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100 años de ​Ingmar Bergman

Las obsesiones en el cine de Bergman

7/16/2018

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Por José Luis Ayala Ramírez
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​El cine de Ingmar Bergman es uno de los más exquisitos y complejos que existen. Sus películas, aunque muy diversas en cuanto al argumento, al tono y el dibujo de los personajes, tienen temas en común que obsesionaron durante toda su vida al aclamado director.

A lo largo de sus más de 60 películas, podemos encontrar referencias, ideas, símbolos que nos remiten a que detrás de la cámara está un hombre atormentado por la vida, angustiado por estar en un mundo del que desconoce su procedencia, con un constante miedo a lo desconocido en este universo plano, vacío y superficial.

Y si las incógnitas de la vida son constantes en el cine del sueco, es normal que la muerte tenga apariciones muy a menudo, incluso de forma física como en El séptimo sello, donde un excelente Gunnar Björnstrand interpreta a este ser con forma física. Aquí, la muerte es confrontada por un caballero cruzado quien le cuestiona incluso sobre la existencia de Dios.

De forma más sutil y simbólica, aparece la muerte en Vergüenza, el filme bélico de Bergman, donde los personajes son perseguidos por la ola de destrucción que azota a su poblado.

En la obra maestra del director, Persona, hay una manifestación casi metafísica de la muerte, mientras que en Fanny y Alexander, hay una de las mejores representaciones de la muerte; el momento donde Alexander acude al fallecimiento de su padre lo que supone el primer contacto de un niño con lo desconocido, el primer paso a la madurez y el inicio de un miedo constante hacia la vida.
 
Por otro lado, el recelo a la muerte no es la única forma de miedo que los personajes bergmanianos experimentan. En Fresas silvestres el profesor Borg teme a la vejez, a ser olvidado, añora su juventud donde su mayor placer era jugar en un lugar donde crecían las fresas. En La hora del lobo, un pintor se siente acechado por los demonios que emanan sus escalofriantes vecinos mientras que en el filme para la televisión En presencia de un clown, el miedo y la crisis toma la forma de precisamente un singular payaso.

El miedo también es existencial en Bergman.  No encontrar una respuesta al estado del “ser” se proyecta en Luz de invierno donde un pastor protestante empieza a perder la fe en su religión al percibir los problemas físicos y emocionales del mundo que lo rodea. De hecho, este filme forma  parte de una trilogía bergmaniana conocida como “El silencio de Dios”, complementada por  A través de un espejo y El silencio, dos filmes donde las dudas existenciales también son parte crucial de la vida de los protagonistas.

El autor también abordó temas más cotidianos, más familiares como las relaciones de pareja. Por supuesto, la mejor película que disecciona esto es Escenas de un matrimonio, la cual ejerce una crítica real, reflexiva, inteligente y cruda sobre la vida conyugal. Una lección de amor es otro filme que explora este tema, pero hace énfasis en los engaños, el adulterio y los celos. Mientras que Vergüenza presenciamos cómo los protagonistas se van transformando mientras el conflicto bélico afecta su relación.

Igualmente, las cuestiones familiares han sido importantes en la filmografía del cineasta, expuesta en su lado más inocente en Fanny y Alexander o en un punto más trágico en Gritos y susurros o en el ámbito específicamente paterno – filial en el caso de Sonata de otoño con el enfrentamiento entre los personajes de Ingrid Bergman y Liv Ullman.

Siendo Bergman un provocador, y  por supuesto polémico, no es de extrañar que siempre haya una sexualidad latente en casi todas sus películas, ya sea con el despertar erótico de la protagonista de Un verano con Mónica o en un acto más violento como el abuso sexual del que es víctima el personaje de Brigitta Valberg en El manantial de la doncella.
​
Realmente haría falta un libro entero para analizar la riquísima filmografía de Bergman a detalle, cada escena, cada personaje tiene una carga psicológica tan profunda que podríamos pasarnos los días examinándola, no por nada se trata de uno de los más grandes autores que han existido, pues se trata de un poeta visual que encontró en el cine la forma perfecta de expresar sus sentimientos y emociones acerca de la vida. 


José Luis Ayala Ramírez (Ciudad de México, 1988)
Licenciado en Comunicación, co fundador y columnista de la sección de Cine en la Revista Alegato, además escribe para la página web Konexión y la revista hidalguense bimestral Id.mx. Su película favorita es Million Dollar Baby, admira el guión de Testigo de cargo de Billy Wilder y sus musas actorales son Bette Davis y Meryl Streep.
@ayala1788

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