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#SúperSmashCritics: "Tijuana"

5/7/2018

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Crédito: Lagartijas tiradas al sol

Tijuana, el teatro “gonzo”

Por Gustavo Ambrosio
El periodismo gonzo donde el reportero se transforma en “un alguien”, el cual vive de cerca los acontecimientos; se vuelve parte de ellos e incluso influye en la historia misma para transmitir una realidad de forma más directa, emocional y creíble. Desnudar lo noticioso hasta lo crudo con el fin de plantear una reflexión colectiva, no sólo individual.

El recurso, detonador de múltiples cuestionamientos éticos,  no es novedad en el periodismo. Sin embargo, esta manera de abordar “la realidad” no había encontrado en México un referente combinado del poder narrativo de la crónica periodística hasta la configuración de Tijuana de Gabino Rodríguez, presentado en el teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque.

El monólogo gonzo del actor da un respiro a la sobreexplotación de la narración en escena y la usa para materializar las situaciones vividas por Rodríguez. Las acciones evocan una fábrica completa, hay diálogos que permiten dibujar bien a otros personajes - personas. Todo apoyado en una utilería sencilla y una pantalla plasma con videos tomados por el actor durante los cinco meses que vivió como Santiago Ramírez, obrero de una maquila en Tijuana, Baja California.

La experiencia se sostiene con datos duros sobre el salario mínimo en el país, al tiempo que presenta ejercicios de “sobrevivencia” ante la precariedad de vivir con poco más de 70 pesos diarios.

A pesar de las virtudes formales y de recursos de un ejercicio teatral – periodístico como éste, el texto se tropieza con reiteraciones innecesarias en el plasma del “diario” escrito por el actor, aunadas a las dos intervenciones “justificadoras” del proyecto las cuales dan cuenta de una búsqueda ocurrente desde un plano meramente privilegiado. Y aquí es donde podríamos cuestionar el valor del discurso de Gabino Rodríguez.

"¿Cómo reaccionaría la gente de Tijuana o de alguna colonia del oriente del Valle de México si viera la obra de Rodríguez? ¿Se extrañarían y horrorizarían por bañarse con agua fría o tener cortinas como puertas? En el cotidiano mostrado por el actor de La cuarta compañía quizá se plantearían la pregunta que me hice al final, ¿cuál es el punto?"

Hace un par de años se lanzó una iniciativa llamada Safari en Tepito la cual llevaba a “turistas” a un recorrido por el “barrio bravo” en un intento por acercar a la gente a  “culturas distintas”. Sin meterme en el criticable nombre de la iniciativa, podría señalar esta dinámica como parte del exotismo / extrañamiento derivado de un estrato social hacia otro.

¿Cómo reaccionaría la gente de Tijuana o de alguna colonia del oriente del Valle de México si viera la obra de Rodríguez? ¿Se extrañarían y horrorizarían por bañarse con agua fría o tener cortinas como puertas? En el cotidiano mostrado por el actor de La cuarta compañía quizá se plantearían la pregunta que me hice al final, ¿cuál es el punto?

Con todo lo positivo ya expuesto, la puesta en escena no logra salir del lugar común del retrato de la pobreza en México y más bien nos hace pensar en una exploración caprichosa digna del más parco cine de denuncia mexicano. El compromiso social se desvanece en tanto el objetivo del ejercicio “gonzo” es transmitir una emoción mucho más cercana. En ese sentido, la búsqueda de Gabino resulta casi ingenua.

La pobreza es un asunto tan normalizado en México que requiere una aguda forma de abordarla para poner sobre la mesa sus múltiples aristas. Ejemplos había en el montaje, aunque desaprovechados. La usura en los barrios bajos, jugar a ser “alguien exitoso” en medio de un campo de futbol llanero, la subjusticia en barrios completamente olvidados por la ley. Había tela de donde cortar, pero la timidez se nota.

Como ejercicio teatral formal, incluso periodístico, Tijuana resulta muy interesante y sin duda le cambió la vida al actor, el asunto es que esa sensación de “cambio – crítica” se transmita a un público acomodado que ve la obra con una distancia casi exótica y políticamente correcta hacia los otros, sobre todo porque no hay nada mostrado por el monólogo que no sepamos. Al final, uno sale con la sensación de, como acepta el propio Gabino en escena, haber casi una superficialidad.
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Tijuana es la segunda de 32 obras del proyecto teatral 'La democracia en México 1965-2015’. Estará todos los fines de semana hasta el 12 de mayo en el Teatro el Galeón.

Gustavo A. Ambrosio Bonilla (Pachuca, 1992)
Antes que cineasta, cinéfilo. Becario en la Fundación para las Letras Mexicanas en Dramaturgia. 
Periodista. Crítico de cine. Guionista del CCC.
Dirigió el corto “¡Están curados”. Ganó el Festival de Guión Cinematográfico en la categoría de cortometraje en 2016.
Ha sido seleccionado con guiones de largo y corto en Oaxaca Film Festival y Shorts México. 
​Su película favorita es Las Horas de Stephen Daldry

@guskubrick



​Nunca tendremos Tijuana

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Por Juan Carlos Franco
Un hombre se disfraza de otro hombre para poder ocultar su fama y trabajar en una maquila de Tijuana por el salario mínimo, en ese momento de 70 pesos diarios. Lo hace, lo sabemos desde los primeros segundos, para mostrarnos en ese teatro el significado de vivir con poco más de 2 mil pesos al mes en un extremo del país, ése que roza con Estados Unidos.

Es ésta una de infinitas formas de preguntarse por el problema de la pobreza en México. Y las preguntas dominan Tijuana, la última puesta en escena de Lagartijas Tiradas al Sol. No existen las respuestas fáciles. Una obra, el creador de la pieza lo sabe, no va a resolver ninguna de las interrogantes  de un conflicto tan grande. Pero puede proyectar aún más preguntas. Lo que es más: puede volver las preguntas más sugerentes.

A través de diversos dispositivos documentales como videos, grabaciones de sonido, documentos y objetos que “demuestran” la verdad del relato y conforman una poética escénica. La pieza plantea además un choque entre ficción y realidad. Gabino Rodríguez, el actor frente a nosotros, se convirtió en Santiago Ramírez, chilango recién divorciado, para poder hablarnos de esto, pero el creador es más penetrante.
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Tomando elementos del periodismo gonzo, la creación realista de personaje y la caracterización teatral (esa peluca, ese bigote), la pieza propone una lectura irónica de sus propias ambiciones. «Yo actuaré lo que para ellos es la vida», dice Gabino al inicio de la obra. Cabe preguntarnos de qué clase social es el hombre original, el quien vemos en escena. En un video, Gabino se pregunta cuál es la relevancia de que una persona de clase media o media alta trate de dilucidar las desventuras de un hombre de clase baja. Lo hace mientras bebe un espresso y habla casualmente con su entrevistador vestido haciéndole honor al escenario Roma-Condesa donde se encuentran. Es la contraparte, la irrupción autocrítica de la ironía. En esta poética, este borde no sólo cabe: es necesario.


"Como muchas de las piezas artísticas más provocativas, Tijuana camina en la delgada línea entre la solemnidad y la ironía, y en este entre el clasismo y la representación. Vale la pena recorrer este camino porque en él se revela mucho de lo que somos. "

Lagartijas Tiradas al Sol, uno de los grupos teatrales con más proyección internacional, se identifica como grupo por la voluntad de acercarse a la realidad (la de los creadores, la de la nación) al mismo tiempo que la pone en conflicto por medio de estrategias escénicas, siempre con un énfasis en la calidad interpretativa (y la actuación de Gabino en Tijuana ciertamente lo tiene, y en gran medida). Ya sea la historia del PRI, del narcotráfico o del agua en la Ciudad de México, la vida de la ex guerrillera e historiadora Margarita Urías Hermosillo o de los padres de la actriz (Mariana Villegas) en medio del terremoto del 85, su poética como grupo ha puesto siempre en conflicto las experiencias personales (o los recuerdos que de ellas tenemos) con la historia de nuestro país. Memoria individual y política se conjugan para enmarcar una lectura íntima de nuestra colectividad.

Como inicio de su ambicioso proyecto La democracia en México 1965-2015, el cual abarcará los 32 estados de la República, Tijuana es un dispositivo complejo y ambicioso para evidenciar cierta parcela de la desigualdad social a través de la “imaginación política”, un término que la compañía usó como premisa en otro de sus montajes. La imaginación es necesariamente juego. Y este montaje juega, entre otras cosas, con las expectativas del público, con las preguntas planteadas y con sus propios alcances.

Cabe la pregunta de si el montaje es una visión clasista, incluso colonialista, de un problema que alcanza al país entero. Por ello, la conciencia de la ironía de la obra es tan importante. Tijuana es un documental, pero sobra decir que no todos los documentales son solemnes retratos de la realidad: también reflexionan sobre los límites del formato mismo, y más aún, sobre la imposibilidad de generar una mirada objetiva en una plataforma limitada por el tiempo, el espacio y la subjetividad de los creadores.

La estética documental de Lagartijas Tiradas al Sol les ha permitido empujar sus experimentos teatrales hasta este nivel teniendo la pericia de llevarlo a buen puerto. Tijuana es un artefacto teatral que, entre el tono realista-documental y las sorpresas casi fársicas que sacuden los fundamentos “responsables” de su discurso, abren un camino de pensamiento que, insisto, plantea más preguntas o vuelve más sugerentes las existentes. El resultado puede alejarse de cierta conciencia política (o políticamente correcta), pero se acerca a un pensamiento profundo de nuestra realidad, una con más aristas de las que caben en una obra de teatro.
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Como muchas de las piezas artísticas más provocativas, Tijuana camina en la delgada línea entre la solemnidad y la ironía, y en este entre el clasismo y la representación. Vale la pena recorrer este camino porque en él se revela mucho de lo que somos. Como personas y como país.

Juan Carlos Franco (Ciudad de México, 1989)
Escritor, director de escena y periodista. Licenciado en Filosofía por la UNAM. Sus proyectos más recientes son la Trilogía del Reino, Soñé una ciudad amurallada y Ella miró un pájaro blanco cruzar el cielo y pensó que podía ser una gaviota. Actualmente de becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de dramaturgia.  

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