La amenaza de la decepciónPor Rafael Martínez García Empecemos con una verdad de la que ya todos somos conscientes: La Amenaza Fantasma es una película fallida. Quise decir "mala" originalmente, pero no creo que sea tan fácil (y justo) seguir ese camino. Pienso ahora que el mejor calificativo que se le puede otorgar al inicio de la trilogía de Anakin Skywalker es "decepcionante". El peor enemigo al que se enfrentó esta cinta, antes que al mismísimo George Lucas, fue toda la expectativa de los fans. Y es que estamos ante la película que cuenta los orígenes de Darth Vader, ni más ni menos, ¡por supuesto que la emoción alrededor sería ENORME! Pero finalmente, en 1999, nos encontramos con algo completamente distinto a lo que la mayoría esperaba de esta historia. El Episodio I está construído a partir de "momentos promesa" para todos los que habían quedado encantados por la trilogía original. De ahí se nutre principalmente, y es ahí en donde más falla. ¿De qué momentos hablo? De conocer a la galaxia en los días de la antigua república, vivir el tiempo de los caballeros Jedi, ver a un joven Anakin conociendo a Obi-Wan Kenobi y el inicio de su inevitable camino al lado oscuro. Pero todos y cada uno de estos momentos son decepcionantes. La república es presentada con aburridas sesiones del Senado Galáctico y una problemática de rutas comerciales con la Federación de Comercio (con sus supuestas "negociaciones"), los caballeros del Consejo Jedi no hacen nada más que estar sentados y hablar, y Obi-Wan apenas aparece (la primera mitad de la película se queda en el interior de la nave averiada de la Reina Amidala, ¡sin hacer nada!) y cuando conoce al niño Anakin no siente una perturbación en la fuerza, sólo le da un apretón de manos. El guión de La amenaza fantasma fue supuestamente diseñado por Lucas como un "juego de espejos" con la original Star Wars de 1977, pero aquí nada funciona bien. De entrada hay un problema de tono muy evidente, pues mientras en la película original los momentos de humor y los más oscuros convivían a la perfección, aquí el humor simplón y absurdo (cortesía del detestable Jar Jar Binks, del que no hablaré más) contrasta enormemente con los largos y complicados diálogos políticos en los que se habla de tratados, de democracia, de guerra y demás tecnicismos en una película que, su creador argumenta todo el tiempo, "es para niños".
Esta es la película que, junto con sus posteriores episodios II y II, deja en evidencia las pocas habilidades de George Lucas como director. Yo estoy convencido de que su interés en hacer estas precuelas cada vez más envueltas en entornos digitales, tiene más que ver con lo incómodo que es para él el set (sobre todo las locaciones) que con una auténtica búsqueda de innovaciones técnicas. Siempre será más fácil filmar una película en un estudio con fondos verdes y azules que salir a Túnez a combatir con las inclemencias del tiempo y filmar con decorados reales. Pero nada de esto puede absolver a Lucas de su deficiente desempeño como guionista, y su peor pecado es querer tener control absoluto sobre la historia y los personajes. Pecado por el que, hoy sabemos, Steven Spielberg, Robert Zemeckis y Ron Howard no aceptaron dirigir el Episodio I, pues cuando ellos dijeran en voz alta que eso de los midiclorianos que pretendían darle un valor cuantificable a la Fuerza eran una estupidez, George no hubiera aceptado que le quitaran una sola letra al "término". La Amenaza Fantasma avanza siempre torpemente. Nunca nos llega a emocionar, lo cual es culpa, principalmente, de la ausencia de un personaje protagónico al cual seguir y con quién "vivir" esta aventura. Después de la carrera de vainas, a la mitad de la película, todo se vuelve más aburrido incluso. Las escenas irrelevantes y nada cinemáticas en Coruscant primero, y después un tercer acto del que sólo podemos rescatar el duelo con sables de luz entre Qui-Gon, Obi-Wan y Darth Maul (el gran villano que no debió ser derrotado tan pronto). Esta primera película de la trilogía de precuelas es considerada por muchos la peor de toda la saga Star Wars. Un título que, ciertamente, se supo ganar a pulso. Cuando el lado oscuro nubla todoPor Antonio Kurt Son indudables las innovaciones en audio y video surgidas a partir de la filmación de Star Wars a finales de los 70s. George Lucas exploró después las tecnologías digitales en las tan criticadas ediciones especiales de la trilogía original. A partir de entonces, Lucas quedaría prendido de la cinematografía digital y Star Wars Episode II: Attack of the Clones resultaría ser una de las primeras películas digitales. Sin embargo, pareciera que la devoción que el creador de la saga le tuvo a los recursos tecnológicos, le hicieron olvidar la parte medular de la película: el guión. El Episodio II nos narra los momentos previos al inicio de uno de los sucesos más importantes dentro del universo de Star Wars: la guerra de los clones. A través de los personajes principales de la saga vemos, por un lado, cómo se desenvuelve este conflicto y, por el otro, el crecimiento de la relación amorosa entre Anakin Skywalker y Padme Amidala. La principal falla de este episodio radica en que el relato se ve desbalanceado por las largas y repetitivas escenas de acción y persecución en comparación con el escaso desarrollo de los personajes. En este episodio comenzamos a ver la transformación de Anakin hacia el lado oscuro; no obstante, este proceso carece de fuerza al ver a un muchacho inmaduro haciendo berrinche tras berrinche sin tener acciones realmente significativas. Quizá lo más cercano a esto sería el asesinato de un pueblo entero provocado por la ira de ver morir a su madre. Sin embargo, la escena entre madre e hijo resulta bastante forzada y un exceso melodramático al usar el lugar común de la madre muriendo en los brazos del hijo. Por otro lado, la historia de amor de los protagonistas se ve reducida también a una serie de clichés y momentos “cursis” mal logrados entre la pareja protagonista. Cabe preguntarse si el aislamiento en Naboo y las conversaciones insulsas son suficientes para que ambos personajes (en apariencia fuertes) sean capaces de renunciar a todo y vivir su amor en secreto.
Podría parecer un acierto por parte de Lucas el haber reducido las apariciones de uno de los personajes más desafortunados en toda la saga, Jar Jar Binks, e incluso “castigarlo” siendo él el que propone darle poder absoluto al futuro emperador Palpatine. Sin embargo, con esta acción parece que el tiro le sale por la culata. Al quitarle la carga cómica a Binks e intentar regresarla al personaje que la llevó en la trilogía original, C3PO, tenemos como resultado una secuencia donde la cabeza del androide es intercambiada por la de un androide de batalla. Esta secuencia innecesaria, más que funcionar de manera cómica, corta la intensidad que debería de crearse en la batalla climática final y es, en realidad, la repetición de las apariciones ridículas de Binks en la batalla final del Episodio I. Lo más rescatable de este episodio podría ser el periplo que tiene Obi-Wan Kenobi para descubrir a los responsables tras la amenaza separatista. En esta línea de la historia seguimos la investigación de Kenobi a través de varios planetas, hecho que sirve de pretexto, además, para mostrar los orígenes de uno de los personajes favoritos de la saga: Boba Fett. Sin embargo, el hecho de que se sepa cuál será el destino de un personaje -en este caso Darth Vader- no hace que con cualquier recurso (desde voces en off gritándole: “¡Anakin no!”, hasta gestos de ira mal actuados) el espectador tenga que llenar los huecos en cuanto a su descenso. Un personaje tan representativo en la cultura popular merecía un guión a su altura. Una vez más, recalco el hecho del GUIÓN porque si se lee la adaptación de este episodio al cómic o a novela, la historia no es en absoluto burda. Así es como las fallas de este episodio recaen por completo en George Lucas, tanto como director como guionista. La ópera espacial de LucasPor Carlos Tello de Meneses Revenge of the Sith tiene un lugar interesante dentro de la saga de Star Wars y curiosamente es la película que tiene, al mismo tiempo, los mejores y los peores elementos de la saga. Tiene todo lo que hace que los fans de la vieja guardia odien las precuelas (el humor infantil, los malos diálogos, la caracterización telenovelesca) y al mismo tiempo tiene varias cosas que los fans aman de la trilogía original. George Lucas ha dicho muchas veces que se sorprende por la respuesta de los fans y buena parte del público y la crítica hacia las precuelas. “Son películas para niños”, ha repetido hasta el cansancio. Por supuesto que para Lucas, a diferencia de hombres como Miyazaki o estudios como Pixar, hacer algo para niños significa ser insulso, infantiloide y “gracioso”. Ergo: Jar Jar Binks y su progenie. Lucas ha demostrado muchas veces que sigue siendo un gran argumentista, pero un guionista mediocre. Las mejores películas de la saga fueron co-autorías con Lawrence Kasdan (a excepción de A New Hope que muchos consideraron un golpe de suerte). En muchos sentidos, los defectos de las precuelas son producto de un comprensión fallida, por el mismo autor, de su propio trabajo. Las cosas que funcionaban en la trilogía original dejaron de funcionar en las precuelas no sólo porque eran una “imitación” de sí mismas, sino también porque se hicieron a consciencia. Perdieron esa inocencia que permeaba los clásicos y se convirtió en cinismo. Aquellos elementos que, según Lucas, definían a la serie se volvieron lastres y aunque el efecto ha sido disminuido para esta entrega, sigue presente sobre todo en la primera mitad. Sin embargo mientras la película avanza la transición hacia esos elementos que funcionaban mejor de las originales se van cementando y de alguna forma se vuelven más orgánicos. Mucho de esto se debe a la fuerte influencia de Clones Wars, la serie animada de Tartakovsky, que se nota claramente en muchas escenas. Desde la batalla inicial en espacio aéreo de Coruscant hasta la batalla en Kashyyyk. Esta influencia se vuelve el componente necesario para forjar el puente entre la estética y narrativa de las precuelas y las de la trilogía original: la caída de Anakin Skywalker al lado oscuro de la fuerza. La Venganza de los Sith debió haber sido la trilogía entera, no sólo el tercer capítulo. Uno de los elementos más importantes de la caída del héroe es VER al héroe caer, convertirse en ello contra lo que pelea. En la trilogía de precuelas nunca vemos a Anakin ser el héroe que todos dicen que fue. Sólo vemos pequeños flashes de esto. Sólo en las series animadas Clone Wars y The Clone Wars vemos a este Anakin. Si se toman como piezas clave de su caída en lugar de Phantom Menace y Attack of the Clones entonces Revenge of the Sith tiene mucho más sentido.
En Phantom Menace y Attack of the Clones lo que vemos en realidad son excusas y sermones por parte de Lucas y no rasgos de carácter trágico. Aunque si están presentes no están explorados del todo y son entorpecidos, sobre todo, por la trama de amor a la que se aferró Lucas. No obstante esta línea romántica es indispensable para la construcción narrativa que hizo para esta película. Star Wars siempre ha tenido una fuerte carga melodramática pero nada al extremo en que se llegó en esta película. Todo está exacerbado, todo está exagerado. Mientras avanza la película es difícil catalogar lo que uno está viendo como una película “realista” (dramáticamente hablando). De hecho, y sobre todo en su segunda mitad, la película da la impresión de ser otra cosa: una ópera. Star Wars siempre ha sido catalogada como una Space Opera, un subgénero de la ciencia ficción que se enfoca en la aventura y guerra espacial y que siempre ha tenido una fuerte carga melodramática. Revenge of the Sith se toma a pecho esa segunda palabra. De todas las óperas espaciales de la saga esta es la más cercana a una ópera de verdad. La omnipresencia de la hermosa música de Williams es notable. Prueba de esto es el clímax de la película en el planeta de magma Mustafar en el que toda la acción está conectada a la música de Williams. Piezas como “Battle of the Heroes” y “Duel of Fates” son tan protagónicas como los personajes. Una vez iniciada la caída de Anakin la música toma lugar central en la película. Los momentos sin música de ahí en adelante son casi nulos. Todo está montado, hecho a la medida de la música de Williams. El desenlace es un ejemplo de esto, un poderoso montaje musical donde cada personaje toma su lugar, esperando los eventos de la película original. Pero al igual que en la ópera, uno tiene que tomar distancia para poder disfrutar de ella. Si se mira demasiado cerca uno no puede evitar ver toda la exageración, todo el artilugio. A pesar de todos estos defectos, sí considero un triunfo a Revenge of the Sith. Un triunfo relativo y acentuado por la comparación a los fracasos que son Phantom Menace y Attack of the Clones. Revenge of the Sith es una muy buena película que siempre estará en el ojo del huracán simplemente por el hecho de tener las palabras “Star Wars” en el título. Algunos fans la odiarán por siempre, otros la defenderán y los que siempre han ignorado a la saga nunca la verán. Los defectos son claros y marcados, sobre todo en la primera mitad. Sin embargo, el poder operático y visual de la tercera parte de la película es tan poderoso y abrumador que levanta a la película por encima de sus defectos narrativos. Ciertamente la película crea una convención que, de entrar en ella, la convierte en uno de los divertimientos más grandes de la saga. Cualquier fan que esté considerando hacer un maratón de la trilogía original tal vez debería reconsiderar incluir esta película como preámbulo. Sé que muchos, especialmente los fans arriba de cierta edad, quisiéramos olvidar las precuelas. Pero en el caso de esta, eso sería una lástima.
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December 2015
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