Por Gustavo Ambrosio Reír. Una forma de catarsis y revolución. Tradicionalmente la comedia se ha utilizado para criticar o derrumbar preceptos sociales y morales. Se enfoca en exponer los VICIOS de los personajes y los castiga. La farsa, utilizando las estructuras dramáticas de la comedia, y la sátira se han usado para sobrexponer no solo los vicios, sino incluso defectos o actitudes, sobre todo en cuestiones encaminadas a la política y las clases altas. Estas formas del drama generalmente buscaban aleccionar sobre algo que no estaba bien en la sociedad desacralizando, ironizando, ridiculizando y banalizando ESTRUCTURAS DE PODER. La iglesia. El rey. El patriarcado. La burguesía. El sofismo. Algunas áreas de la ciencia. Entre otras. Sin embargo, a partir del siglo XIX, sobre todo en la época de los grandes imperios europeos y el pujante expansionismo de Estados Unidos, un sector de la comedia viró hacia una forma transfigurada. Una comedia al servicio de los países dominantes, donde la exotización de animales y personas que causaban “extrañamiento” provocaban risas, sobre todo al sentir esa distancia entre lo que ellos consideraban lo civilizado y lo salvaje. En aquellos años, se volvieron muy populares los circos y ferias donde se exhibían no solo animales, si no personas en formas muy claras de esclavitud, las cuales eran observadas como algo fantástico, ridículo y grotesco. Eran objeto de burla. Ejemplos clarísimos fueron Sara Baartman, “La Venus de Hottentot”, y la mexicana Julia Pastrana, paseada como “la mujer mono”. La risa fue utilizada entonces como una forma de control, de dominación y de reforzamiento del estatus de la diferenciación de “RAZAS” entre seres humanos. Para la primera mitad del siglo XX, con el desarrollo del nazismo y después con la expansión del mercantilismo estadunidense, la sátira y la farsa tomaron mayor fuerza como formas de expresión ficcional de la risa, pero bajo su forma transfigurada. La comedia, crítica de los VICIOS, quedó relegada, para dar paso a una simple burla de características físicas, nacionalidad, lugar de origen, formas de hablar, enfermedades, posición social, género o preferencia sexual. Bajo un sistema manejado por hombres blancos de religiones protestantes, y fuertemente influenciados por reminiscencias del perfeccionismo y superioridad aria de los nazis, este tipo de humor se consolidó como una forma de someter al otro. De violentarlo. De hacerlo sentir fuera del juego para, justamente, hacerlo entrar al juego. Es decir, forzarlo a tratar de acercarse a los ideales de lo que ellos impusieron como solemne y digno de respeto. La revisión primigenia que hicieron Umberto Eco , Armand Mattelart, Ariel Dorfman, entre otros, a las tiras cómicas estadunidenses y europeas, muchas de ellas de Disney o Warner Brothers, ejemplifican el germen de lo que hoy llamamos “humor mexicano”, el cual logró avanzar aún más hacia la corrupción de la comedia, la farsa y la sátira. El “humor mexicano” es heredero de ese humor colonialista y tiene un trasfondo todavía más violento. En él, el vicio es celebrado y las otras características ya nombradas, consideradas “defectos”, son aplastadas y ridiculizadas. Esto se aviva más en un país que no ha superado la conquista, no en términos de mestizaje, si no en cuestiones de justicia social y un entendimiento histórico de ese hecho. En un entorno donde 300 años de colonia han significado un entendimiento viejo de “lo que es sagrado y lo que es risible”. “Pinche indio” es un insulto que tiene como raíz aquellos concilios donde la iglesia buscaba determinar si los pobladores originarios tenían alma o no. Hasta el “primer presidente indígena” del país como Benito Juárez se comió el discurso del desarrollo exportado de Europa y el dictador Porfirio Díaz se maquillaba para verse menos moreno, quien por cierto instauró una práctica de exterminio contra los yaquis y opositores llevándolos en trenes para ganado hacia los campos de trabajo forzado en las haciendas del henequén en Yucatán (¿les suena conocido ese método?). Pasando por el “proyecto de nación” pos revolucionario, cortesía de José Vasconcelos que consideraba un estorbo la diversidad de lenguas y culturas, hasta la llegada del inicio de la globalización y la llegada de la televisión. El “humor mexicano” crece de una semilla de resentimiento y odio interiorizado por formar parte de un país de “indios”. Es una risa que busca sacar la frustración de esa idea que tenemos de nosotros mismos y trasladarla hacia un igual. Entre menos características risibles tengas, eres “más chingón”. Desde Cantinflas, pasando por El Chavo del 8, los programas de Eugenio Derbez y los monólogos de Adal Ramones. Los mexicanos hemos crecido con un humor que busca siempre violentar al otro, sobajarlo, porque nosotros muy internamente nos sentimos en desventaja respecto a los países que nos enseñaron que no éramos dignos de ser. Así como las borracheras, echar cohetes, aventar balazos y los bailes tumultuarios se tornan en escapes de gritos y llantos reprimidos durante años o siglos, la risa para los mexicanos es también un arma de represión y que da una oportunidad de poseer un poco de “poder” sobre el otro. El “humor mexicano” ni siquiera se acerca a la comedia. Ni a la sátira. Es una farsa manipulada y corrompida para mantener un sistema que se reproduce y se reproduce y se reproduce en los medios audiovisuales mexicanos. En la charla de Racismo_MX sobre ¿cómo hacer para que la (casi inexistente) comedia mexicana se aleje de este tipo de “humor”, Ch**** Torres citó a los standuperos mexicanos (de la capital, obvio) como un ejemplo de cómo se ha revolucionado este género en nuestro país para acercarse a algo que se ha importado de Estados Unidos: el supuesto “humor negro”. En la misma mesa, Jumko Ogata y Mariana Ríos dieron en el clavo respecto a este tema. En México no existe el “humor negro” como tal, solo es una actualización del humor colonialista. Lo que ellos reproducen es lo que vieron en su momento en la televisión mexicana de Canal 5, tal vez en MTV, y se hallan lejos del "humor negro" latinoamericano, por ejemplo, el de Micky Vainilla de Peter Capusotto. “Voy al Starbucks y me quito mi pasador de sirvienta”, chiste dicho por Manuna, porque el utilizar el escudo del LGBT no te exime del clasismo ni el racismo. “Me le quedé viendo al niño cómo brincaba y se me empezó a parar durísimo, es broma, estaba viendo al niño… Le tengo un chingo de respeto a este, güey, acaba de hacer que me venga riquísimo”, famoso chiste de Ricardo O ´Farrill. Además de la reproducción del “humor mexicano”, varios de estos standuperos añaden una variante del humor importado a los gringos que es “la banalización” argumentado una supuesta incorrección política. El chiste sobre la pederastia en un país que es el primer lugar en producción de pornografía infantil en el mundo, dicho en un bar muy chic de las colonias gentrificadas de la Ciudad de México causa sin duda mucha gracia. Supongo que ese “humor negro” pronunciado ante madres que han perdido a sus hijos a manos de los tratantes de blancas o ante víctimas de abuso sexual infantil provocaría una reacción muy diferente. El “humor mexicano” ha avanzado mucho más en cuestiones de banalización. No solo es la pederastia. Son los estudiantes desaparecidos. Son las mujeres asesinadas. Un niño que se dedica a vender dulces. Personas que no saben leer. Personas gordas. Todo es risa. Y entonces ya nada debe ser tomado en serio, no importa el sufrimiento del otro, hagámoslo viral, que venda y que nos “haga famosos”. Con esto, la risa pierde su sentido catártico y revolucionario para convertirse en un mero sonido hedonista y ligado al consumo. Un simple ruido. Un “debate” Tras la cancelación del coloquio sobre racismo/clasismo del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) , del cual hablaré más adelante, a la organización Racismo_ MX se le ocurrió que habiendo causado tanto revuelo este panel, sobre todo por el invitado Ch**** Torres, era el momento ideal para imponer el tema de una vez por todas en la conversación nacional. Si bien se mejoró dicha mesa con la presencia de ponentes como Federico Navarrete, Mariana Ríos y Jumko Ogata, el título El racismo no es un chiste, tiene una clara alusión al comunicador que se autonombra bebé. Incluso, la mayoría de las preguntas de inclusión y diálogo iban encaminadas a ridiculizar a un personaje, que si bien resume un sin número de los males sociales de México, no es ni siquiera la punta del iceberg. En su intento de diálogo, obviamente hubo una exposición de discursos, algunos más afortunados que otros, que evidenciaron al personaje en cuestión, pero éste nunca fue confrontado. Los ponentes celebraron entusiasmados haber dado “mucha información” a los más de 9 mil espectadores para fomentar la reflexión. Es decir, se usó, como se pretendía hacer en Conapred, al racista como anzuelo para atraer a un público que románticamente buscaban aleccionar junto al comunicador. Pero la discusión terminó en exposición. Así, la diplomacia invitó al racista a sentarse a DIALOGAR sin increparlo, ni cuestionarlo, ni confrontarlo. Salvo en algunos momentos Tenoch Huerta, la falsa cordialidad del “debate” terminó por validar justamente las posturas del comunicador ahora suspendido por HBO como algo que puede colocarse sobre la mesa y ser escuchado civilizadamente. Así, durante toda la transmisión, hasta al final, se leían comentarios como: “Yo apoyo a Chumel”, “Vámos, Chumel”, “Haz lo que sabes hacer, Chumi”, “A favor de la libertad de expresión de Chumi”, “No entro a estas cosas si no fuera por Chum”, “Todos se le fueron encima al güero y privilegiado, rencorosos”. Los seguidores del youtuber no entendieron las posturas, ni siquiera les interesaba, el punto era actuar como un enjambre fandom para proteger a un ser que ha sido reforzado con mucha publicidad y lo que ellos mismos denominan “humor mexicano”. Para ellos fue como ver un partido de futbol donde “no fue penal y le ganaron a su equipo”. ¿Se logró sembrar la discusión del racismo y el clasismo en este grupo de la población? No. Al contrario, gracias a ello, ahora creen más firmemente que lo que este personaje hace es parte de la libertad de expresión en una “democracia”. Se tendió un puente sobre un acantilado. “Censura” Mónica Maccise tenía que renunciar al Conapred. Nadie duda de su trayectoria, sus credenciales académicas y su activismo en diversas áreas de sociedades comúnmente vulneradas en este país. Sin embargo, cometió una serie de errores de los que ni siquiera se dio cuenta. Primero, la campaña contra racismo. Excelente. Una campaña así hace falta como proyecto de nación y no solo por coyuntura. Uno de los grandes errores de los gobiernos de este país es que jamás han dimensionado al racismo y al clasismo como defectos estructurales claves en nuestro país. Ni siquiera es visible. Luego entonces, se toma como temas secundarios que se ponen “de moda” y bajo ese parámetro de diseñan las campañas para combatirlos. Las campañas mediatizadas, más las de redes, están enfocadas a un público urbano, de cierta clase, con cierto acceso a la información, con cierto nivel de preparación. Campañas de revista para “llamar” la atención y “visibilizar” pero sin tocar la médula del problema. Actores como Tenoch Huerta, Maya Zapata y Yalitza Aparicio van a medios de comunicación, los entrevistan sobre el racismo que han sufrido y abren el tema. Bien. ¿Y luego? Qué bueno que estos actores sigan en esta línea, pero ellos mismos han aceptado sus privilegios, se han beneficiado hasta cierto punto de los estereotipos raciales construidos en los productos de cine y televisión, muchos de ellos abonan a la narcocultura y el oficialismo gringo como Narcos; De la calle representa los “barrios bajos” que la misma Maya ha criticado como una mirada desde arriba de los que tienen el poder de hacer películas en este país, no se diga la campaña con su dosis de exotización que llevó a Yalitza Aparicio a conseguir una nominación al Oscar por Roma y ese andamiaje de PR para mantenerla como un producto explotable de marketing. ¿Por qué si Maccise tiene una capacidad celebrada por muchos círculos intelectuales de la Ciudad de México no se lanzó a organizar una campaña más agresiva y profunda? ¿Por qué quedarse en lo que todo mundo ha hecho y no ha funcionado? ¿Por qué no, mezclar a los voceros actores, y buscar testimonios de personas cercanas al ciudadano? ¿Por qué no llamar a la gente que hace limpieza en Conapred a que nos cuenten las experiencias del racismo y el clasismo dentro del mismo organismo? ¿Por qué no hacer una campaña para que como personas preguntemos a nuestros amigos, hermanos, padres, abuelos, si han sido víctimas de discriminación por su color o su origen? ¿Por qué no una jornada nacional contra el racismo con ESPECIALISTAS? ¿Por qué no buscar que la SEP, en su nueva búsqueda de reforma a los contenidos de la instrucción pública, tenga programas para erradicarlo? ¿Por qué no exigir que se oficialicen todos los idiomas originarios de este país? ¿Por qué no hacer coloquio para exhibir la condescendencia y paternalismo conque la burguesía “progresista” de la capital tratan a “los pobres” y a “los indígenas”? No. Se eligió el camino más redituable políticamente y mediáticamente. La incapacidad de Maccise al abordar el racismo queda aún más al descubierto cuando la campaña en redes incluye un video donde se señala: “En México, el tono de piel es un motivo de discriminación que puede afectar a las personas en distintos ámbitos de su vida”. Fumar es motivo para desarrollar cáncer. Beber puede afectar a las personas en distintos ámbitos de la vida. El tono de la piel no es MOTIVO, los prejuicios raciales y clasistas sí. Después vino el famoso coloquio donde se iba a tratar el racismo y el clasismo (con signos de interrogación de por medio) con un panel donde iban a estar el comunicador Alejandro Franco (¿?), Ch**** Torres, Tenoch Huerta y Maya Zapata. Moderado por la propia Maccise. Además del absurdo título de la mesa de “diálogo”, si este se organizó, como según fuentes consultadas señalan, para “hacer ruido” y “generar un cambio” en el racista con programa en Grupo Fórmula, es claramente que la trayectoria de la ex titular de Conapred no la respaldó. Dio luz verde a un asunto que claramente solo iba a generar un debate estéril y dar foro a un hombre que difunde discursos de odio desde UN ESPACIO PÚBLICO. A eso, agregarle que todo tenía un tinte mediático al puro estilo de las mesas organizadas por los programas de Alfredo Adame en Televisa, donde el punto era el morbo o la polémica, no el entendimiento del problema. Cuando explotó la bomba, dio un posicionamiento que terminó por demostrar que la propia titular de Conapred NO ENTIENDE en términos reales la magnitud del clasismo/racismo como males fundamentales de este país: ““¿Racismo y/o clasismo en México?” será una mesa de diálogo entre quienes tienen opiniones diversas. Debatir y dialogar poniendo en el centro el combate a la discriminación y al racismo es lo importante”. En otras palabras, debatir el racismo o el clasismo dándoles el estatus de puntos de vista válidos. Que estén culturalmente enquistados no significa que sean parte de la tan amañadamente utilizada “libertad de expresión”. De hecho, nuestra constitución señala que cualquier idea es libre de expresarse siempre y cuando no perjudique o ataque los derechos de terceros (artículo sexto). La renuncia de Maccise, con su amplio trabajo por los derechos de la diversidad sexual en el INE o en cuestiones de género, no es reprochable y, al contrario, esperemos que le sirva para entender a aquellos ciudadanos que la increparon desde el primer momento, muchos de ellos que han sido víctimas del clasismo/racismo sistematizado. Ojalá no caiga en el discurso de la falsa censura proclamada por personajes como la comunicadora Gabriela Warkentin que, me queda, claro, carece de empatía, porque, aunque les incomode que se los digan, jamás han sido víctimas de este andamiaje de segregación. Ahora, el enojo del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su esposa Beatriz Gutierrez, que llegó muy tarde al pleito del tema Conapred, tiene razón de ser, pero el mandatariono tiene derecho a señalar que Conapred, un órgano del propio ejecutivo, no funciona, porque ni siquiera él tiene un proyecto real para desmontar los temas de clase y discriminación. Un ejemplo claro es creer que el Tren Maya es algo deseado por todos los pueblos del sureste, sin que haya un real entendimiento del progreso. Atrapado en una realidad construida con el nacionalismo arcaico priista (donde los mexicas aún se consideran los máximos representantes de la gloria mesoamericana), el presidente no tiene un proyecto real en estos temas porque, aunque no lo admita, su base política se alimenta de lo mismo que muchas sectas evangélicas y cristianas, el poder está en la masa del que no tiene y al que se le imprime un enfado hacia un enemigo conceptualizado, el fifí, y no hacia el problema de raíz que es el colonialismo y el sistema de consumo neoliberal que ha creado todo un discurso sobre lo que es “ser pobre” y lo que es “ser válido”. Sobre el caso de Chumel Torres no abundaré. Lo suspendieron “temporalmente” de HBO. No sabemos si será ´permanente. Genera dinero. Eso es lo que le importa a la empresa. No importa si en los países occidentales toman la bandera contra el racismo y le colocan una leyenda a “Lo que el viento se llevó”, realizada en un periodo histórico específico de un país fundacionalmente racista y esclavista como Estados Unidos. Si en América Latina el “humor” del sometimiento vende, lo mantendrán. No es de sorprenderse, también lo hacen Netflix y Amazon. Lo que le ocurrió no fue censura. Y usar esa palabra en México para denunciar lo ocurrido al racista es de una ignorancia perversa. En un país donde han asesinado personas, las han desaparecido, violado, golpeado, exiliado, despedidos, aislados, amenazados con correrlos o linchados en el discurso, por oponerse a gobierno, a la policía, a las fuerzas armadas, a los narcos, a las empresas y a los sindicatos. En un país donde aún en este gobierno se imponen youtubers, reporteros afines en las conferencias oficiales, o donde se prohíbe tocar a la Sedena. En una nación así, tener un espacio menos de personajes como Torres, de los que están llenos los medios tradicionales y YouTube, es un respiro.
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June 2020
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