Por Carlos Tello de Meneses Vega Decir que la televisión ha cambiado en los últimos años sería quedarse corto. Tanto en contenido como en distribución, el estado actual de la TV sería irreconocible para un televidente de los 50s. Incluso, entre los televidentes actuales, ya hay una brecha generacional claramente marcada; están aquellos para los que ver televisión significa estar frente a un televisor; y esos otros para los que la televisión puede ser vista donde sea, cuando sea y como sea. Netflix, Hulu, HBO Go, Youtube y muchos otros servicio compiten por la atención del consumidor televisivo en una guerra de contenido y distribución que se ha ido intensificando. El principal benefactor de esta guerra podría parecer el espectador, sin embargo, pronto podría dejar de ser así. Primero, es necesario hablar sobre uno de los cambios más importantes en el comportamiento de consumo del espectador: el binge watching o binging. ¿Qué es binge watching? El binge watching consiste principalmente en ver una serie (o temporada) en una o pocas sesiones. Se trata de una especie de maratón diseñado para consumir la mayor cantidad de contenido en el menor tiempo posible. Este comportamiento tiene sus orígenes en los maratones que las televisoras tradicionales organizaban alrededor de sus series, principalmente aquellas que ya estaban sindicalizadas [1] (aquellos maratones de programas cancelados existían pero, en su mayoría, para rellenar espacio cuando fuera necesario). Sin embargo, el binging no ganó tracción hasta la llegada de los formatos caseros. Aunque algunas series lanzaban pequeñas colecciones en VHS que recopilaban capítulos memorables, lanzar una temporada completa en el formato era impensable (ya no hablemos de la serie completa). Fue hasta la llegada del DVD cuando se empezó a considerar el formato casero como una vía de consolidación para las series al aire, y una especie de resurrección para las series ya canceladas o terminadas. Esto aunado a la narrativa serializada influenciada por el éxito de Los Sopranos significó el nacimiento de una nueva manera de ver televisión. Con la llegada del streaming, este modo de ver televisión se consolidó y se volvió, paradójicamente [2], la norma. El impacto del bing watching podría parecer pequeño pero hay que tener en cuenta que algunas productoras de contenido como Netflix diseñan sus series alrededor de esta forma de consumo. Series como House of Cards fueron vigorosamente influenciadas por el análisis de datos sobre el comportamiento del espectador. Dónde pausaba, en qué capítulo se obsesionaba o abandonaba una serie y así sucesivamente. Netflix se dio cuenta de que en cuanto un espectador era atrapado por una serie éste trataba de consumir la mayor cantidad de capítulos en una sola sesión. El formato de binging apela al lado más primitivo del espectador. Reduce muchas veces una serie a un simple “qué pasará después” y entorpece el análisis profundo que normalmente requeriría de tiempo y pausa. En clima actual de la televisión, es casi imposible dedicarle el tiempo necesario a una serie porque la conversación cambia constantemente; mientras se termina una, ya hay otras tres esperando. Hay tanto contenido que se ha llegado a un estado de saturación. Las series de las cadenas grandes y medias (como NBC, ABC y CW) tienen temporadas de entre 22 y 24 capítulos que requieren de hiatos de producción. Estos son cada vez más costosos para las series y las cadenas porque ese mes (o esas semanas) de descanso entre capítulos puede provocar que una serie pierda su lugar privilegiado en nuestro ciclo de consumo. Esto podría no parecer un problema, sin embargo, lo es. La audiencia tiene la prerrogativa de abandonar un programa pensando que estará ahí esperándolo para cuanto tenga el tiempo de sentarse a verlo pero para una televisora o productora de contenido estos son pequeños golpes que una vez sumados podrían significar la cancelación de una serie. Mientras más contenido hay, la fragmentación de audiencias se intensifica y los éxitos creativos y de audiencia que dieron pie a la última era de oro se vuelven cada vez más difíciles de alcanzar por el simple hecho de estar rodeados de alternativas destacables. Y peor aún, no sólo se vuelven más difíciles de hallar sino que se vuelven más difíciles de hacer. Por un lado, están los escritores y creativos que, debido al clima televisivo y a las demandas de hoy en día, enfocan sus historias hacia giros argumentales en lugar de dotarlas de un significado más profundo y una planeación más cuidadosa. Por el otro, están los ejecutivos que, en su pánico, se retraen al único compartimiento que ellos creen que funciona: el recrear fórmulas. Esto genera un ambiente de producción que mimetiza y canibaliza los elementos que ellos creen que hicieron a una serie exitosa o importante. Por eso es que después de Los Sopranos hubo una época en que la “fórmula” de un prestige drama [3] era: antihéroes + violencia + cinismo + desnudos + groserías. Una de las virtudes de la Peak TV ha sido el lograr alejarse de esa formula y explorar otro tipo de historias. Si el drama cínico y oscuro de una hora fue el emblema de la tercera era de oro, la comedia dramática de media hora es el formato ideal del Peak TV. Mientras que el protagonista de la era de oro era un hombre blanco, en el Peak TV los protagonistas son abarcan un abanico mucho más amplio. Son programas creados y estelarizados por las minorías que no están exploradas por programas como Breaking Bad y Mad Men, programas basados en la experiencia y en la inclusión del resto de la comunidad americana. Esta nueva era definida por el exceso de contenido se ha convertido en un amenaza para sí misma. Sin embargo, no todo está perdido. Es un hecho que pesar del binge watching, de la sobresaturación de contenido y de la negativa de algunos ejecutivos ante la idea de crear contenido que se rebele a la “fórmula”, la televisión sigue atravesando por una época de fertilidad creativa, como nunca antes se había visto. Y muchas de las puertas que se abrieron en esta era serán difíciles de cerrar: la presencia de minorías frente y detrás de cámaras, la disposición de narrar temas y puntos de vista antes ignorados, así como la inclusión de la audiencia en la conversación, por mencionar algunas. Si intentan cerrarlas, la audiencia y el contenido migrarán hacia otro lado. ¿A dónde? Eso no lo sé. Pero como siempre, el escritor, como Dios, proveerá. _________________________________ [1] Sindicalización – Cuando una serie de televisión alcanzaba los 100 capítulos se podía vender a las televisoras pequeñas y regionales, convirtiéndolas en partes constantes de su programación. Anteriormente era el objetivo principal de la televisora detrás de una serie, ya que hasta que se lograra la sindicalización se consideraba a un programa redituable, y por ende, exitoso. [2] Paradójica por la naturaleza episódica de la televisión. [3] Prestige Drama es el género de la televisión que denomina a todos aquellos dramas que son el atractivo principal del prime time de una televisora. Son usualmente identificables por el estilo de la televisora que la creaba. Había el prestige drama à la CBS, à la NBC y à la ABC. Tras el éxito de Los Sopranos las pequeñas televisoras y canales de cable como HBO, AMC y FX crearon sus propios estilos de Prestige Dramas.
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November 2020
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