Por Erick Baena Crespo ¿Quién escribe las tramas de la historieta popular más leída de México? ¿Cómo llegó ahí? ¿De dónde viene? Su vida, así como sus historias, está poblada de caminos rocosos, paisajes bucólicos y bandidos de poca monta. Lectores, ¡dejen sus pistolas sobre la mesa, tómense un trago y escuchen la historia que venimos a contarles! 1. Desierto – Día El sol ciega y arde. Cae a plomo sobre la espalda y la cabeza de Raymond, que va renqueando por el desierto. Su pierna de palo se hunde entre los surcos de arena. Es un hombre alto, fornido, con un zarape terciado al cuello. Tiene los ojos hundidos y la barba marcada. Carga el orgullo herido. Desenfunda su pistola con la mano derecha. La levanta y se la coloca en la sien. Frunce el ceño. Cierra los ojos. Su dedo índice está a punto de apretar el gatillo. VOZ MUJER (Fuera de cuadro) (Suplicante) ¡Ayúdame! No me dejes morir aquí. Raymond baja el arma. Voltea y encuentra, a unos metros, a una mujer herida, con medio cuerpo enterrado en la arena. La mujer le estira la mano a Raymond. Disolvencia a 2. Cafetería Don Porfirio – Día JAVIER (Emocionado) Yo tengo un cine interno. Y en mi mente veo las escenas como si se estuviesen proyectando en una sala. Así escribo. Javier Vargas es el guionista de El Libro Vaquero, publicación que salió a la luz en 1978 y que alcanzó su tiraje más alto en 1986, cuando circularon de forma semanal un millón y medio de ejemplares. PERIODISTA (Fuera de cuadro) ¿Qué se necesita para ser guionista de El Libro Vaquero? JAVIER Imaginación, sobre todo. Si tu intención es escribir y tienes imaginación, estás del otro lado. Yo no he recurrido a manuales de ningún tipo. Y sigo un consejo que me dio un amigo de la editorial, que una vez me dijo: “Explora los extremos”. Y eso me resultó. El personaje principal siempre tiene que ir a los extremos. Vargas escribe más por intuición que por consigna. A lo largo de 30 años de oficio ha aprendido a identificar las historias que le gustan a los editores, aunque eso, considera, no limite su expresividad y la huella personal que le imprime a cada historia. JAVIER (CONT’D) Un personaje se toca, se huele. Cuando tiene vida, hay que soltarlo. En la historia que te conté, a mí me sirve preguntar, ¿por qué no tiene pierna? Y ese es el pretexto para ir desgranando la historia. Vargas dice ser algo desordenado y poco disciplinado, lo cual le pasó factura a principios de su carrera. En los primeros meses entregaba un guión al mes. Después se casó y la presión económica lo obligó a escribir más. PERIODISTA (Fuera de cuadro) ¿Cuántos guiones llegaste a escribir en un mes? JAVIER Por presión mía o de los directores, acabé escribiendo 16 guiones al mes. Fui adquiriendo oficio. Había ocasiones en las que iba de regreso a casa y me hablaban de la oficina y me decían: “Necesitamos un guión para mañana”. Me daban unas cuantas horas para hacerlo. Y lo hacía. Una ocasión un director lo retó, como si de un duelo se tratase, a que demostrara que podía escribir un guión en unas cuantas horas. El director, le decía, no creía que Javier escribiera a ese ritmo. Fue tanta la insistencia del director que Javier aceptó el reto.
3. Negros. Ruido del teclado de una computadora. Corte a Detrás de unos lentes, los ojos cansados de Javier. En los cristales se refleja la pantalla de una computadora. Aparece la palabra FIN en el documento de Word. JAVIER Yo me pregunté: “¿Chispa para qué?”. Los directores le pidieron guiones para el Sensacional de Luchas, que tenía un tono tragicómico. Más tarde escribió en el Sensacional de Juego y el Sensacional de Barrios, entre otros. JAVIER Al final, a mí estuvieron a punto de despedirme porque no le hallaba el hilo a las historias. Yo no era de los que escribían sinopsis. Nunca pude. A Javier le solicitaban sinopsis de dos páginas; él llevaba sinopsis breves, de 3 o 4 líneas. Prefería contarle la idea a los editores, lo cual iba en contra de la forma de trabajo, de la línea de producción. JAVIER (CONT’D) Descubrí que no podía escribir bajo presión. Había que tener el visto bueno del editor en línea y de los tres asistentes, ¿de qué forma se complace a 4 personas que piensan diferente? Antes de que el director, quien lo había contratado, le pusiera un ultimátum, Javier se jugó todas sus cartas. 5. Oficina del Director Editorial - Noche Javier entra en la oficina del director y se sienta frente a él. —Te pido una última oportunidad, pero esta vez suéltame. Déjame escribir el guión a mi manera —le suelta Javier. El director reflexiona unos segundos. —¿Qué te parece? —insiste Javier. El director lo mira con una sonrisa, pero Javier mantiene su expresión expectante. Silencio nervioso. —Me parece bien —responde, al fin, el director—, pero te aclaro algo: si no gusta, hasta aquí la dejamos. Pero sí gustó. Y, desde ese día, confiesa Javier: “Me sentí liberado. Sin ataduras. Y lo más importante fue que con esa libertad, me encontré”.
6. Cafetería Porfirio – Día Vargas dice que se siente afortunado, que se jugó el todo por el todo. Sonríe. JAVIER Fue un golpe de suerte que no me hayan despedido. Hay que defender la libertad, pero también hay que saberla cultivar. JAVIER Si no tienes algo en las manos, cuál es el dolor de haberlo perdido. Entonces, me dije, no tengo nada. Recuerdo que el guión que les propuse era para una publicación que se llamaba Tierra Brava. Yo conocía la forma en que hablaban las personas en un entorno campirano. Historias y experiencias que trasladé al papel. Javier Vargas creció en una familia humilde. Es originario del pueblo Santa María, que pertenece al municipio de Cuautitlán, Estado de México. JAVIER Crecí en un ambiente bucólico. A mí me despertaban el ruido de los pájaros en la nopalera, el canto de los gallos, el rebuzne de los burros. Todo eso lo traigo adentro y fue lo que detonó en mí el gusto por la escritura. Vargas, dice, creció con improntas. Trata de rastrear en su memoria, pero no logra recordar cómo fue que reunió en un bote de lámina figuras de acción de El Santo y Kalimán y un sin fin de soldados de plomo. Con esos juguetes, desde entonces, se inventaba historias. Corte a 7. Ejido – Día Un NIÑO (9), de camisa blanca y shorts color café, camina por un terreno baldío. Carga una bolsa con envases de comida. Saca de su short, entre el resorte y escondido debajo de su playera, un muñeco de plástico del Santo. JAVIER (Voz en off) Mi mamá me mandaba a dejar la comida a mi papá al ejido. Y caminaba por terrenos pelones, en los que sólo se veía el tepetate. Eso, para mí, era un paisaje en donde jugaba con mis muñecos. El niño hace sonidos guturales. Su muñeco de El Santo se recorta con la silueta de los montes, que se dibujan en el horizonte. JAVIER (Voz en off) Si había una pared escabrosa, de tepetate, pues para mí eso era un abismo. Mi mamá me regañaba por jugar con el agua sucia, lodosa. Pero todo eso me sirvió muchísimo. 8. Cafetería Porfirio – Día Javier, al fin, le da un sorbo a su café. Mira hacía arriba, como si tratara de rastrear fechas y nombres en los archivos de su memoria. Suena una canción pop en segundo plano. PERIODISTA (Fuera de cuadro) Es curioso, por lo que cuentas, parece que creciste en un ambiente opuesto al desierto, a las historias del oeste. JAVIER No te creas, eh. Salías del pueblo y estaba el lomerío, los ejidos. Y era un entorno muy similar al viejo oeste. Javier Vargas estudió una carrera técnica en contaduría. Pero recuerda que, su vocación por las letras, empezó antes: en la secundaria. JAVIER Ahí tuve un maestro, en la clase de Educación Artística, que nos dejó escribir un cuento y que me reprobó (ríe). Cuándo le pregunté por qué me reprobó, me dijo que estaba escribiendo cosas muy fantasiosas. Javier, desde entonces, se preguntaba qué iba a pasar con todos los cuentos que le narraban los ancianos de su pueblo natal. Así le nació la idea de recopilarlos. A los 17 años escribió un volumen de relatos cortos, historias sobre duendes, muertos, brujas y nahuales. Un día, cuando recién tenia los 18 años cumplidos, alguien le dijo que había salido una convocatoria, en el DF, en la que solicitaban guionistas. JAVIER Yo desconocía totalmente el oficio del guionista y me rechazaron. Y me batí en retirada. Dos años después, volvió a aparecer una convocatoria similar, ahora promovida por la editorial Egea, que estaba ubicada en la calle de Serapio Rendón. JAVIER (CONT’D) Llegué con 3 o 4 relatos de los que escribía. Tuvieron la delicadeza de leer mis trabajos y me quedé.
9. Cafetería Porfirio – Momentos después Javier Vargas identifica el atentando de las Torres Gemelas en septiembre de 2001 como el principio del fin: la historieta popular pasó de ser un negocio redituable a un sector en crisis. Los empresarios del sector, afirma, no supieron cómo actuar ante la crisis. Cerraron sus puertas a la opinión de argumentistas, coloristas, dibujantes y letristas. La industria de la historieta se hundió. Javier, antes de incorporarse al equipo de El Libro Vaquero, escribió algunos argumentos para El libro semanal, El libro sentimental, Frontera violenta, Policiaco de color y Novela policiaca, que eran publicados por Novedades Editores. JAVIER Ante la crisis, desde hace 6 o 7 años, yo empecé a buscar la manera de sobrevivir, pues no sé hacer otra cosa. La carrera del contaduría, de los números, nunca la ejercí. Novedades desapareció en diciembre de 2002. El Libro Vaquero, el único sobreviviente de ese naufragio, se convirtió en propiedad –hasta el día de hoy– de HEVI Editores, el sello editorial responsable de la publicación Javier dice que, ahora, desafortunadamente, el trabajo es muy esporádico. Hace 3 meses escribió su último guión. También escribió 5 almas sin destino, el número 1565 de la publicación y que es una historia protagonizada por el grupo Moderatto, como parte de la estrategia de HEVI Editores de acercar al otro tipo de público a El Libro Vaquero. En los primeros meses de 2015, Antonio Reyes Luna, director de HEVI Editores, en conjunto con la empresa Sociedad Funcional, lanzaron el proyecto #GrandesAutores, bajo el solgan: “Si dicen que: ‘El mexicano no lee… Que sólo lee El Libro Vaquero’. Entonces: ‘Encontramos cómo acercar a #GrandesAutores con el gran pueblo mexicano’”. A la fecha, Jordi Soler, con La Ley y el opio, y Yuri Herrera, con Un capitán cimarrón, son los narradores que han escrito para la historieta. PERIODISTA (Fuera de cuadro) Por último, ¿cuál es la mayor enseñanza, como guionista de historietas, que has aprendido a lo largo de tu carrera? JAVIER (Sonriente) Que si no sabes despertar emociones, mejor dedícate a otra cosa. 10. Insurgentes – Día Javier Vargas descubre una imprenta a su paso. Compra un libreta de apuntes, más diminuta que los 12.5 por 13.5 cm que tiene de dimensión El Libro Vaquero. Metros atrás, en un puesto de periódicos, no había encontrado ejemplares de El Libro Vaquero. La historieta, al parecer, a veces se esconde de los ojos de uno de sus padres. JAVIER Yo traigo siempre una libreta de taquigrafía y cualquier cosa que veo en la calle, la apunto y me sirve de inspiración. Javier sonríe. Su diente frontal, de plata, se asoma, refulge. Se despide al doblar la esquina. Camina rumbo al centro de la ciudad con su maletín bajo el brazo y con pluma y libreta a la mano, por si comienzan a proyectarse, en su mente, la secuencias siguientes de la historia de Raymond y la mujer enterrada en la arena que, quizá, algún día, ilustre las páginas del Libro Vaquero.
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June 2020
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