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Peripecias

Notas, artículos y ensayos

El camino a la construcción de una escena

8/9/2017

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Por Luis de León
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Amores Perros
Toda persona que haya leído un libro de guión, sea del autor que sea, habrá aprendido una cosa o dos sobre la conformación de una estructura dramática, aquellos bloques que sirven para armar los cimientos de una historia coherente y el cumplimiento de los puntos de giro necesarios para llevar la historia hacia el final que deseamos.

Pero al mismo tiempo sabrán que seguir la estructura como una serie de nomenclaturas indispensables realmente no lo es todo y hay muchos otros pasos dentro del proceso de aprendizaje de escribir para cine tales como la construcción de personajes y el desarrollo de diálogos entretenidos pero plausibles. Existe otro punto en particular que siempre me ha parecido digno de estudio propio, aquel que habla sobre la construcción de una escena.
En primer lugar, sabemos que un guión está conformado por secuencias, una serie de acciones y situaciones que siguen un mismo hilo conductor dentro de la trama. Muchas veces estas secuencias forman parte de un mismo conglomerado que equivalen a nuestros “arcos argumentales” y muchas veces podrían ser parte de lo que directamente llamamos nuestros puntos clave dentro de la historia (según nuestro autor de preferencia) ya sea si hablamos de “detonante” o de “la noche oscura del alma”.

Ahora, para nadie es secreto que una secuencia está conformada por un conjunto de escenas, que podemos definir como unidades de acción dentro de un mismo espacio-tiempo. Son situaciones que para bien o para mal no deben verse como espacios en blanco que hemos de llenar para ir al final, no, en pocas palabras son toda nuestra historia. Son tan esenciales al punto que ni siquiera tendríamos un guión de no ser por ellas.

He aquí cuando la cosa se comienza a poner compleja porque aunque la mayoría sabe lo que es una escena, muy pocas veces existirán reglas para la construcción correcta de una. Esto debería ser así pues no se trata nuevamente de seguir las reglas de una estructura o de un manual de reglas sino de un acto donde deben predominar las propias cualidades del escritor para crear un contenido interesante.

Pero existe algo que considero diferencia lo que podría ser el tratamiento profesional de una escena al de una persona que lanza sólo flechas en la oscuridad. Primero, una escena tiene un propósito, ya sea el de revelar un pedazo de información dentro de la historia, explicar el estado emocional del personaje o simplemente mover a la historia con una acción necesaria del personaje para el correcto desarrollo de la trama.

Es decir, no deben ser situaciones puestas por capricho y esto es algo muy difícil de aprender al principio. A menudo, personas sumamente creativas se limitarán a idear situaciones interesantes en las que poner a sus personajes, esbozos que pueden llegar a ser escenas con un diálogo llamativo y una personalidad propia. Esto es importante a la hora de juzgar un guión porque si las escenas no cumplen con un propósito, entonces no dejan de ser un capricho que no ayuda a seguir la historia. Existirán sus excepciones como todo, pero éstas deben tratarse con extrema delicadeza.

Blake Snyder, un autor que admiro por su forma de enseñar aunque no siempre comparto sus métodos, explica en uno de sus ejercicios más famosos, “el tablero”, lo útil que es ir haciendo fichas explicando cada escena y su posición correcta dentro de la estructura de tres actos. Ahí mismo el autor expone que es necesario recordar que todas las escenas poseen un tipo de cambio ya sea a nivel positivo “(+)”, negativo “(-)” e incluso neutral para el protagonista en lo referente a sus objetivos, pero aún así debe tener alguna especie de justificación.

Esta perspectiva, aunque simplista, no hace más que seguir el mismo principio básico de todo el guión “alguien quiere/desea/necesita algo pero algo o alguien más se lo impide”. En lo que respecta a Snyder, el conflicto no sólo debe ser visualizado a nivel macro sino también micro, es decir, visualizar también el conflicto por escenas, explicando nuevamente dentro de las fichas cuál es la fuente de conflicto en cada una de ellas.

Existen innumerables fuentes de conflicto, ya sean externos o internos, como el antagonista principal o un simple obstáculo mundano que impida a nuestro protagonista viajar de un punto A al punto B, o incluso la propia incapacidad de nuestro héroe por aceptar sus defectos y errores. Sea cual sea el verdadero nivel de amenaza que el conflicto represente, su presencia será necesaria para crear un nivel de tensión dramática a lo largo de cada secuencia.

Curiosamente en la actualidad, Aaron Sorkin, posiblemente uno de los guionistas más reconocidos en la industria norteamericana, también ha expresado públicamente en numerosas entrevistas que la principal regla que asume como escritor es que cada escena siga la básica línea de intención/conflicto, visualizando cada escena como una unidad individual propia donde un protagonista está en busca de un objetivo particular pero donde las diferentes formas de conflicto se hacen presentes.

Ahora, para concluir, cuando alguien se hace la pregunta “¿cuándo una escena realmente funciona?”, no necesariamente tiene que estarse refiriendo a la forma en cómo está escrita, sino el velar porque ésta realmente cumpla una función o un propósito dentro de todo el conglomerado de escenas que representa el guión. Incluso si simplemente se trata de un momento entretenido es importante que al menos éste posea una cierta cualidad armónica que haga parecer que todo está en sincronía, haciendo fluir el relato con naturalidad.

Cuando hago memoria de mis películas favoritas por la forma en cómo están escritas es siempre porque son capaces de revelar información importante de forma entretenida o de hacer ver situaciones con un verdadero peso en la historia de una manera completamente consecuente. Es decir, cuando existe un principio de acción/reacción en donde cada decisión que toman los personajes, donde cada una de estas acciones individuales aparentemente inconexas entre sí tendrán inevitablemente un peso al final.  Pero cuando esto sólo es evidente hasta llegar a la resolución, es lo que yo llamo una estructura construida por escenas armadas como si se tratara de una fila de piezas de dominó en descenso. Escenas como las que Billy Wilder hacía con naturalidad o el mismo Aaron Sorkin hace con experticia en cada nuevo producto que escribe.

Goodfellas, Nueve Reinas, When Harry Met Sally o Amores Perros, posiblemente sean algunos de los mejores guiones en la historia, pero no por tener una buena estructura a nivel de “paradigma”, sino porque cada escena funciona tanto a nivel individual y de forma armónica cuando son vistas como un conjunto. Son piezas de dominó puestas para un espectáculo visual.


Luis De León (Barquisimeto - Venezuela, 1994) 
Licenciado en Comunicación Social, redactor y crítico de cine en distintos medios digitales como Cultura Colectiva, Voxbox e Ideas de Babel, además de ser guionista/cineasta en formación participando como Asistente de Dirección y script en cortometrajes estudiantiles.

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