Por Antonio Kurt En la primera secuencia de Trainspotting 2, Renton corre una vez más. Pero en esta ocasión no huye de la policía. Mueve sus piernas sin llegar a ningún lado, sin ningún propósito aparente. ¿Qué sentido tiene recorrer la infinita banda de ejercicio en un gimnasio? ¿Salud? Renton colapsa y cae de la cinta afectado por un problema cardíaco. Dos décadas han pasado desde la primera parte de esta historia y Renton ronda ahora los 40 años de edad, como muchos de los que nos identificamos con el primer Trainspotting, el día de su estreno. Hace 20 años, me sentía nervioso, formado en la fila para ingresar al cine y ver La vida en el abismo. Me acompañaban dos amigos, el hermano menor de uno de ellos y mi propio hermano (también menor). Todos sin identificación. Mis amigos y yo rozando la mayoría de edad pasamos confiados a la sala. Nuestros hermanos fueron detenidos y se les negó la entrada. Nada pudimos hacer para convencer a los empleados de que los dejaran ver la película. Años después seguimos recordando esto y culpando a sus atuendos de Bugs Bunny y Snoopy como las causas del fracaso de nuestro plan. Aquella tarde, no pudimos cuestionarnos juntos acerca de las preguntas que la película plantea en el famoso monólogo “Escoge la vida”. En ese entonces fue muy oportuno el poner en duda las opciones que teníamos. ¿Elegir un trabajo? ¿Una carrera? ¿Una familia? Veinte años después, la opción que elegimos en ese entonces nos condiciona para escoger de la actual paleta de opciones. ¿Nuevo puesto? ¿Renunciar? ¿Estrenar auto? ¿Viajar? ¿Otro hijo? ¿Otro matrimonio? Renton sobrevive al infarto y le auguran que vivirá 30 años más y es entonces que se pregunta qué hacer con este tiempo que le queda. La respuesta inmediata para todos los contemporáneos será aprovechar las nuevas opciones que la capacidad adquisitiva nos brinda. ¿Qué nuevo abanico de opciones tendremos en 30 años más? ¿Seguiremos “eligiendo la vida”? Elijamos el futuro. Un futuro incierto aunque para aquellos que han sobresalido en sus profesiones no haya nada más certero que el mañana. Doy las gracias a todas las aseguradoras y al sistema financiero que protegen mi ahorro de años de arduo esfuerzo. Aférrate a tu trabajo, disfrútalo y mucho más si te va bien. Como Diane, (en Trainspotting una colegiala menor de edad que gustaba de ir a bares) ahora una exitosa abogada cobrando altas tarifas por hora. La representación idónea del éxito. Afortunada por no ser como la mayoría que temen por su seguridad laboral debido a fusiones, recortes de personal, o porque simplemente la tecnología los haga obsoletos. O vuélvete empresario. Lo que sea por sobrevivir en este mundo donde lo competitivo es lo primordial y no lo colectivo. Emprende como Simon (antes Sick boy) en un sauna (un prostíbulo en realidad). No importan otras implicaciones, no importa cómo te vendas, importan las apariencias, importa que seas tu propio jefe. O dedícale más tiempo a tu familia. Ayuda a tus hijos a crecer en un mundo que les envía señales confusas. Donde los valores se diluyen y el Youtube pasa más tiempo que tú con ellos. Quizá esto sea mejor y así se impida que les pases tus frustaciones y traumas como Francis Begbie, lo hace con Franco Jr. Después de todo, Begbie tiene un buen punto con respecto a su hijo, ¿para qué estudiar en un mundo donde la educación es un privilegio y no un derecho? Una vez más, es preferible ser un emprendedor ignorante a alguien competente pero pobre. Seguimos eligiendo vida, pero ¿qué clase de vida? ¿La que se muestra en el perfil de Facebook y en las imágenes de Instagram? ¿O la vida que se escogió al renunciar a los sueños y conformarse con lo que se tiene ahora? Blondie se escucha una vez más en el filme y nos canta afirmando que Dreaming is free aunque todo lo demás en esta vida ya tenga una etiqueta de precio colgando. ¿Será por eso que Lust for life suena mientras Renton y Sick boy huyen después de robar? El volverse un “turista de la nostalgia” y volver a sus años indómitos los hace sentirse vivos. La adicción no los abandona, sólo que en ellos se ha sustituido la heroína por el dinero. Su único consuelo es entonces aceptar ese rol de turista de la nostalgia. Spud busca en fotografías su pasado. Busca reconstruirse y entonces... sólo escribe. Como muchos de nosotros que además de la vida elegimos escribir. Entre fotos y escritos Spud se confronta a sí mismo quizá con la esperanza de encontrar aquel instante preciso en que todo se fue al diablo. Spud escribe dudando del propósito de su labor. Encuentra al menos dos lectores que parecen completar el objetivo de cualquier texto. Spud elige la vida, elige contar su historia, elige escribir. Pero cuando todas las hojas escritas se pierdan, se quemen, se destiñan, cuando todos los servidores, nubes y espacios de almacenamiento colapsen no quedará rastro alguno de textos. Ni de fotos, ni de nosotros. A pesar de esto, veinte años después elijo la vida otra vez. La elijo y al igual que Spud, escribo. Y al igual que Renton hizo con Lust for Life, elijo bailar al ritmo del bajo de It’s so easy, en solitario y sin pensar, al menos por un momento, en las limitadas opciones que siempre se nos han buscado imponer.
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May 2021
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