Por Orlando Merino y Jaime García Estrada “Estructurar sinopsis mensuales, semanales y diarias; bocetear análisis psicológicos de los personajes; planear suspensos antes del corte comercial, suspensos inquietantes al final del capítulo, suspensos tremebundos de final de semana”. VICENTE LEÑERO (1933-2014) Los seriales televisivos son herederos de una larga tradición de relatos discontinuos que están pensados para ser “consumidos” popularmente; en segmentos sucesivos, en entregas separadas en el tiempo. El folletín fue una de las variantes que surgió en el siglo XIX y que fue originalmente implementado por los editores de periódicos para incentivar a que el gran público consumiera sus publicaciones. Se imprimían en cintillos de ciertas páginas de la prensa o como un suplemento o cuadernillo que iba integrado al mismo periódico. La idea era vender historias truculentas que se quedaran en continuación, pero siempre en un momento de suspenso en la trama. El lector debía comprar el siguiente número del periódico para saber qué seguía en la historia de ficción, por lo cual ésta tenía forzosamente que atrapar la imaginación del público. Así, el folletín cumplió sin ser su objetivo con una doble función: popularizar el consumo de la prensa e impulsar la alfabetización entre la población menos favorecida económicamente. Muchos libros que hoy se consideran importantes fueron originalmente concebidas para su consumo como novelas por entregas: Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, Los miserables de Víctor Hugo, Madame Bovary de Gustavo Flaubert, Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski, La guerra y la paz de León Tolstoi así como numerosas obras de Charles Dickens, Robert Louis Stevenson, Emilio Salgari y Benito Pérez Galdós, entre otros. De los folletines luego se derivaron otras formas populares de entretenimiento serial. Las tiras cómicas de los periódicos son herencia directa de aquellos. Existieron páginas anexas a las ediciones dominicales de los diarios en los que aparecían “cómics” que quedaban en continuación hasta la siguiente semana. Esto luego se afianzaría a tal grado que se crearon editoriales específicas que imprimían folletines ya sólo de “cómics”, de aparición semanal o quincenal, y que también quedaban en continuación. Los “cómics” se aprecian hoy como una forma artística que suma la gráfica y el contenido literario. Yellow kid es considerada la primera serie de “cómic”, pues apareció periódicamente en un diario de Nueva York en 1895, mismo año en que se presentó la primera proyección pública del cinematógrafo de los hermanos Lumière. Al año siguiente, el creador de esta historieta, Richard F. Outcault, inventa los “globos” para indicar los parlamentos de los personajes, dando así la pauta para que se adoptara esta convención. Tal fue el éxito del personaje del niño vestido con un camisón amarillo que se publicaba a color en dos diarios rivales, con dibujantes distintos. El color de este personaje derivó en que a los periódicos que publicaban noticias escandalosas para vender sus ediciones, se les denominara “prensa amarillista”, término que aún hoy usamos. Así, hemos visto como los seriales televisivos no son un invento del siglo XX, sino uno de los últimos productos de esta larga tradición de relatos discontinuos que se ha mantenido vigente hasta nuestros días.
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November 2020
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