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Televisión: reseñas y análisis

Breaking Bad: El orgullo malherido

3/16/2015

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Por Carlos Tello de Meneses Vega
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El piloto (primer capítulo de una serie) es primordial para un programa detelevisión. Dentro de él hay dos momentos que determinan si establece con el espectador una relación a largo plazo: el teaser, que es una secuencia antes de los créditos de inicio; y el cliffhanger final, que es una situación que queda pendiente. 
El piloto de Breaking Bad hace uso excepcional de ambos. 

Unos pantalones vuelan por los aires en cámara lenta, caen sobre un camino de tierra, y una RV les pasa por encima. Un hombre con una máscara antigás maneja a toda velocidad. Sirenas de fondo. Así se inicia Breaking Bad. En segundos, la audiencia queda atrapada. Y lo primero que hace Vince Gilligan, el creador de la serie, es motivar la empatía con el personaje que desciende de la RV. Preocupado y a punto del llanto, Walter White (Bryan Cranston) graba en video una dolorosa despedida para su familia. Al terminar, levanta su arma, apunta hacía el horizonte y se prepara para lo que sea. Esa es la presentación de White, un profesor de química que ha aguantado abusos y humillaciones durante más de 20 años. La primera mitad del piloto muestra la humillación constante a la que es sometido White, quien tiene una vida mediocre y el orgullo herido.  Pero, tras ser diagnosticado con cáncer terminal, algo despierta. Se empieza a preocupar por su legado. Y empieza a maquinar un plan. 

Cuando Walter se reencuentra con Jesse Pickman (Aaron Paul), ve en él al cómplice ideal. Desde el inicio, Walter chantajea a Jesse para que se le una. Walter establece reglas, entre las que destacan, la pureza del producto. Walter podría hacer cristal impuro, rápido y que les ahorraría molestias; no obstante, su orgullo no se lo permite. Su orgullo es un rasgo de carácter, medular en la toma de sus decisiones. 

En una escena  del piloto, Walter le explica a Jesse la razones por la que está entrando al negocio de la metanfetamina. Le dice, con una honestidad que no repetirá hasta el final de la serie, que lo hace porque ahora está despierto. No se vale de la mentira que se dice a sí mismo y que repite hasta el cansancio: “Lo hago por mi familia”. Todavía no necesita ese ardid para justificar los crímenes que cometerá a lo largo de la serie. 

Vince Gilligan, acompañado de su equipo, construyen brillantemente la espiral moral por la que desciende Walter hasta el punto en que sus arrebatos de violencia y sus actos criminales parecen justificables. La pelea que tiene con los jóvenes que acosan a su hijo, su renuncia a su empleo en el autolavado y el primer asesinato se nos presentan como actos en defensa propia. La audiencia es testigo de su descenso moral, del cambio que se gesta en un hombre aparentemente inofensivo, pero con el orgullo herido. 

¿Por qué el público nunca abandonó a Walter, a pesar de cometer actos moralmente cuestionables? Quizá porque, desde los primeros capítulos, Walt y Jesse son figuras tan empáticas e identificables que nos vemos reflejados en ellos. Por un lado, Jesse es un joven en apariencia rudo, pero con una benevolencia que trata de ocultar; por el otro, Walter, es un hombre común, padre de familia, que podría ser nuestro vecino.  

Walter pasa del look tipo Ned Flanders al sombrero y bombas de fulminato de mercurio en el bolsillo que porta el confiado Heisenberg. Una especia de satisfacción de los deseos no dichos de los televidentes, satisfacción que Gilligan retorcería hasta el máximo mientras la serie avanza. Walt pasa de héroe a anti-héroe a villano dentro de una ficción que pasará a la historia de la televisión.   

El gran logro de la primera temporada, de tan sólo 7 capítulos, son sus  personajes bien construidos y desarrollados, y una trama bien estructurada, calibrada a la perfección, que te deja rogando por más. 

Después de todo, Breaking Bad, al igual que la Química, es un tratado sobre el cambio. Crecimiento. Decaída. Transformación.



Carlos Tello de Meneses Vega 
(Estado de México, 1989).
Es guionista, maestro y artista marcial. Fundador del Mamastrofismo. Crea universos fantásticos  y diseña batallas y peleas compulsivamente. Actualmente estudia el Curso de Guión Cinematográfico en el CCC.
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