas. Se dio cuenta de que había más de 3000. En algunos de ellos, les pedían: “Queremos ver más, ¿en dónde buscamos?”. Tuvo una idea. “Si le cobro a estas 3000 personas 10 dólares, esto del porno se puede volver un negocio”. Pero había otro pequeño detalle: “Ah, chingá, ¿cómo se hace un sitio de internet?”, se preguntó Deira. Consiguió un manual del tipo “Cómo diseñar una página web tú mismo”. Y, entre tocada y tocada, en sus descansos, se ponía a estudiar. Hizo un set de 100 fotos con Maritza. Le llevó un mes editarlas, y otro mes levantar la página. “Era el peor sitio del mundo, pero la banda quería verla a ella. Estaba pa’ la chingada de feo, cabrón, pero me dije: ‘pus chingue a su madre’”, cuenta. A dicho sitio le puso el nombre de “Mexican Lust”. Deira, entonces, contrató los servicios de la empresa Ibill para el sistema de cobro. Hizo el trámite, envió los documentos, y tres meses después le aprobaron el sitio. La página salió a la luz el 4 de agosto de 2004, ese mismo día tuvieron su primer cliente, quien pagó los primeros $9.95 USD. “Y me dije: ‘lo peor que puede pasar es que no tenga ni una sola visita’”. Pero no fue así. Un mes después, la cuenta de banco les arrojó una ganancia que superaba todas sus expectativas. “Empecé a trabajar con más ánimo. Y así seguimos como un año. Me dije: ‘está muy bien todo esto, pero hay que pasar a lo siguiente: hacer videos’”. *** En su primera película, a la Woody Allen, Fernando Deira fue el actor, director, productor y guionista. “Salió bastante mal, con la toma bien movida. No está nada fácil ser camarógrafo y actor”, confiesa. Alojó dicho video en un nuevo sitio que llamó Sex Mex Divas. Fernando Deira reconoce que sus videos eran malos, que la iluminación fallaba, y las tomas salían mal. Pero, a pesar de todo, el sitio le dejó ganancias. Renunció a su trabajo como músico de hotel, regresó a Guadalajara y se convirtió en cineasta porno. “Ahí, ahora con lana, me dije: ‘Si quiero, puedo estudiar en el TEC de Monterrey’. A ese nivel llegaban mis ingresos por el porno”. Prefirió cursar un diplomado en Dirección cinematográfica en la Universidad de Guadalajara. Adquirió equipo profesional de cine y fotografía. “Con esto, aumentó la calidad de los videos. Las fotos ya no salían tan culeras como antes, me salían menos gachas. Implementé historias, toma y contratoma, es decir, lenguaje cinematográfico. Y a la gente le empezó a gustar”. La primera actriz de Sex Mex Divas fue Angie Ramírez, a quien conoció en la calle. Un día, cuenta, caminaba por una acera, distraído, cuando se cruzó con una mujer madura, de un cuerpo escultural. Al verla, pensó: ‘¡Está buenísima!’, y no dudó en acercársele. –Oiga, con todo respeto, ¿me podría dar su teléfono para hablarle algún día? –le preguntó. –¿Cómo crees? Tengo novio –le respondió Angie, sorprendida. –Deme la oportunidad. Soy buena persona – reviró Deira. En eso llegaron a la esquina. Y ella, de pronto, se detuvo. –Aquí a la vuelta está mi novio. Apunta mi número, pero ya no me sigas, por favor – le soltó Angie. Deira le habló días después. Se reunieron en un café. Él le habló del negocio del porno. A ella le interesó, y empezaron a trabajar juntos. “Lo hago, pero que no se me vea la cara”. Esa fue la única condición que le puso Angie. Con el tiempo, se corrió la voz entre aspirantes a actores, y actrices porno. “Luego empezaron a llegar chavas de 20 años. Y me decían: ‘Yo quiero hacer porno’. Por eso hice un sitio que se llamaba ‘Sex Mex Teen’, en donde aparecían chavitas de entre 19 y 20 años”. –¿Te asegurabas que fueran mayores de edad? –Siempre y lo seguiré haciendo. Es un requisito indispensable para producir. Deira empezó a recibir correos de aspirantes a actrices porno, que le decían: “Yo quiero ser actriz porno, pero sin antifaz”. Nicky Ferrari fue la primera actriz que actuó sin antifaz. “Eso, en esta industria, es un detalle que le quita el aura amateur a tu trabajo y lo profesionaliza. Me empezaron a decir: ‘Es el primer porno mexicano, de calidad, que veo’”. Andrea Vega, Sofi Mijares, Melody Petite, y Gali Diva son sólo algunas de las más de 70 actrices que han realizado escenas para Sex Mex. Con el tiempo y el aumento de las visitas, la actualización de las 7 páginas web que tenía Deira, empezó a ser caótica. Por esa razón, Deira agrupó toda su producción en un solo sitio. Y el 6 de diciembre de 2011 se abrió el nuevo registro de dominios “.xxx”. Deira alojó todos sus sitios en la página sexmex.xxx. Hoy en día, Sex Mex se actualiza con clips nuevos cada tercer día o a veces cada semana. Cuenta con 8 empleados en las áreas de preproducción, producción, edición, musicalización, imágenes, programación, comercialización, y antipiratería web. “He delegado algunas cosas y, a pesar de que sigo siendo el camarógrafo, ahora me enfoco en otras áreas, como hacer publicidad, vender los DVD y las licencias para televisión”, dice. Sex Mex tiene suscriptores de todo el mundo, principalmente de los Estados Unidos, que es el mayor consumidor de porno a nivel mundial. –De niño querías ser sacerdote, pero te convertirse en una especie de apóstol del porno. ¿Qué piensa tu familia de todo esto? –Mi familia se preocupa, pues creen que las autoridades van a ir detrás de mí por lo que hago. Hablo con mi mamá, a quien le explico que lo que hago es completamente legal. Y que lo hago de forma profesional. Para mi papá y mis hermanos, y todos los hombres de la familia, soy su ídolo. Además saben que esto es fruto de mi esfuerzo. Para mí, el sexo es un negocio. Y a eso me dedico. Esa es mi vocación.
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June 2020
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