Por Daniela Moyes Desde su creación la televisión fue menospreciada, fue vista como la “hermana fea” que se encontraba a años luz de alcanzar la genialidad del arte cinematográfico (hay muchos que siguen pensando así). Sin embargo, desde hace un par de décadas, esto ha ido cambiando. Actualmente, las series de televisión han alcanzado tal relevancia que muchas veces son preferidas sobre las películas. Sin embargo, cabe destacar que, por un lado, la calidad de las series a nivel global ha aumentado de manera radical a últimos años y por otro, la calidad de los programas televisivos regulares no seriales ha seguido…regular. Por supuesto, esto de ninguna manera implica que no haya excepciones y, los programas de la BBC, son una de ellas. Por sobre todas las compañías y cadenas televisivas, la BBC destaca por la calidad de sus contenidos tanto en el terreno escrito como en el de realización. Muchos podrán pensar que esto está relacionado con el presupuesto con el que cuenta la compañía, sin embargo, ésta no tiene ningún tipo de apoyo económico por parte del gobierno o de publicidad. Entonces ¿cuál es el factor definitivo para que este gran corporativo tenga tan buen contenido? La respuesta es: independencia. Sí, lo que en ningún país de América existe, en el Reino Unido opera por medio de un estatuto real que garantiza la independencia de la empresa de cualquier tipo de regulación comercial y/o política. La British Broadcasting Corporation se sostiene por medio de un impuesto anual pagado por cada persona que tiene una televisión en el territorio (alrededor de 145 libras esterlinas por televisión). De esta manera, los programas están pagados por el espectador y, lo más importante: son hechos PARA el espectador. Por más tonto que pueda sonar, este último factor es muy importante para la creación de contenidos. En un país como México, la televisión abierta está hecha, sobre todo, para ser aprobada por el gobierno y, al ser muy pocas las opciones, el espectador no tiene otro remedio más que ver lo que hay. Esto ha provocado que, de manera generalizada, se acuda a la televisión de cable o a las plataformas como Netflix para poder ver programas de otros lugares del mundo. Debido a esto, las televisoras mexicanas atraviesan actualmente por una crisis potencialmente fatal de la que planean salir copiando programas y series extranjeras. Sin embargo, es muy posible que esto no los salve y la principal falla de los productores tiene que ver con el clásico “mejor malo por conocido que bueno por conocer”. Esto ata las manos del equipo creativo, el que se ve obligado a trabajar sobre cosas ya hechas que han tenido éxito previamente o bien, a trabajar con fórmulas que no permiten desplegar la totalidad de su talento. Una vez más, lo que hace falta es muy claro: libertad. “La guía del productor de la BBC” es el nombre de una serie de artículos preparados por y para profesionales que pretenden seguir el camino del periodismo o la producción televisiva. Esta guía tiene como meta “...equipar a los periodistas y productores de programas con las herramientas necesarias que les permitan tomar decisiones arriesgadas...”[1]. Esto quiere decir que, además de contar con una libertad política y publicitaria total, el equipo creativo cuenta con una amplia libertad que les permite ser propositivos y no estancarse en lo mismo siempre. Actualmente, las series y programas ingleses ocupan gran porcentaje de las preferencias de los televidentes. Con series como Sherlock, Downton Abbey, Call The Midwife, Dr. Who y Luther, los británicos han conseguido ganarse el respeto del público a nivel mundial y han logrado así atraer televidentes, incluso, a programas regulares tales como The F Word, Graham Norton Show, Top Gear o Dragon's Den. Por supuesto, cabe destacar de entre lo más visto de la compañía, los documentales como el icónico y galardonado Planet Earth de David Attenborough. En la entrega de los Globos de Oro 2016, el productor de la BBC, Colin Callender, ganador a mejor Película para TV, pidió al primer ministro de Inglaterra que apoyara a la compañía para que no dejara de ser independiente ya que el estatuto real que garantiza esto debe renovarse cada diez años. Esto, si fuera a ocurrir, representaría un peligro para la calidad de los contenidos, sin embargo, también desataría la ira de muchos fanáticos de la televisión británica que no perdonarían jamás que esto sucediera. Es así como la televisión de calidad no depende de qué tanto dinero se invierta en ella, depende, más bien, de qué tanta dedicación creativa se le de. Esto puede atenuarse si se encuentran de por medio intereses políticos o publicitarios de cualquier tipo y eso es exactamente de lo que carece lo mejor de la televisión británica. Es, al contrario de muchas televisoras y compañías del mundo, libre, lo cual le permite básicamente hacer lo que sea y hacerlo bien. _______________ [1] http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/120_periodistas/page2.shtml
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