Por Arisbeth Márquez Antes de que se organicen para esperarme afuera de mi casa y acuchillarme vestidos de “Khaleesis" (estoy tan mal en el tema que es a la única que conozco), respiren y déjenme explicarles por qué he cometido tal falta a los dioses de la televisión. Primero, deben saber que no soy muy fan del vox populi, y no es que odie todo lo “mainstream”, que sea hipster o algo así, simplemente aparece un filtro en mi cabeza que me hace decir: “¡Ay, seguro no está tan bueno!”. Eso mismo me sucedió con Breaking Bad y Stranger Things. Espero no me borren de sus redes sociales, pero hasta hace apenas unas semanas me estoy poniendo al corriente con Walter White. Además, es algo de lo que no me arrepiento porque no sufrí la ansiedad de la espera por la temporada siguiente. Otra fue la historia con Stranger Things. La verdad, quería verla sin prejuicios, “a ojo pelón”, y hasta me quité los lentes de guionista. Y de pronto… ¡bam! me encantó por todo y la disfrute ¡tanto! Sin embargo, pagué un precio… llegué tarde a las pláticas sobre el tema, lo cual ya no es extraño para mí. Algo similar sucedió con GOT… me enteré tarde (¡otra vez!). La serie se estrenó en el 2011 pero llego a mis oídos en 2012 o 2013 y pensé: “Voy a leer los libros primero”, pero ¿a quién engañaba? … eso nunca sucedió. Y, la verdad, no me llamó tanto la atención. Los escenarios con esos “looks”, guerras de poder y fantasía… no son lo mío. Además, la serie me recordaba al Señor de Los Anillos, que tampoco me encanta (espero nadie me deje de hablar por tremenda confesión que acabo de hacer). GOT despertó mi curiosidad cuando entré a cierta escuela a aprender a escribir, y llegó a mi correo una lista enorme de películas y series que debíamos ver antes de entrar (luego me enteré de que sólo eran una sugerencia). En ese momento, escogí las opciones de menos duración, las más nuevas o las que simplemente me cautivaran y fueran de acceso fácil. Y aún no contaba con cuenta en Netflix, es decir… aún no conocía el amor. Luego, al entrar a dicha escuela… ¡bam!, ocurrió un bombardeo de miles de libros, obras, películas, series ¡y yo con tan sólo dos ojos y poco tiempo! Tuve que ser más cuidadosa con lo que escogía. De pronto, ya me encontraba en un momento en el que había más temporadas, menos tiempo, más chistes que no entendía y conversaciones en las que no podía participar. Me sentía Joey Tribbiani en aquel capítulo en el que compra enciclopedias pero sólo le alcanza para la letra V (sí no entendiste la referencia, no me hables). “Una cosa es sufrir discriminación de tus amigos, ¿pero de la misma TV? ¡No más! Y sé que no soy la única. Por eso, los animo a dejar el rincón y saltar a una conversación más sobre dragones y decir: No he visto GOT ¡¿y qué?!”Entonces una amiga y yo hicimos un pacto de ver toda la serie juntas, porque no iba a entrar sola a ese juego. Y el gran Tello, ofreció su casa y sus episodios disponibles, porque otro factor es que ¡está en HBO!, y no cuento con esos recursos. Sé que puedo buscarla en internet, pero siempre es más fácil un “click”. Sin embargo, mi talentosa amiga se llenó de becas, de premios y poco tiempo libre. Una vez más, me quedé sin verla… ni a mi amiga, ni a la serie. Pero ver series se ha convertido en algo complejo para mí. Una ruleta de emociones que ya no tomo a la ligera. Como dice cierta canción de Juan Gabriel: “Hasta que te conocí, vi la vida con dolor…”, porque cuando la escucho pienso en Netflix y aún se me humedecen los ojos de recordar OITNB. Yo no conocía ese dolor, esa cruda después del final de temporada, luego la tristeza seguida de la negación: “¡no estaba tan buena!”, “¡les falló esto o lo otro!”. Después, intentas superarlo, pero eso sólo lleva a engancharte con otra serie. Entonces, tengo miedo de que GOT me encante. No quiero pasar por esa cruda, y no saber si habrá más temporadas o pensar: “¡¿cuándo se estrenará la nueva?!”, contar los días, dedicar momentos de la tarde pensando en el porvenir de Eleven, en cómo se hubiera mejorado cierta escena o el arco de Don Draper. Volviendo a GOT, la gota que derramó el vaso fue cuando, al ver un episodio de The Big Bang Theory, ¡no entendí nada! Estaba repleto de referencias de dicha serie que hasta Penny entendía. Ese momento fue cuando pensé… ¡es suficiente! Porque una cosa es sufrir discriminación de tus amigos, ¿pero de la misma TV? ¡No más! Y sé que no soy la única. Por eso, los animo a dejar el rincón y saltar a una conversación más sobre dragones y decir: “No he visto GOT ¡¿y qué?!” Quizá no los inviten a la fiesta de la oficina o su pareja les pida un tiempo, pero primero es la dignidad. Por otro lado, invito a los fans a ser más abiertos, a no juzgarnos, ser pacientes y quizá, como mi buen amigo Tello, ofrecer su sillón para verla. Porque todos somos una comunidad de amantes de series, “junkies” de la TV, ahora por internet y -con tanta propuesta- hay mucha diversidad de gustos. No podemos discriminar ni hacer sentir mal a los que no han visto nuestra serie favorita. En fin, Sólo me queda cerrar este documento y buscar el primer episodio de GOT.
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May 2021
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